Videometamorfosis
Los objetos audiovisuales ofrecen en Arco una nueva salida a la frialdad de la proyecci¨®n tradicional
Han pasado m¨¢s de 40 a?os desde que el coreano Nam June Paik, armado del prototipo que se convertir¨ªa en la primera c¨¢mara port¨¢til de Sony, grabara las calles de Nueva York durante la visita del papa Pablo VI, dando inicio al videoarte.
M¨¢s de 40 a?os, en los que el v¨ªdeo se ha expandido llegando a ser sin¨®nimo de vanguardia y a tener momentos de verdadera eclosi¨®n. Sin embargo, tal como apuntaba hace unos d¨ªas en este diario Estrella de Diego, nunca ha logrado encontrar su exacto lugar para el disfrute, ni establecer la correcta relaci¨®n con el p¨²blico, que a menudo le dedica la misma atenci¨®n apresurada que destina a obras abarcables con una ¨²nica mirada. Incluso los coleccionistas que se han lanzado a comprar v¨ªdeos, suelen conservarlos en archivos y son raros los que, como la arquitecta Teresa Sapey, los exhiben en sus pantallas, otorg¨¢ndoles el mismo protagonismo que a las dem¨¢s piezas.
Tras a?os de presencia masiva, por primera vez en esta edici¨®n de Arco, las proyecciones puras y duras han disminuido dr¨¢sticamente y las instalaciones audiovisuales pr¨¢cticamente han desaparecido, dejando paso a nuevas propuestas que recuperan la vertiente objetual de la obra de arte y no utilizan el ojo de la c¨¢mara para grabar, sino para ofrecer una visi¨®n alternativa de la realidad en tiempo real.
Para superar la frialdad del DVD, que parece empujar el usuario a conservar el v¨ªdeo en una estanter¨ªa para sacarlo en contadas ocasiones, son cada vez m¨¢s numerosos los artistas que venden sus obras completas de pantalla, listas para colgar. Es el caso de la PDA que sirve de soporte a los dibujos minimalistas de Juan Zamora (Moriarty, Madrid) o el ojo de buey que rodea el v¨ªdeo de Ruth G¨®mez (Sequeira, Portugal), una animaci¨®n en la l¨ªnea de los trabajos de Julian Opie, cuadros en movimiento que ya se han recortado un c¨®modo espacio en el mercado. Las proyecciones del joven Sergio Parl¨¢n (Art Nueve, Murcia) asoman detr¨¢s de la ventanilla de un coche, donde una mano misteriosa parece haber limpiado un agujero en el vaho, mientras que Alexandre Arrechea (Casado Santapau, Madrid) ha coronado con un v¨ªdeo de banderas ondeando su escultura de metacrilato, que reproduce la fachada de un hotel de Miami.
En la senda de las insuperables esculturas audiovisuales de Tony Oursler (Soledad Lorenzo, Madrid), son cada vez m¨¢s los j¨®venes que trabajan con videoobjetos, como la brasile?a Mariana Manhaes (Leme, S?o Paolo), que deja al descubierto todos los circuitos y los componentes electr¨®nicos internos. En cambio, Iv¨¢n Marino y Andrea Nacach (Vanguardia, Bilbao) se inspiran en la teor¨ªa del montaje musical de Eisenstein y combinan su v¨ªdeo de una mujer desnuda bailando con un metr¨®nomo dotado de un sensor, que marca el tiempo de la edici¨®n. De ese modo la mujer se mueve al ritmo del metr¨®nomo, que a su vez es decidido por el espectador.
Tambi¨¦n hay quien intenta llevar la metamorfosis m¨¢s lejos, utilizando el objetivo de la c¨¢mara para representar una realidad paralela, a menudo, inesperada. Entre magia y tecnolog¨ªa, Pors & Rao (Vadehra, Nueva Delhi) han creado un sistema que graba a las personas presentes en una habitaci¨®n y las reproduce en tiempo real en unas pantallitas de las que ha desaparecido uno de los personajes. Rafael Lozano-Hemmer (Haunch of Venison, Londres) captura la imagen del observador y la incorpora en forma de sombra a una proyecci¨®n fragmentada de centenares de parejas bes¨¢ndose. Los m¨¢s fascinantes son los mundos de Jennifer y Kevin McCoy (Guy B?rtschi, Ginebra): diminutas maquetas llenas de personajes y detalles casi imperceptibles al ojo humano, que son revelados por una c¨¢mara que va grabando y proyectando diversos fragmentos de la maqueta, convirtiendo as¨ª una escultura en una sorprendente narraci¨®n audiovisual.
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