El Atl¨¦tico se hace un l¨ªo

Una semana le ha durado al Atl¨¦tico el lavado de cara. Toda la felicidad acumulada por su incontestable triunfo en Huelva salt¨® anoche por los aires. El conjunto rojiblanco dej¨® escapar un triunfo que ten¨ªa en la mano y lo hizo como acostumbraba, y acostumbra, a hacerlo: suicid¨¢ndose. Pudo sentenciar en aquella contra en la que Forl¨¢n le dio un regalo a Maniche que el portugu¨¦s desperdici¨® de mala manera. No sentenci¨® y al instante se encontr¨® con un bal¨®n bombeado que nadie supo despejar y que Uche caz¨® arriba, de chilena, para mandarlo al lado contrario, donde Alb¨ªn cabece¨® con todo. Dos minutos quedaban para el final y al Atl¨¦tico se le aparecieron todos los fantasmas que cre¨ªa abandonados. El equipo ha mejorado en actitud, cierto, lo cual no era demasiado complicado. Pero su f¨²tbol sigue arrastrando un buen n¨²mero de carencias que ayer volvieron a hacerse patentes. Podr¨¢ multiplicarse Forl¨¢n, pero s¨®lo con ¨¦l no basta.

Y vaya por delante que el Getafe mereci¨® el empate. Pudo incluso llegar m¨¢s lejos si hubiera dado continuidad a su formidable puesta en escena. Alb¨ªn cabece¨® al larguero y al rato Uche se plant¨® ante Leo Franco, que le sac¨® el tiro abajo. En otras circunstancias, el Atl¨¦tico habr¨ªa sido presa del espanto. Pero el equipo logr¨® rehacerse al dictado de Forl¨¢n. Abel, m¨¢s all¨¢ de la recuperaci¨®n de alg¨²n que otro futbolista, con Pablo a la cabeza, apenas ha dibujado un par de retoques t¨¢cticos que, a la postre, tienen m¨¢s que ver con el car¨¢cter que con la pizarra. Aguant¨® el equipo el arre¨®n del Getafe y enhebr¨® un par de jugadas con buen criterio que promet¨ªan tiempos mejores. No lleg¨® con fuerzas Sim?o a un precioso pase elevado de Ag¨¹ero y Maxi remat¨® flojo y mal un env¨ªo largo de, ah¨ª es nada, Assun??o. Pero para env¨ªo el de Seitaridis a Forl¨¢n en la jugada del gol rojiblanco. Se desconoc¨ªa que el griego fuera capaz de asomarse al ataque, recoger un bal¨®n suelto junto a la cal y mandarlo de rosca 20 metros m¨¢s all¨¢, al punto de penalti, a la espalda de los centrales, donde apareci¨® un se?or que vive en estado de gracia. Forl¨¢n se llama, un futbolista que no tiene precio. Durante un trecho de partido lo del uruguayo fue de exhibici¨®n. Presion¨®, cort¨®, corri¨®, dirigi¨®, remat¨®, un portento fue Forl¨¢n. Que marc¨®, claro.

Pero con eso no le llega al Atl¨¦tico. Le falt¨® a Forl¨¢n encontrar a un socio en el ataque, donde a Ag¨¹ero se le apagaron las luces. El Getafe fue creciendo alrededor de Granero y mand¨® al limbo un pu?ado de ocasiones. Y buena culpa de ello la tuvo Pablo, perfecto en el cruce. Pero m¨¢s irreconocible a¨²n que Pablo se mostr¨® Seitaridis, que ejecut¨® la mejor actuaci¨®n desde su llegada al equipo, en el que no ha hecho m¨¢s que penar. Otra de sus arrancadas acab¨® con un centro preciso que Ag¨¹ero cabece¨® en plancha para que Jacobo se luciera. El Getafe hab¨ªa perdido el bal¨®n y, en ese escenario, se manej¨® mal. Hasta que el Atl¨¦tico se lo regal¨® por razones que se desconocen. Lo hizo justo antes de desmoronarse.

Fueron, curiosamente, Seitaridis y Pablo quienes, en su mejor partido, se encargaron de liarla. Granero lanz¨® a Casquero, que se introdujo en el ¨¢rea, donde tambi¨¦n llegaron Seitaridis y Pablo. Aqu¨¦l le empared¨®, ¨¦ste le arroll¨®, cay¨® Casquero y el ¨¢rbitro se?al¨® penalti. Es costumbre de la casa que el Atl¨¦tico protagonice las penas m¨¢ximas m¨¢s absurdas que se conocen. Nueve lleva, torpes todas ellas. Pero lo del Getafe y los penaltis ya es una cuesti¨®n de vud¨². Lo fall¨® Alb¨ªn, enviando el bal¨®n a la grada. Al rato, Forl¨¢n encontr¨® a Maniche, que se present¨® ante Jacobo, pero se escor¨® tanto y tanto el portugu¨¦s que la porter¨ªa desapareci¨® de su visi¨®n. Fuera lanz¨® el bal¨®n.

Era el momento de la sentencia, con el Getafe a punto de romperse. Pero al Atl¨¦tico le sali¨® la vena chapucera y un bal¨®n que no logr¨® despejar, paradojas del destino, Forl¨¢n, lo acab¨® enviando Contra al ¨¢rea, donde Uche lo baj¨® acrob¨¢ticamente y Alb¨ªn lo mand¨® a la red. El Atl¨¦tico acababa de regalar un partido que era suyo, a dos minutos del final, dando esa sensaci¨®n de debilidad que le ha acompa?ado todo el a?o, que provoc¨® el despido de Aguirre y que se cre¨ªa desterrada. No lo est¨¢.