Usos y abusos
Resulta profundamente antip¨¢tico decir que los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n pol¨ªtica que estamos sufriendo son una cortina de humo para no ver la profunda crisis social ante la que nos encontramos. Suena a justificaci¨®n de los corruptos, a lucha de partidos, a propaganda electoral. Nada es m¨¢s f¨¢cil que justificar nuestros apuros econ¨®micos por culpa de personajes cercanos que abusaron de nuestra confianza. Y, sin embargo, aceptar la culpabilidad del chivo expiatorio, algo evidente por s¨ª mismo, es confundir los usos con los abusos, como dec¨ªa un viejo maestro. Una sociedad sana no se desmorona por unos cuantos indeseables que abusan de ella, son los usos, las costumbres, el panorama general, la hoja de ruta, esos son los problemas que nos deben preocupar. Est¨¢n intentando blanquearnos el futuro y el pasado a base de culpabilizar a unos cuantos tontos de sal¨®n. Afirmaba un novelista que s¨®lo los ni?os y los locos, que no saben que los colores del oto?o son los colores de la descomposici¨®n, se lamentan cuando en lugar de la esperada primavera llega el mortal noviembre.
Hace ya tiempo que nos cantaron las virtudes de la transici¨®n pol¨ªtica, el milagro de blanquear una sociedad autoritaria para transformarla en otra democr¨¢tica, al igual que se hace con el dinero negro. Ahora nos cuentan una pel¨ªcula, nunca mejor dicho, sobre el 23-F que parece el cuento de Blancanieves y los siete enanitos, pero con mucho enanito y poca Blancanieves. Nos falta escuchar c¨®mo el fracaso del modelo de sociedad se debe por un lado a la globalizaci¨®n y, por otro, a unos cuantos p¨ªcaros que se llevaron el dinero para vivir como horteras. Corrupci¨®n no eso, es algo mucho peor. Corrupci¨®n es cuando las instituciones no cumplen la funci¨®n que tienen asignada, corrupci¨®n es desviar el dinero p¨²blico hacia establecimientos del poder privado, corrupci¨®n es la Universidad que no eleva el nivel cultural de un pa¨ªs, no forma adecuadamente a profesionales y no hace investigaciones aut¨¦nticas sin preocuparse por la apariencia, corrupci¨®n es mantener al cincuenta por ciento de la poblaci¨®n, la mujer, marginada de las instituciones pol¨ªticas. La verdadera corrupci¨®n est¨¢ en los usos y no en los abusos.
Por eso no debemos desviar la atenci¨®n hacia aquellos que abusaron de su puesto de gesti¨®n o de administraci¨®n. A esos, nuestro desprecio y el peso de la Ley. Ahora nos toca hacer pol¨ªtica, proyectar un nuevo modelo de convivencia que no mire hacia atr¨¢s pensando que volveremos al punto de partida, una postura rom¨¢ntica que ya no podemos permitirnos. Eso se acab¨®, como se acab¨® el uso compulsivo de servicios, el consumismo de salud, de educaci¨®n, de cr¨¦ditos y creencias, que es lo mismo, de cultura, de relaciones personales y de viajes. Este es el aut¨¦ntico cambio clim¨¢tico que tenemos que afrontar.
La situaci¨®n es complicada, pero la pregunta es muy sencilla. ?Qu¨¦ est¨¢n haciendo nuestros representantes para ofrecernos un futuro viable? ?Qu¨¦ nos ofrecen Zapatero o Rajoy? ?Qu¨¦ dicen de todo esto Camps o Alarte? Les queda poco tiempo, muy poco. O presentan un proyecto coherente o habr¨¢ que recurrir con urgencia a la siguiente generaci¨®n, invisible de momento pero que siempre aparece cuando la necesidad aprieta. Los abusos ya los conocemos y de todo tipo, en este momento nos preocupan los usos, costumbres y recursos de nuestro actual modo de vida, que no consiste precisamente en organizar espectaculares cacer¨ªas de inocentes muflones o de peligrosos corruptos.
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