El reto de Castells
?Por qu¨¦ est¨¢ costando tanto la reforma de la financiaci¨®n de la Generalitat? Pues porque lo que esta vez se persigue no es un apa?o para aliviar unas cuentas p¨²blicas que, por definici¨®n, siempre van escasas. Lo que se persigue es un cambio de largo alcance en las posiciones relativas de todas las partes en un asunto que implica, adem¨¢s de a Catalu?a, a la hacienda del Gobierno de Espa?a y a la financiaci¨®n de todas las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas.
Este cambio consistir¨ªa en introducir m¨¢s autonom¨ªa, transparencia y equidad en los mecanismos de recaudaci¨®n y atribuci¨®n de fondos entre las comunidades y la Administraci¨®n central, adem¨¢s de garantizar a todas la suficiencia financiera para que cumplan sus funciones. Todo un reto.
En las negociaciones en curso, el Gobierno del presidente Montilla cuenta con un apoyo legal del que carec¨ªan los anteriores en envites similares: el nuevo Estatuto de Autonom¨ªa. El cambio de modelo de financiaci¨®n de la Generalitat fue uno de los principales motivos que en 2004 llevaron a Catalu?a a emprender la reforma estatutaria. Lo que en este aspecto concreto se logr¨® en aquel momento fue la fijaci¨®n de algunos criterios, como los relativos a la solidaridad y la nivelaci¨®n de ingresos y disponibilidades entre las comunidades, que ahora han de ser tenidos en cuenta.
El actual forcejeo entre el consejero Castells y el vicepresidente Solbes es, pues, en realidad la continuaci¨®n de las negociaciones de enero de 2006 en La Moncloa sobre la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa. El asidero de Castells es que el nuevo sistema tiene que cumplir lo pactado entonces y prescrito por el Estatuto.
El hecho de que Castells sea ahora el protagonista por parte catalana contribuye a hacerla m¨¢s dif¨ªcil para las otras partes. Castells no es s¨®lo un consejero en busca de dinero. Re¨²ne la doble condici¨®n de economista especializado en este tipo de cuestiones y de pol¨ªtico que ha seguido muy de cerca o participado desde las bambalinas en casi todas las anteriores reformas de la financiaci¨®n. Su objetivo, ahora, es cambiar el modelo haci¨¦ndolo avanzar en direcci¨®n federal. Su baza es defender para Catalu?a una f¨®rmula generalizable por las dem¨¢s comunidades si as¨ª lo quisieran.
El empe?o es muy dif¨ªcil, pero no imposible. La dificultad principal radica en que poner fin a la inequidad e insuficiencia del sistema actual significa modificar la posici¨®n relativa de las dem¨¢s comunidades y la Administraci¨®n central. Una de las formas en que esto se expresa en esta negociaci¨®n es que el Gobierno catal¨¢n reclama que se respete el principio de ordinalidad entre las comunidades. Es decir, la eliminaci¨®n de uno de los efectos perversos del sistema vigente, consistente en que las comunidades que aportan recursos fiscales por encima del promedio general terminan teniendo menos fondos per c¨¢pita para financiar los mismos servicios p¨²blicos que las comunidades que aportan por debajo de la media y son receptoras netas.
En Catalu?a, Gobierno y oposici¨®n saben que si Castells no consigue un buen acuerdo, es muy improbable que alguien lo logre. Y saben tambi¨¦n que para ¨¦l ser¨ªa muy pero que muy dif¨ªcil presentar como buena una reforma que no representara el avance perseguido, un cambio que no sea una mera agitaci¨®n de las variables dentro del cubilete de la negociaci¨®n que terminara por dar los mismos resultados cuando caen los dados. Por eso el diputado de CiU Francesc Homs le dijo el mi¨¦rcoles en el Parlament que, pese a todo, en este lance est¨¢ de su parte.
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