"Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil definir lo que es perverso"
Tiene el aspecto discreto de quien quiere pasar inadvertido. Bien trajeado, chaqueta azul, corbata cl¨¢sica, gafas de profesor universitario y un hablar extremadamente correcto interrumpido por contenidas risas. Parece un empleado de banca o un funcionario que deambula despistado por los pasillos de Caixaforum. Pero Jeffrey Weeks es, posiblemente, una de las personas m¨¢s rompedoras del panorama brit¨¢nico de los ¨²ltimos cuarenta a?os.
Nacido en Gales hace 63 a?os, vivi¨® su infancia y adolescencia en un entorno minero de hombres duros y conservadores en el que pronto descubri¨® que su sexualidad "era distinta". As¨ª que enseguida decidi¨® que lo suyo era escapar a Londres, donde podr¨ªa estudiar y vivir en libertad. A comienzos de los a?os setenta comenz¨® a militar en el Frente de Liberaci¨®n Gay, y decidi¨® confesar p¨²blicamente su homosexualidad, algo poco frecuente en aquella ¨¦poca. Desde entonces, esa militancia y dar a conocer la organizaci¨®n de la sexualidad en la historia y la vida ¨ªntima de las personas han sido los motores inseparables de la vida de este soci¨®logo e historiador, catedr¨¢tico em¨¦rito de la London South Bank University, que lleva a?os buceando en los entresijos del paisaje sexual y sus incesantes modificaciones sociales y culturales. Ha vivido una aut¨¦ntica revoluci¨®n, desde una infancia donde ni siquiera pod¨ªa hablar de sexo hasta poder decir bien alto que tiene una pareja de hecho con otro hombre. Weeks ha estado en Madrid en una de las fr¨ªas tardes de enero para hablar precisamente de sexualidad y g¨¦nero en un ciclo organizado por Caixaforum.
?C¨®mo ha vivido tanto cambio social?
Los valles del sur de Gales donde nac¨ª eran la zona de carb¨®n m¨¢s famosa del mundo y ten¨ªan una cultura que giraba en torno a ese mineral: solidaridad intensa entre los mineros y divisi¨®n estricta entre hombres y mujeres. Era una sociedad c¨¢lida, comunitaria, de apoyo, pero muy conservadora desde el punto de vista social, conservadora respecto al g¨¦nero y a la sexualidad. Era muy dif¨ªcil concebir un tipo de vida diferente, era un mundo en s¨ª mismo, y los medios principales de escape llegaban por la educaci¨®n. Yo fui un joven despierto, fui a la mejor escuela de la regi¨®n, y con 18 a?os pude irme a la Universidad.
As¨ª que escap¨® de aquel mundo cerrado. ?En su casa eran mineros?
El entorno era minero. Los padres de mi madre hab¨ªan sido mineros, pero mi padre trabaj¨® en una f¨¢brica toda su vida. Mi madre cuidaba de nosotros, pero tambi¨¦n ten¨ªa trabajos de media jornada en comercios. Era una familia cl¨¢sica de clase trabajadora. Tengo un hermano dos a?os m¨¢s peque?o que yo, y a los 18 tuve otro hermano. Mi madre sigue viviendo en el mismo lugar de Gales, y mis hermanos tambi¨¦n. Yo me fui a Londres como estudiante y all¨ª me qued¨¦. Me escap¨¦ de alg¨²n modo, s¨ª? Pero sigo teniendo profundas relaciones con mi familia. Ir a Londres me permiti¨® explorar mi sexualidad, aunque durante muchos a?os no cont¨¦ a mi familia que era gay. As¨ª que viv¨ª dos vidas, la galesa, donde era el hijo, el hijo inteligente, y luego estaba la vida londinense, donde viv¨ªa mi homosexualidad de un modo abierto estableciendo amistades y relaciones.
?C¨®mo vivi¨® su despertar homosexual en los a?os cincuenta y en un ambiente como el que describe?
