?Que viene el lobo!
Que a 10 d¨ªas de las elecciones auton¨®micas, el PP -un partido zarandeado por una trama de corrupci¨®n que hace tambalear todo el edificio conservador, carente de proyecto e identidad pol¨ªtica, sin s¨®lidos liderazgos y ausente en Galicia de la mayor¨ªa de los centros de poder- amenace, aunque sea remotamente, la hegemon¨ªa de los partidos que hoy sustentan a la Xunta, merecer¨ªa una profunda reflexi¨®n y, probablemente, una expl¨ªcita rectificaci¨®n por parte de las fuerzas gubernamentales.
Durante la legislatura que ahora termina con m¨¢s incertidumbre de la esperada, el Gobierno gallego parece haber seguido al pie de la letra la recomendaci¨®n de Maquiavelo, cuando advert¨ªa que qui¨¦n se atreva a impulsar cambios se arriesga a concitar el rencor de los que salen perjudicados por la iniciativa, sin que tenga garant¨ªa alguna de obtener el agradecimiento de los que salen beneficiados. Quiz¨¢ por esta raz¨®n, socialistas y nacionalistas no se han atrevido a introducir una verdadera ruptura, pol¨ªtica y simb¨®lica, con el pasado. Al contrario, en muchas ocasiones se han esforzado por transmitir a la sociedad y a los poderes tradicionales que, en lo esencial, todo seguir¨ªa igual.
La izquierda no puede asumir el "conmigo o contra m¨ª" como su divisa pol¨ªtica
Por eso no puede extra?ar que entre los sectores m¨¢s din¨¢micos de la sociedad, precisamente aquellos que con m¨¢s entusiasmo hab¨ªan recibido el mensaje del cambio, haya prosperado la decepci¨®n y, lo que es peor, la sospecha de que el Gobierno no s¨®lo no tiene intenci¨®n de desmantelar la onerosa herencia recibida del fraguismo, sino que est¨¢ dispuesto a apoderarse de ella en su exclusivo beneficio. Por eso toda la campa?a de las fuerzas que sostienen al Gobierno se ha visto reducida a la lucha contra la temida abstenci¨®n.
?Claro que hay que estimular la participaci¨®n que fortalece la democracia! ?Claro que hay que impulsar la participaci¨®n que, como la experiencia demuestra y los estudios demosc¨®picos confirman, favorecen las tendencias progresistas y transformadoras! Ahora bien, no parece que la f¨®rmula m¨¢s aconsejable para lograr una alta participaci¨®n ciudadana sea recurrir, como el pastor de la f¨¢bula, al consabido y desacreditado ?que viene el lobo! De ah¨ª a pedir que se vote con la nariz tapada, como recomendaba el inefable Giulio Andreotti, hay un solo paso, una fina l¨ªnea que jam¨¢s deber¨ªamos traspasar. Muy al contrario, conviene recordar la lamentable situaci¨®n en que, como consecuencia de esa pol¨ªtica, se encuentra Italia y sus instituciones democr¨¢ticas.
Mucho m¨¢s eficaz y, desde luego, m¨¢s democr¨¢tico es reconocer inteligentemente las insuficiencias y los errores cometidos en la acci¨®n de gobierno -algo que nada tiene que ver con la autoflagelaci¨®n-, mostrar un verdadero prop¨®sito de enmienda, adquirir compromisos cre¨ªbles y ofrecer las garant¨ªas necesarias a un amplio sector progresista que se ha cansado de emitir su voto obligatoria e incondicionalmente para que luego nadie lo tenga en cuenta. En todo caso, cada d¨ªa es m¨¢s evidente que la izquierda no puede seguir acord¨¢ndose de Santa B¨¢rbara s¨®lo cuando truena.
En definitiva, la izquierda no puede asumir el "conmigo o contra m¨ª" como su divisa pol¨ªtica, considerar la cr¨ªtica como una concesi¨®n al adversario y cualquier discrepancia una traici¨®n. Al contrario, debe de escuchar esas voces y comprender que en una democracia avanzada todos los d¨ªas surgen comentarios y reflexiones cr¨ªticas que, lejos de constituir una irrefrenable tendencia a la introspecci¨®n, son un sano juicio de autocr¨ªtica tendente a mejorar las condiciones sociales generales, mucho m¨¢s eficaz que la f¨¢cil suposici¨®n gubernamental de que todo est¨¢ bien.
Pero, claro est¨¢, una cosa es la necesidad de la m¨¢s exigente cr¨ªtica al poder y otra muy distinta es sustituir ¨¦sta, como hace el PP, por la descalificaci¨®n pol¨ªtica y moral del adversario, las campa?as difamatorias o la mentira sistem¨¢tica. Naturalmente, ante esa actitud ni el Gobierno ni los ciudadanos podemos claudicar.
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