El plan Geithner
Hace unos d¨ªas, el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, desvel¨® la esperada propuesta del Gobierno norteamericano para hacer frente a la crisis por la que atraviesan sus instituciones financieras. El plan consta de dos partes fundamentales: la primera consiste en la creaci¨®n de un fondo mixto, p¨²blico y privado, para adquirir activos da?ados (t¨®xicos) con un volumen inicial de 500.000 millones de d¨®lares extensibles hasta un bill¨®n; la segunda es la garant¨ªa por parte de la Reserva Federal, el banco central norteamericano, para cr¨¦ditos al consumo y a las pymes por valor de un bill¨®n de d¨®lares. Adem¨¢s, es posible utilizar los 350.000 millones restantes del plan del anterior secretario de Estado, Henry Paulson. Tambi¨¦n hay una disposici¨®n que permite utilizar hasta 50.000 millones de d¨®lares para ayudar a las familias que se encuentran con dificultades para pagar sus hipotecas.
Hay serias razones para creer que el problema fundamental es de solvencia
Se trata, sin lugar a dudas, de un plan importante que, sin embargo, no ha producido el esperado cambio de expectativas. La Bolsa norteamericana lo acogi¨® con una fuerte ca¨ªda y ha recibido, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, m¨¢s cr¨ªticas que parabienes.
Se ha criticado su indefinici¨®n ya que apenas se han proporcionado detalles sobre la manera de llevar el plan a la pr¨¢ctica. Es la misma cr¨ªtica que los dem¨®cratas hicieron al plan del Gobierno saliente cuando ¨¦ste present¨® su proyecto hace unos meses. Pero hay otras cr¨ªticas m¨¢s importantes. De entre ellas merece la pena destacar la que insiste en la indefinici¨®n del precio al que se comprar¨¢n los activos da?ados. La tarea ser¨ªa f¨¢cil si hubiera poca diferencia entre los precios a los que los bancos est¨¢n dispuestos a vender y los precios a los que los fondos de inversi¨®n est¨¢n dispuestos a comprar. Pero no es as¨ª y al ser muy grande la distancia que separa la oferta de la demanda es muy dif¨ªcil fijar un precio que contente a todos, especialmente a los contribuyentes, que son los que al final tendr¨¢n que hacerse cargo de las p¨¦rdidas que se originen. En estas circunstancias, cualquier precauci¨®n para asegurar la transparencia de las transacciones ser¨¢ poca.
La objeci¨®n de m¨¢s calado se refiere a la v¨ªa elegida por la Administraci¨®n norteamericana para tratar esta cuesti¨®n al considerar, aparentemente, que se trata esencialmente de un problema de liquidez cuando hay serias razones para creer que el problema fundamental es de solvencia, dada la cuant¨ªa de las p¨¦rdidas latentes en los balances de los bancos. En tal caso, la v¨ªa m¨¢s aconsejable para resolver el problema ser¨ªa la inyecci¨®n, pura y simple, de capital en las instituciones afectadas por la crisis.
La cuant¨ªa de las p¨¦rdidas es colosal. El FMI avanz¨® en enero la cifra de 2,2 billones de d¨®lares. Otras estimaciones suben esta cantidad hasta 3,6 billones. En ambos casos s¨®lo una parte, aunque importante, de esta cifra estar¨ªa en los balances de los bancos norteamericanos. Si se tiene en cuenta que la capitalizaci¨®n de los principales bancos de aquel pa¨ªs asciende a unos 400.000 millones de d¨®lares, hay razones para pensar que el conjunto del sistema est¨¢ cerca de la quiebra y que, por consiguiente, hay que ensayar m¨¦todos m¨¢s urgentes y expeditivos que los propuestos por el secretario del Tesoro. El problema consiste en que en este ¨²ltimo supuesto ser¨ªa necesario pedir al Congreso los fondos necesarios para nacionalizar, de hecho, una buena parte del sistema financiero que, m¨¢s adelante, cuando las condiciones lo permitieran, volver¨ªa al sector privado.
Esta soluci¨®n tendr¨ªa la ventaja de eliminar el problema de la fijaci¨®n del precio de los activos a tres bandas (Administraci¨®n, sector privado y gestores de los bancos) ya que la gesti¨®n ser¨ªa p¨²blica hasta que los bancos saneados volvieran al sector privado. En realidad se tratar¨ªa del mismo mecanismo de intervenci¨®n de los Fondos de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, s¨®lo que a gran escala. El inconveniente es que habr¨ªa que acudir al Congreso, y no a la Reserva Federal, en busca de los fondos necesarios, con el riesgo de que una parte del mismo los denegara, tanto por la cuant¨ªa necesaria como por el rechazo a la nacionalizaci¨®n, aunque fuera temporal, de los bancos.
Es pronto para hacer pron¨®sticos. Lo m¨¢s deseable ser¨ªa que el plan propuesto funcionara adecuadamente. Pero el inicio no ha sido bueno y las dudas subsistir¨¢n por lo menos hasta que se conozcan los detalles. No es exagerado decir que lo que est¨¢ en juego nos concierne a todos.
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