Sab¨ªa que era gay desde los 16 a?os, y tuve alg¨²n encuentro sexual con compa?eros de colegio, pero mi vida gay se inici¨® en Londres. Aunque incluso en los primeros a?os de Londres, en los sesenta, segu¨ªa siendo una vida semisecreta; algunos de mis amigos sab¨ªan que era gay, pero en general viv¨ª dentro del armario esa parte de mi vida.
Supongo que se necesitaba mucho coraje para salir entonces del armario, poqu¨ªsimas personas lo hac¨ªan.
El punto de inflexi¨®n se produjo con mi participaci¨®n, en noviembre de 1970, en el Movimiento de Liberaci¨®n Gay. La raz¨®n por la que particip¨¦ en ese movimiento fue que sus primeras reuniones se celebraron en la London School Academy, y yo trabajaba all¨ª, fue mi primer trabajo. As¨ª que fue un paso f¨¢cil. Iba del trabajo directamente a las reuniones? Por supuesto fue una revoluci¨®n en nuestras actitudes, en mi actitud frente a la sexualidad y la pol¨ªtica, pero tambi¨¦n en mi vida personal. En una de las primeras reuniones a las que asist¨ª conoc¨ª a Angus Suttie, mi primera relaci¨®n larga, que m¨¢s adelante se convirti¨® en un ceramista muy famoso. La ideolog¨ªa del Movimiento de Liberaci¨®n Gay era ser abierto, as¨ª que yo me acerqu¨¦ a mis colegas de trabajo y se lo expliqu¨¦, y luego, poco tiempo despu¨¦s, hice lo mismo con mis padres.
?Y c¨®mo reaccionaron?
Primero se lo dije a mi padre porque pens¨¦ que iba a ser el m¨¢s dif¨ªcil. Me respondi¨® que no le gustaba especialmente el hecho de que fuera gay, pero que me quer¨ªa y lo aceptaba mientras no hiciera mucho esc¨¢ndalo en Gales? Mi madre dijo algo parecido. Y lo interesante es que ambos lo hab¨ªan sospechado, pero nunca lo hab¨ªan hablado entre ellos.
Suele ser algo bastante habitual, lo que no se habla no existe?
S¨ª, s¨ª, es bastante com¨²n. A pesar de que ten¨ªan muy buena relaci¨®n y hablaban mucho entre ellos, no lo hicieron. Y despu¨¦s empec¨¦ a escribir sobre sexualidad, sobre homosexualidad, y me hice conocido. A finales de los setenta, la gente me conoc¨ªa por mis escritos, y mi madre y el resto de mi familia, porque mi padre hab¨ªa muerto ya, se sintieron muy orgullosos de que yo fuera un escritor de ¨¦xito, aunque les daba algo de apuro.
Ser famoso o reconocido siempre facilita las cosas, ?no?
Los ochenta fueron un periodo dif¨ªcil por el sida, as¨ª que hab¨ªa cierta ambivalencia: por un lado, orgullo; por otro, verg¨¹enza. Pero lo importante fue que nunca me rechazaron y siempre me he sentido apoyado. Creo que tengo una familia que me ama; no eran demasiado religiosos, ni pol¨ªticos, el esp¨ªritu era de apoyo, y pasara lo que pasara apoyaban a su hijo. Y sigue siendo as¨ª. Ahora que tengo una pareja de hecho con Mark McNestry, mi madre habla de nosotros como si estuvi¨¦ramos casados; le encanta Mark. Y mi familia nos ha aceptado como pareja. Las cosas han cambiado tremendamente en los ¨²ltimos 20 a?os. Cuando cumpl¨ª 60, hice una fiesta y reun¨ª por primera vez a las dos familias en Londres, la de Mark y la m¨ªa. Fue una afirmaci¨®n importante de mi relaci¨®n y de la aceptaci¨®n por parte de las dos familias. La familia de Mark es cat¨®lica, y al principio, cuando ¨¦l sali¨® del armario, les result¨® dif¨ªcil. Pero como le quieren, han acabado acept¨¢ndolo, y a m¨ª; como parte de pleno derecho de la familia, soy un miembro m¨¢s y eso es importante. Pero ha sido una gran lucha de 40 a?os.
