Parados de larga frustraci¨®n
Abst¨¦nganse las personas prudentes de apresurarse por las calles luciendo prendas o portando enseres que denoten el disfrute de un puesto de trabajo. Rel¨¦guese a la discreci¨®n de los fondos de armario las carteras de trabajo, las batas sanitarias, los monos grasientos de mec¨¢nicos, los delantales de cocineros y empleadas de hogar, las zapatillas agujereadas y manchadas de pintura de pintores y hasta los veh¨ªculos susceptibles de utilizarlos para el trabajo.
Ser¨ªa recomendable, asimismo, abandonar toda expresi¨®n de tener ocupaci¨®n alguna que denote estr¨¦s laboral, habr¨¢ para ello que entristecer el paso y, manos en los bolsillos del pantal¨®n de pana, presentar la cara al sol como en los lunes f¨ªlmicos.
Ev¨ªtese as¨ª ataques por parte de hordas de parados de larga frustraci¨®n. Se dice de aquellos, que, organizados en piquetes de indignidad y varados en una miseria gris y fangosa, vac¨ªan sus l¨¢grimas sin decoro alguno en medio de las avenidas, al disfrazarse con lo reci¨¦n arrebatado al pobre incauto. Hay que ver c¨®mo caen de rodillas alucinados, pose¨ªdos, aplastados por el inmenso peso de una sonrisa que, aunque ajena, les sienta tan bien, tambi¨¦n a ellos.
Se cuenta, para mayor verg¨¹enza de la naci¨®n, que en la ciudad de Madcelcia, un pobre funcionario ha sido sorprendido con la ¨²ltima n¨®mina asomando en uno de sus bolsillos por un grupo de estos individuos y que despu¨¦s de manosearla, olerla y a?orarla sin mesura por el grupo, ha sido repetida y vilmente mancillada hasta el extremo cruel de no haber sido posible, hasta el momento, determinar con veracidad cient¨ªfica su exacto IRPF.
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