La ley del 'narco' rige Ciudad Ju¨¢rez
Los carteles fuerzan a dimitir al jefe de la polic¨ªa de la urbe fronteriza con EE UU tras asesinar a dos agentes y amenazar con matar a otro cada 48 horas
Lo que dec¨ªan las pancartas era muy claro: "Si el jefe de la polic¨ªa de Ciudad Ju¨¢rez no renuncia a su cargo, mataremos a un agente cada 48 horas". Eso fue el mi¨¦rcoles. El viernes aparecieron los dos primeros muertos, un polic¨ªa municipal de 25 a?os -acribillado con armas de alto poder en la puerta de su casa- y el custodio de un penal. Junto a ellos, sendos carteles que no dejaban lugar a dudas. Eran los primeros. Habr¨ªa m¨¢s.
No hizo falta. Unas horas despu¨¦s, el responsable municipal de Seguridad P¨²blica, un mayor retirado llamado Roberto Ordu?a Cruz, se pleg¨® a las amenazas del narcotr¨¢fico y dimiti¨®. Seg¨²n asegur¨® en una carta dirigida al alcalde, lo hizo para salvaguardar las vidas de sus agentes. El alcalde se apresur¨® a nombrar a un sustituto y a declarar solemnemente: "La delincuencia organizada pretende controlar a la polic¨ªa, pero no lo vamos a permitir". Tal vez no se acord¨® en ese momento de que Ordu?a Cruz es el segundo jefe de polic¨ªa de Ciudad Ju¨¢rez que deja el cargo en menos de un a?o por id¨¦ntico motivo: no ser del gusto de los sicarios.
Mil personas han sido asesinadas en lo que va de a?o, una media de 19 al d¨ªa
Ya no es f¨¢cil ser polic¨ªa en M¨¦xico, y mucho menos en Ciudad Ju¨¢rez. A los polic¨ªas honestos los matan. A los corruptos, tambi¨¦n. En lo que va de a?o, ya son 19 los agentes asesinados por el narcotr¨¢fico en la ciudad fronteriza con Estados Unidos, y ni siquiera despu¨¦s del entierro se sabe si fueron ejecutados por ser esclavos de la ley o de una banda rival. Casi todos se llevan a la tumba la misma sospecha que los acompa?¨® en vida. El mi¨¦rcoles, al tiempo que aparec¨ªan los mensajes pidiendo la dimisi¨®n y tachando de corrupto al mayor Ordu?a, otro jefe polic¨ªaco de la ciudad fue asesinado, junto a sus dos escoltas, en una avenida muy transitada, a plena luz del d¨ªa, a la manera tradicional. Un grupo de sicarios descarg¨® sobre ellos m¨¢s de 100 disparos que atravesaron los cristales y la chapa del veh¨ªculo oficial. Luego se marcharon tan campantes. Ni el Ej¨¦rcito ni la Polic¨ªa Federal -que patrullan d¨ªa y noche la ciudad- saben todav¨ªa qui¨¦nes fueron ni por qu¨¦ lo hicieron. ?Por honestos? ?Por corruptos?
Hasta hace poco m¨¢s de un a?o, el oficio de polic¨ªa en M¨¦xico ten¨ªa sus ventajas. Se cobraba muy poco -una media de 6.000 pesos al mes (unos 300 euros), la mitad de lo necesario para vivir modestamente aqu¨ª-, pero ninguno se quejaba. "No hace falta que le diga", sonre¨ªa este mismo viernes un experto en seguridad, "de d¨®nde sal¨ªa la diferencia". Los jefes del narcotr¨¢fico ten¨ªan en su n¨®mina a plantillas enteras de la polic¨ªa local, y donde la larga mano del crimen organizado no llegaba, ah¨ª estaban -y ah¨ª siguen estando- los ciudadanos, acostumbrados desde hace d¨¦cadas a pagar la correspondiente mordida para que la gr¨²a no se lleve el coche "al corral¨®n". La propia idiosincrasia del sistema nacional de seguridad -en M¨¦xico hay m¨¢s de 1.600 cuerpos de polic¨ªas distintos, descoordinados, sujetos al capricho pol¨ªtico o personal de la autoridad que los manda- hace que su control sea casi imposible. No son raros los casos en que efectivos del Ej¨¦rcito o de la Polic¨ªa Federal se han tenido que enfrentar a tiros con patrullas de la polic¨ªa local que trataban de evitar la detenci¨®n de un capo de la droga.
El gobierno de Felipe Calder¨®n -que emprendi¨® la guerra al narcotr¨¢fico sin apenas contar con polic¨ªas formados ni fiables- est¨¢ intentando corregir esa situaci¨®n sobre la marcha. El trabajo es ¨ªmprobo. Se est¨¢ sometiendo a los polic¨ªas, tanto a los veteranos como a los aspirantes, a concienzudos ex¨¢menes de confianza -incluida la prueba del pol¨ªgrafo- y los resultados no pueden ser m¨¢s descorazonadores. El que no consume drogas admite que alguna vez cobr¨® del narcotr¨¢fico o es un contumaz recaudador de mordidas. Los polic¨ªas mexicanos se enfrentan por primera vez a un dilema hasta ahora inexistente. Elegir entre la ley o el delito, abandonar el pluriempleo.
Y, como m¨²sica de fondo, la guerra que no cesa. Seg¨²n recuentos period¨ªsticos, ayer se super¨® la barrera de las 1.000 ejecuciones. Un millar de muertos en s¨®lo 51 d¨ªas. El promedio es de espanto: 19 homicidios diarios. El Gobierno trata de vender sus ¨¦xitos. Ayer mismo fue detenido un jefe del c¨¢rtel de los Beltr¨¢n Leyva, un individuo del que se desconoce su nombre verdadero, pero que responde al luminoso apodo de Tony la Mentira, familiar directo de otro jefe de sicarios conocido por La Barbie. La actualidad de M¨¦xico se sigue pareciendo mucho a una pel¨ªcula. De terror.
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