En Espa?a ha habido una fuerte batalla para reconocer por ley el matrimonio homosexual; la Iglesia cat¨®lica y la derecha conservadora se opusieron duramente. Usted tiene una pareja de hecho, ?le da alg¨²n valor a esa diferencia de lenguaje
En el Reino Unido, ser pareja de hecho es exactamente igual que ser un matrimonio, simplemente es una forma de llamarlo. No se llama matrimonio por pragmatismo pol¨ªtico. Creo que en alg¨²n momento se llamar¨¢ tambi¨¦n matrimonio, pero haci¨¦ndolo as¨ª era m¨¢s f¨¢cil que pasara por el Parlamento, es lo que yo llamo liberalismo un poco soterrado? Pero en Espa?a, que son mucho m¨¢s religiosos, la batalla tambi¨¦n se da en el lenguaje, llamarlo matrimonio es importante porque se convierte en el centro de una batalla simb¨®lica. Yo lo veo como una b¨²squeda de legitimidad y aceptaci¨®n. En la primera fase del movimiento gay se trataba de explorar nuestra sexualidad, del reconocimiento de nuestros derechos sexuales y su legitimaci¨®n. Cuando eso ya ha sido aceptado, la segunda fase, en la que estamos ahora, es lograr la aceptaci¨®n y afirmaci¨®n de todas las relaciones. Y creo que por eso la batalla por el reconocimiento de hecho, por el matrimonio, ha sido tan central. Es lo que yo llamo un marco relacional en lugar de un marco sexual, hemos pasado de los derechos sexuales a los derechos relacionales.
?Se considera usted un nuevo gur¨² de la sexualidad? En el ¨²ltimo siglo ha habido muchos, Freud, Reich, Foucault, por citar s¨®lo algunos, que han influido en nuestras vidas.
Esa comparaci¨®n me da verg¨¹enza? Freud, por ejemplo, formaba parte de un grupo de sex¨®logos que tambi¨¦n influyeron, y a menudo se nos olvidan y s¨®lo nos acordamos de un nombre. Yo me veo como parte de un proceso m¨¢s democr¨¢tico en el debate sobre la homosexualidad, como parte de un movimiento m¨¢s amplio, intelectual y pol¨ªtico, para ayudar a evolucionar. No me veo como un gran gur¨². Pero es bueno y halagador que las personas lean mis libros o me hagan entrevistas, porque de este modo espero ayudar a divulgar las ideas que represento o defiendo.
Usted dice que en la construcci¨®n de la sexualidad y el g¨¦nero, la naturaleza tiene poco que ver. Es bastante sorprendente?
Digo eso con ¨¢nimo de crear pol¨¦mica, para forzarnos a pensar sobre la importancia de la historia, la sociedad y la cultura a la hora de configurar nuestras creencias y valores sexuales. Por supuesto, creo en la importancia del cuerpo y sus posibilidades biol¨®gicas para el placer y el dolor, y reconozco que hay diferencias biol¨®gicas y f¨ªsicas entre los hombres y las mujeres que abren distintas posibilidades. Y tambi¨¦n creo, influido por Freud y la psicolog¨ªa, que hay sentimientos inconscientes. As¨ª que pienso que la sexualidad es la fuente de tres grandes fuerzas: posibilidades biol¨®gicas, procesos psicol¨®gicos y, en tercer lugar, la parte que se ha olvidado o menoscabado, la parte de la historia, la sociedad y la cultura.
Parece que ha llegado su momento, el de la historia y la cultura.
