Machado en la frontera
Antonio Machado muri¨® hace 70 a?os, en una habitaci¨®n del hotel Bougnol-Quintana de Colliure. Cuando Rafael Alberti oy¨® la noticia por la radio, aunque Madrid luchaba todav¨ªa contra el ej¨¦rcito franquista, supo que la guerra hab¨ªa terminado. La muerte del poeta tard¨® poco en simbolizar la derrota de la Rep¨²blica y la dignidad de un proyecto c¨ªvico que se hab¨ªa atrevido a proponer para Espa?a una sociedad laica, democr¨¢tica y partidaria de unos modestos amparos sociales. Escritores exiliados como Jos¨¦ Bergam¨ªn, Francisco Ayala o Arturo Serrano Plaja publicaron p¨¢ginas conmovidas sobre la significaci¨®n del poeta en los destinos nacionales. 20 a?os despu¨¦s de su muerte, otra generaci¨®n de j¨®venes se reuni¨® en Colliure para asumir la voluntad c¨ªvica y literaria de luchar por un pa¨ªs libre. Blas de Otero, Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, Jos¨¦ ?ngel Valente, ?ngel Gonz¨¢lez, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald se fotografiaron junto a la tumba de Machado. Se trata de una imagen tan famosa como la de los poetas de la generaci¨®n del 27 en el homenaje a G¨®ngora del Ateneo de Sevilla.
El escritor Corpus Barga record¨® en un magn¨ªfico art¨ªculo la llegada de Machado a Colliure. Escribi¨® ese art¨ªculo porque Melchor Fern¨¢ndez Almagro hab¨ªa escrito otro afirmando que el poeta se vio en sus ¨²ltimos d¨ªas abandonado por la Rep¨²blica. No era verdad. El propio Corpus Barga, con acreditaciones oficiales, lo acompa?¨® hasta Francia y busc¨® acomodo en Colliure para ¨¦l y una parte de su familia. No hizo falta inventar nada, la realidad se convirti¨® pronto en leyenda. Despu¨¦s de morir el poeta, su hermano Jos¨¦ encontr¨® en el bolsillo de su gab¨¢n un ¨²ltimo verso: "estos d¨ªas azules y este sol de la infancia". La llegada a un pueblo del Mediterr¨¢neo franc¨¦s le hab¨ªa recordado la luz de Sevilla. Cuenta Corpus Barga que Machado, lentamente y con ayuda de su bast¨®n, pudo caminar el trayecto que iba de la estaci¨®n de ferrocarril al hotel Bougnol-Quintana. Pero a Ana Ruiz, la madre del poeta, tuvo que llevarla en brazos. Desorientada por la edad, el viaje y la derrota, le murmur¨® al o¨ªdo una pregunta: "?cu¨¢ndo llegamos a Sevilla?".
Hay otra fecha que a m¨ª me parece incluso m¨¢s significativa que la muerte de Machado. Se trata del 27 de enero de 1939, el d¨ªa en el que cruz¨® la frontera. Tambi¨¦n al cuidado del Gobierno, el poeta hab¨ªa salido de Madrid, en noviembre del 36, cuando la ciudad parec¨ªa condenada al asalto de los militares rebeldes. Despu¨¦s de vivir parte de la guerra en Rocafort, un pueblo valenciano, se traslad¨® a Barcelona y, al final, pas¨® a Francia envuelto en el peregrinaje multitudinario de los republicanos vencidos. Al llegar a la frontera, Corpus Barga tuvo que ense?ar sus documentos oficiales y explicar qui¨¦n era Antonio Machado para que la polic¨ªa no lo condujese a un campo de concentraci¨®n. Esa era la norma con respecto a los espa?oles exiliados.
Fue el momento en el que el poeta se vio obligado a separarse de su pueblo. Se trata de algo m¨¢s que de una simple frase hecha, porque la uni¨®n del trabajo y la cultura hab¨ªa sido el sue?o c¨ªvico de Machado y el lema de la Espa?a progresista que desemboc¨® en la II Rep¨²blica. Desde la Instituci¨®n Libre de Ense?anza hasta las Misiones Pedag¨®gicas de la Rep¨²blica, el empe?o del pa¨ªs que Machado representaba hab¨ªa perseguido la unidad c¨ªvica de trabajadores y cultura que se rompi¨® por culpa de un levantamiento militar. Hoy las cosas habr¨ªa que plantearlas con otro vocabulario, porque el mundo ha cambiado. Pero el mejor homenaje que podemos ofrecer a Machado es intentar buscarle una ra¨ªz social y humana a la econom¨ªa. Ante la nueva crisis del capitalismo, s¨®lo el sometimiento decidido de la econom¨ªa a la dignidad humana puede asegurar la paz y la herencia de nuestros mejores sue?os.
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