El p¨²blico
En estas p¨¢ginas ya lo han dejado dicho Enric Gonz¨¢lez y Rom¨¢n Orozco con m¨¢s fundamento de lo que yo pudiera hacer: la mayor¨ªa de lo que se ha visto, o¨ªdo y le¨ªdo sobre Marta del Castillo no es periodismo. Periodismo es eso que sale en los telediarios, pero no lo que aparece en esos programas. Lo ¨²nico que podr¨ªamos demandar desde el periodismo es que se abandone el formato profesional period¨ªstico y se aborde desde otro punto de vista y que quienes no cumplan con las normas de ¨¦tica sean expulsados de las asociaciones de periodistas. No podemos convertir el periodismo en un espect¨¢culo como en la pel¨ªcula El gran carnaval.
Pero lo que me llama la atenci¨®n no es la mirada de la prensa sino la del p¨²blico. La manera en la que a la gente le fascina este tipo de sucesos, el morbo de una mayor¨ªa que busca afanosa a los protagonistas del suceso, la falta de pudor de quienes quieren contar como sea su relaci¨®n con los acusados o con la v¨ªctima, la falta de escr¨²pulos de quienes quieren observar a los protagonistas de la historia sin l¨ªmite ni recato, la falta de respeto por la protecci¨®n de los menores y por la intimidad de los dem¨¢s. Ese esp¨ªritu de porteras, el alma negra del que quiere detalles, cuanto m¨¢s ¨ªntimos y escabrosos mejor. Es un grave error llevar a la televisi¨®n a una menor de 14 a?os y grav¨ªsimo que su madre haya cobrado por exponer la intimidad de su hija. Pero es a¨²n peor que este espect¨¢culo obtenga un 30% de audiencia. En momentos en los que la bajada de inversi¨®n publicitaria ha elevado la competencia entre televisiones, algunos canales no saben competir sin bajar a las cloacas. Pero es que resulta que las alcantarillas rebosan de mierda y de gente, de ciudadanos que no tienen recato en buscar en la televisi¨®n la intimidad de menores, que no tienen escr¨²pulo alguno por presenciar la confesi¨®n de ni?os sobre un hecho luctuoso. Ese 30% de audiencia de Telecino, esa gente que hace romper los aud¨ªmetros si Espa?a Directo o Andaluc¨ªa Directo tocan el tema de Marta del Castillo, todos esos individuos me producen ganas de vomitar. Los que se concentran a las puertas de los juzgados para gritarle a los implicados, los que van a la reconstrucci¨®n judicial de los hechos a vociferar u observar. Todos esos no tienen nada en com¨²n conmigo, es como si fueran habitantes de otro planeta miembros de otra raza. Los detesto. Ellos son los culpables de que se haya violentado la protecci¨®n a los menores, de que las televisiones no tengan el m¨¢s m¨ªnimo sentido de la ¨¦tica a la hora de tratar con menores o de violentar la intimidad ajena. Son ellos los que empujan a seudoprofesionales a romper cualquier l¨ªmite.
Vivimos en una sociedad que rompe barreras de convivencia. La proliferaci¨®n de medios nos convierte en chismosos. Perdemos el control y el pudor. No es menos cierto que son los mismos los que est¨¢n locos por contar lo suyo y por poner el cazo con tal motivo. No s¨¦ nada de redes sociales pero me llama tanto la atenci¨®n que alguien quiera contar su vida en Tuenti o sitios similares como que no se ponga l¨ªmites en esos lugares por el hecho de ser menor de edad o que luego tanta gente entre all¨ª a leer las conversaciones privadas de otros. Hay quien dice que los ni?os se educan solos ante la tele y el ordenador mientras los padres nos dedicamos a otras cosas. Toda esta situaci¨®n conduce al absurdo de manifestarse para pedir la cadena perpetua y ma?ana, si nadie lo remedia, la pena de muerte. Y que sirva para que el presidente del Gobierno reciba a la familia de Marta del Castillo en un repetido ejercicio de populismo impropio de un gobernante. Debemos compadecer a la familia de Marta pero no darle alas en un ejercicio de demagogia. Me pareci¨® fatal que los pol¨ªticos hayan convertido al padre de Mari Luz Cort¨¦s en un personaje p¨²blico por el mero hecho de sufrir una desgracia. No volvamos a lo mismo, no nos dejemos empujar al abismo de la basura, el morbo y el amarillismo. Un poco de dignidad, por favor.
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