En el pasado, los aspectos culturales han sido a menudo marginados u olvidados, y yo, como soci¨®logo, he trabajado durante muchos a?os para destacar la importancia de la historia. Si est¨¢s interesado en temas de identidad, hay que reconocer el poder y la importancia de lo social, lo cultural, porque las identidades no existen en la naturaleza. Las posibilidades s¨ª, biol¨®gicas y psicol¨®gicas.
Para usted, ?las identidades sexuales son siempre sociales?
S¨ª, siempre. Cuando hablamos de identidades nacionales no hablamos de posibilidades biol¨®gicas, hablamos del modo de c¨®mo, a trav¨¦s de la historia, han surgido unas identidades que no est¨¢n forzosamente relacionadas ni con la gen¨¦tica ni con la biolog¨ªa, y vemos que las identidades cambian, se hacen a la historia. Y lo mismo pasa con la identidad sexual. Por ejemplo, hay muchas personas que tienen pr¨¢cticas homosexuales y no tienen una identidad gay, y hay personas con identidad gay que no necesariamente tienen sexo gay. No hay una relaci¨®n necesaria entre una y otra, y esto es porque las identidades se configuran en la historia.
Pero generalmente se siguen identificando las identidades de g¨¦nero con las sexuales?
La mayor¨ªa de las personas encuentran m¨¢s f¨¢cil decir: nac¨ª as¨ª y el modo en que act¨²o est¨¢ dictado por mi biolog¨ªa. Creo que existen peligros ante esa actitud. Por ejemplo, hist¨®ricamente los violadores han justificado su comportamiento bas¨¢ndose en unas urgencias sexuales incontrolables, pero yo no creo en eso. Pienso que la violaci¨®n es el resultado de factores sociales, porque no todos los hombres son violadores. Y es obvio que algunos hombres tienen un problema sexual que se deriva de su infancia, de su interacci¨®n con los dem¨¢s, que ha configurado su actitud ante las mujeres, les han hecho odiar a las mujeres. Pero eso no es inherente a todos los hombres, no es un tema biol¨®gico. Es importante ver el porqu¨¦ de nuestro comportamiento sexual en el g¨¦nero y ver c¨®mo va cambiando con el tiempo.
?Por ejemplo?
Voy a dar un ejemplo de mi propia familia. Mi hermano m¨¢s cercano por edad se cas¨®, tuvo hijos, y nunca hizo nada por educarles. Eso era cosa de la mujer, que se ocupaba de criar y educar a los hijos. Y as¨ª era como se comportaban los hombres en los a?os setenta y ochenta. Mi hermano m¨¢s joven, en cambio, se ha ocupado mucho de la educaci¨®n de sus hijos desde que eran muy peque?os, los ba?aba, los acostaba, compart¨ªa totalmente las tareas de ser padre. Y ahora mi hermano mayor, que tiene dos nietas, se comporta con ellas como mi hermano menor, las lleva a la escuela, las recoge, las lleva de vacaciones; ha cambiado porque la cultura ha cambiado. Y es tierno con sus nietas, mucho m¨¢s de lo que nunca fue con sus propias hijas.
Es evidente que la cultura ha cambiado los roles tradicionales de lo masculino y femenino, pero en cuanto a la sexualidad, mucha gente sigue haci¨¦ndose la cl¨¢sica pregunta: ?es una opci¨®n o est¨¢ determinada por la biolog¨ªa?
Es una discusi¨®n que lleva cien a?os? Yo hago una diferenciaci¨®n. Los deseos, los sentimientos, las pulsiones, pueden o no estar determinados por los genes o las distintas influencias, las pruebas cient¨ªficas no son concluyentes en este campo. Lo que s¨ª est¨¢ claro es que la elecci¨®n de si quieres llevar un estilo de vida homosexual o no s¨ª es una elecci¨®n social. As¨ª que hay que hacer una distinci¨®n entre las posibilidades, que son biol¨®gicas, y las identidades que elegimos.
