Dolor y populismo
Legislar bajo la presi¨®n de las emociones suscitadas por un crimen es una irresponsabilidad
Miles de personas se manifestaron el s¨¢bado en Madrid para reclamar, entre otras cosas, un refer¨¦ndum en favor de la cadena perpetua para los culpables de cr¨ªmenes como el asesinato de la adolescente sevillana Marta del Castillo. Si para ello hace falta cambiar la Constituci¨®n, que se cambie, declar¨® durante la movilizaci¨®n el padre de la chica; d¨ªas antes hab¨ªa pedido entrevistarse con el presidente del Gobierno y con el l¨ªder de la oposici¨®n para pedirles que se sumasen a su propuesta. El t¨ªo y portavoz de la familia emplaz¨® a Zapatero a que "si tiene un m¨ªnimo de honestidad, escuche a la ciudadan¨ªa".
Los familiares que han padecido este drama merecen comprensi¨®n, pero ser¨ªa desleal con ellos asumir sin m¨¢s sus opiniones y actitudes por el hecho de ser expresadas desde el dolor. Instalar las emociones suscitadas por el crimen como pauta de comportamiento p¨²blico puede acabar traduci¨¦ndose en intolerables presiones sobre la justicia y el legislador. Especialmente si esas emociones se manipulan desde la morbosa exhibici¨®n de los hechos (y del dolor) en medios de masas como la televisi¨®n, con desprecio de las garant¨ªas sobre la privacidad de los menores recogidas en la ley y las normas deontol¨®gicas.
Las ins¨®litas demandas de los familiares de Marta no se comprenden sin el tratamiento populista que se dio al caso Mari Luz, con consecuencias indeseables. Los gobernantes deben estar atentos a las se?ales de la opini¨®n p¨²blica, que no s¨®lo se manifiestan en las elecciones sino en las encuestas, movilizaciones, opiniones period¨ªsticas, etc¨¦tera. Pero no hasta el punto de gobernar a golpe de telediario, o de sondeos o de mediciones de audiencia de programas audiovisuales.
?Qu¨¦ pasar¨ªa si cada grupo o persona agraviada solicitara un refer¨¦ndum sobre la respuesta a dar al motivo de su agravio? Endosar la decisi¨®n de asuntos complejos directamente a la poblaci¨®n, como suelen hacer los caudillos populistas, no es la mejor forma de abordarlos. Y ceder al impulso emotivo de la opini¨®n p¨²blica revela irresponsabilidad.
El sistema penal no puede quedar a merced de los desbordamientos emocionales provocados por un asesinato y amplificados por medios de comunicaci¨®n poco escrupulosos. Y las instituciones y los responsables pol¨ªticos deben resistir la tentaci¨®n de lanzarse tambi¨¦n a esas aguas con la excusa de mostrar cercan¨ªa ante los problemas de los ciudadanos.
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