Del 'prohibido fumar' al 'prohibido pensar'
En Estados Unidos, el 76% de la poblaci¨®n piensa que la guerra contra las drogas ha fracasado. Al mismo tiempo, una igualmente abrumadora mayor¨ªa piensa que las pol¨ªticas en las que se basa la guerra contra las drogas (represi¨®n de la producci¨®n, interdicci¨®n de las importaciones, prohibici¨®n del consumo y criminalizaci¨®n) no se pueden cambiar. Esta contradicci¨®n no es s¨®lo de los estadounidenses.
Las encuestas revelan que estas ideas forman parte de las creencias de altos porcentajes de la poblaci¨®n en muchos pa¨ªses: pobres y ricos, exportadores e importadores de narc¨®ticos, democr¨¢ticos y autoritarios, asi¨¢ticos, europeos o americanos.
?C¨®mo explicar esta irracionalidad? ?C¨®mo es posible estar en contra de cambiar una pol¨ªtica p¨²blica que se sabe que no funciona? Mi respuesta es que la prohibici¨®n de todo lo relacionado con las drogas ha creado un clima donde tambi¨¦n est¨¢ vedado pensar libremente sobre alternativas a la prohibici¨®n. Un senador estadounidense que me habl¨® con la condici¨®n de que no revelara su identidad me dijo: "Muchos de mis colegas y yo sabemos que los esfuerzos que se hacen para combatir el narcotr¨¢fico y el consumo de drogas no s¨®lo no funcionan sino que tienen efectos contraproducentes. Pero esta es una posici¨®n pol¨ªticamente suicida. Si lo digo p¨²blicamente es casi seguro que pierda mis pr¨®ximas elecciones".
La prohibici¨®n de las drogas ha creado un clima donde est¨¢ vedado pensar
Y no son s¨®lo los pol¨ªticos: "?Por qu¨¦ a pesar de los esfuerzos, la situaci¨®n en Afganist¨¢n se ha deteriorado tanto? En mi opini¨®n la principal causa es el tr¨¢fico de drogas, que es sin duda alguna la fuerza econ¨®mica que nutre el resurgimiento de los talibanes... Cuando estuve all¨ª en 2006 no pod¨ªamos ni mencionar el tema. Era un asunto sobre el que nadie quer¨ªa hablar". Esto lo dijo el general James Jones, ex comandante del Cuerpo de Marines (1999-2003) y comandante supremo de la Alianza Atl¨¢ntica (2003-2006). Cabe notar que esta declaraci¨®n la hizo meses antes de saber que iba a ser nombrado por el presidente Barack Obama asesor para la Seguridad Nacional.
La manera en la que el mundo enfoca el problema del tr¨¢fico y consumo de drogas es indefendible. Todos los analistas objetivos que han examinado el tema concluyen que el r¨¦gimen actual requiere una urgente y profunda reforma. El problema es que cualquier propuesta en este sentido es usualmente contestada con acusaciones de ingenuidad, complacencia con los narcotraficantes y hasta de complicidad con ellos. Sin embargo, la realidad y los n¨²meros son abrumadores. A pesar de los inmensos esfuerzos no hay evidencia alguna de que se est¨¦n alcanzando los objetivos de disminuir la producci¨®n o el consumo de drogas. Recientemente, el Gobierno brit¨¢nico inform¨® de que en ese pa¨ªs la abundancia de coca¨ªna es tal que estaba costando menos que una cerveza o una copa de vino. En Estados Unidos, uno de cada 100 ciudadanos est¨¢ en la c¨¢rcel, la inmensa mayor¨ªa por tenencia de drogas. (Cada recluso le cuesta al Estado 34.000 d¨®lares al a?o -unos 26.000 euros-, mientras que el costo anual de tratar a un adicto a las drogas es de 3.400 d¨®lares). La violencia que se vive en M¨¦xico, Colombia o en cualquiera de los barrios pobres de Am¨¦rica Latina, ?frica y Asia es en gran medida un da?o colateral causado por la guerra contra las drogas. La situaci¨®n es insostenible y necesita un nuevo enfoque.
Esto es lo que acaba de proponer la Comisi¨®n Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, un grupo de 17 latinoamericanos del cual formo parte. La comisi¨®n, presidida por tres muy respetados ex presidentes, Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Cesar Gaviria, de Colombia y Ernesto Zedillo, de M¨¦xico, divulg¨® sus recomendaciones despu¨¦s de casi un a?o de trabajo, que incluy¨® la revisi¨®n de la mejor evidencia disponible y de amplias consultas con cient¨ªficos, polic¨ªas, m¨¦dicos, militares, alcaldes y expertos en salud p¨²blica. Por favor, lea el informe en www.drogasydemocracia.org.
La comisi¨®n no cree que existan pol¨ªticas alternativas a la prohibici¨®n que est¨¦n exentas de costos y riesgos. Pero s¨ª cree que hay que considerar y probar otros enfoques que traten al problema de las drogas m¨¢s como un asunto de salud p¨²blica que como una guerra.
Hablar gen¨¦ricamente de "legalizaci¨®n de las drogas" es superficial e irresponsable y s¨®lo sirve para banalizar y estancar la discusi¨®n. Pero prohibir la discusi¨®n racional de los costos y beneficios de descriminalizar la tenencia de marihuana para el consumo individual, por ejemplo, es a¨²n m¨¢s irresponsable.
El consumo de drogas es una maldici¨®n contra la cual hay que luchar. Pero hay que hacerlo bien. Y eso no suceder¨¢ mientras exista la prohibici¨®n de pensar libremente en qu¨¦ significa hacerlo bien.
mnaim@elpais.es
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