El cuerpo se ha convertido en un fetiche, moda, publicidad, salud, deporte? Esa potenciaci¨®n del cuerpo, del erotismo y la sexualidad, ?se traduce en cambios reales en la sexualidad o es una pura envoltura consumista?
Creo que ha habido un profundo cambio sobre d¨®nde reside la autoridad en sexualidad. En el pasado, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n aceptaba una autoridad tradicional sobre c¨®mo deber¨ªa vivir o comportarse. Y lo hemos visto en los archivos de la Iglesia, que reconoc¨ªa que las personas hac¨ªan cosas no permitidas, pero la sociedad estaba dominada por valores tradicionales. Hoy todo ha cambiado, porque la mayor¨ªa de las fuentes de autoridad tradicional, tanto si es la Iglesia, el Estado u otros tipos de autoridad como la medicina, han sido cuestionadas. Ha habido un largo proceso de democratizaci¨®n y secularizaci¨®n, y en la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales ya no vivimos en sociedades religiosas; la religi¨®n todav¨ªa es poderosa, pero la mayor¨ªa de las personas tienen valores seculares. Podemos separar nuestras creencias religiosas de nuestro comportamiento individual mucho m¨¢s. ?Por qu¨¦? La raz¨®n fundamental, y es un gran cambio social, es porque en lugar de una fuente de autoridad ahora tenemos miles en nuestras vidas individuales.
En general, la sociedad, al menos la espa?ola, parece que ha evolucionado muy r¨¢pidamente en este aspecto.
Muchas personas se confunden un poco y buscan unas normas m¨¢s estrictas, pero otras muchas encuentran la posibilidad de desarrollar una vida m¨¢s creativa, cometen errores y las relaciones se rompen y empiezan nuevas relaciones, y siguen y siguen intent¨¢ndolo. Esencialmente creo que las personas son profundamente morales, pero la mayor¨ªa ya no acepta que la moralidad est¨¦ dictada por una autoridad, sino que vive tomando sus propias decisiones morales. Lo que vemos es la emergencia de lo que llamo una moralidad de base, o mejor unas moralidades de base, en plural.
Habla de diversidad sexual y moral, pero es algo que a mucha gente, y tambi¨¦n a los poderes, les da pavor?
La Iglesia y el Estado siempre han reconocido la diversidad sexual. La Iglesia siempre ha mostrado una lista de las cosas que eran leg¨ªtimas e ileg¨ªtimas, y el Estado ha contado con leyes que reconoc¨ªan la existencia de la diversidad. Incluso la Iglesia cat¨®lica reconoce la existencia de lo que llaman una "orientaci¨®n homosexual", y dice eso de amamos al pecador aunque odiemos el pecado? Lo que ha cambiado no es la existencia de la diversidad sexual, sino el modo en que la tratamos.
?Y c¨®mo la tratamos?
Tal y como yo lo veo, en los ¨²ltimos a?os hemos reconocido la realidad de la diversidad sexual, pero nos sigue pareciendo dif¨ªcil aceptar el valor o valores que puede suponer, aunque creo que hemos dado importantes pasos en esta direcci¨®n, por no citar los pasos que se han dado en Espa?a y otros pa¨ªses hacia el matrimonio homosexual. La ley acepta mucho mejor incluso otros tipos de diversidad, como el sexo masoquista, u otros tipos de comportamientos, como el sexo fuera del matrimonio o las familias monoparentales. Todo lo que en mi infancia eran tab¨²es sexuales ahora est¨¢n aceptados en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Europa, as¨ª que estamos en la direcci¨®n de una mayor aceptaci¨®n de la apertura y diversidad. Ahora los libros m¨¦dicos encuentran muy dif¨ªcil definir lo que es perverso, lo cual no significa que no podamos tomar decisiones sobre lo que nos resulta apropiado o inapropiado, bueno o malo. Pero donde se ha producido el gran cambio no es tanto en lo que se hace, sino en c¨®mo lo hacemos.
?Qu¨¦ es lo que ahora nos preocupa?
Hoy ya no estamos tan preocupados sobre si somos homosexuales o heterosexuales, sino si la relaci¨®n que establecemos es positiva. Y estamos m¨¢s preocupados con el abuso y la violencia de lo que sol¨ªamos estar en el pasado; por ejemplo, respecto al incesto, buscamos una protecci¨®n para los ni?os. No hemos abandonado los valores, la moral y la ¨¦tica, simplemente nos preocupan temas distintos.
Menciona las perversiones, son temas que todav¨ªa se hablan en voz muy baja?
Si nos remontamos cien a?os atr¨¢s, vemos que los sex¨®logos pioneros estaban muy preocupados por definir las perversiones, que entonces eran muy similares a los pecados enumerados por la Iglesia. Pero en los ¨²ltimos veinte o treinta a?os, la mayor¨ªa de los cient¨ªficos, las actitudes m¨¦dicas, se han alejado de intentar definir una perversi¨®n excepto en t¨¦rminos de algo que incluya la fuerza o la violencia contra otros. Se ha dicho que lo ¨²nico que realmente se puede llamar una perversi¨®n es lo que se ejerce impuesto con violencia contra otro. En los manuales oficiales de diagn¨®stico, poco a poco han ido eliminando lo que sol¨ªa considerarse como perversiones, y la homosexualidad ha sido uno de los primeros ejemplos. Primero fue un pecado; luego, una perversi¨®n, y ahora se considera una variaci¨®n, entre otras, de la sexualidad. Donde no se ha producido ha sido, claro, en la pedofilia, porque se trata de la imposici¨®n de valores adultos sobre los ni?os, y como los ni?os no pueden responder del mismo modo que los adultos, no pueden entrar en el mismo debate porque es un nivel relacional distinto. Nos preocupa el contexto, lo importante es la elecci¨®n libre, el consentimiento, y rechazar el poder y la violencia.
En sus conferencias, usted afirma que las mujeres, pese a la revoluci¨®n feminista, siguen teniendo en el fondo de su cabeza un hombre que les llama a la sumisi¨®n. ?Es tambi¨¦n una provocaci¨®n o lo cree de verdad?
La afirmaci¨®n viene de un trabajo realizado por una colega, Janet Holland, y su equipo, que entrevistaron a mujeres sobre sus actitudes sexuales y encontraron que, aunque afirmaban sus propias opciones, admit¨ªan que, en ¨²ltima instancia, les resultaba dif¨ªcil alejarse de los valores tradicionales en una relaci¨®n con un hombre. Segu¨ªan, de alg¨²n modo, sometidas a los hombres en muchas situaciones. Janet explica que no es algo biol¨®gico e inevitable, pero que simb¨®licamente es como si todav¨ªa hubiera un hombre en la cabeza de las mujeres, algo que las debilita a la hora de resistirse a los valores tradicionales. Muchas mujeres reconoc¨ªan que ten¨ªan que luchar constantemente contra ello.
Parece que a las lesbianas les cuesta hacerse visibles m¨¢s que a los homosexuales varones. ?Funciona la doble marginaci¨®n?
Creo que el movimiento homosexual femenino ha emergido de las sombras en los ¨²ltimos 20 a?os. Hist¨®ricamente siempre ha sido m¨¢s f¨¢cil para los hombres explorar su sexualidad que para las mujeres, y esto se debe a que nuestra actitud ante la sexualidad est¨¢ muy basada en supuestos de g¨¦nero: los hombres son activos, y las mujeres, pasivas. Y socialmente en el pasado era mucho m¨¢s f¨¢cil para los hombres alejarse de las actitudes familiares tradicionales y tener sexo fuera de la familia, que es lo que sucedi¨® hasta finales del siglo?XX. La mayor¨ªa de los hombres que ten¨ªan relaciones homosexuales tambi¨¦n estaban casados, pero era imposible para mujeres que estuvieran casadas tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, porque eso hubiera supuesto un desastre econ¨®mico, social y moral. As¨ª que podemos decir que el mundo gay masculino est¨¢ m¨¢s desarrollado que el femenino. Muchas de las lesbianas que conozco siguen explorando su sexualidad. Estamos en momentos diferentes del desarrollo hist¨®rico.
?Son los transexuales el desaf¨ªo pendiente a la visibilidad y legalidad?
El transg¨¦nero siempre ha formado parte del conflicto de los temas gay, desde los primeros d¨ªas de la liberaci¨®n. Pero mientras nuestro movimiento se ha expandido y ha adoptado diferentes formas, el aumento de los movimientos transexuales o transg¨¦nero ha supuesto en los ¨²ltimos a?os una vuelta a los objetivos radicales del inicio que cuestionaban el elemento permanente del g¨¦nero. Pero simplemente creo que es un aspecto del debate amplio sobre los significados del g¨¦nero y la sexualidad.
La promiscuidad de los homosexuales se ha convertido en un t¨®pico, ?es una reacci¨®n frente a la anterior falta de visibilidad, u obedece a otros planteamientos sexuales?
No creo que la promiscuidad sea forzosamente algo asociado con los homosexuales. S¨¦ que muchos homosexuales tienen m¨²ltiples parejas, pero tambi¨¦n conozco a muchos que son mon¨®gamos. No creo realmente que los homosexuales sean m¨¢s promiscuos que los heterosexuales, lo que s¨ª se podr¨ªa decir es que hay menos limitaciones. Hasta hace poco les era imposible casarse, y era m¨¢s f¨¢cil explorar la sexualidad en distintas actividades. La escena sexual basada en distintas parejas fue un modo de explorar la sexualidad en un mundo en el que la homosexualidad hab¨ªa sido reprimida. Hay hombres promiscuos homosexuales y heterosexuales; no creo que la escena gay masculina est¨¦ definida por la promiscuidad.
Parece que los valores de la sexualidad se est¨¢n librando en un paisaje remodelado en el que debemos aprender a navegar sin mapas. ?C¨®mo ve ese paisaje?
Las relaciones fallan, hay relaciones que fracasan, y esto siempre ha sucedido y quiz¨¢ hoy suceda m¨¢s que en el pasado por la falta de buenos mapas. Pero, a pesar de todo, las personas viven intentando tener buenas relaciones y el paisaje hoy es un gran continente con distintas poblaciones que coexisten. Algunas veces se construyen nuevas formas de identidad, a veces se construyen muros alrededor de sus vidas? Es un paisaje confuso y a menudo resulta dif¨ªcil encontrar el camino, pero creo que la pluralidad es lo que define nuestro entorno, y no tenemos m¨¢s remedio que aprender a vivir con ¨¦l.?
Sexualidad, militancia y derechos humanos
Nacido en Gales en 1945, ha sido decano de Ciencias y Artes Humanas de la London South Bank University y director del Instituto de Investigaci¨®n de Pol¨ªtica Social y Regeneraci¨®n Urbana. Es miembro de distintas academias y comit¨¦s universitarios, y ha publicado innumerables art¨ªculos y m¨¢s de una docena de libros sobre la influencia de la historia y cultura en la sexualidad (traducidos al espa?ol: 'El malestar de la sexualidad' y 'Sexualidad').En la fotograf¨ªa, en 1972.
Un reto: que los logros conseguidos en Occidente lo sean para todo el mundo. "El elemento clave es el debate de los derechos sexuales sobre la base de nuestros derechos humanos. Tenemos que poder garantizar que a los ad¨²lteros no se les lapide, o que los homosexuales no sean ejecutados en algunos pa¨ªses. Que nuestra humanidad com¨²n sea una humanidad sexual com¨²n".
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