Leyes de carnaval

Acaba de anunciar Javier Madrazo su intenci¨®n de promover en la pr¨®xima legislatura una Ley de Transparencia de las Administraciones P¨²blicas y de Derecho del Ciudadano a la Informaci¨®n. Y una se (y le) pregunta ingenuamente por qu¨¦ ha esperado a acabar su mandato, a que se cerrara el Parlamento y a que entr¨¢ramos en campa?a electoral para hacer esa propuesta. ?Por qu¨¦ no lo ha hecho antes? Si ese proyecto se hubiera presentado a su debido tiempo, a lo largo de las ¨²ltimas legislaturas se habr¨ªa podido aprobar esa ley (y otras tambi¨¦n necesarias y pendientes de ese departamento) y al ciudadano vasco se le habr¨ªan podido ahorrar, por esa v¨ªa de transparencia, m¨¢s de un disgusto y sobresalto (pongamos affaires Guggenheim o Balenciaga), junto con un mont¨®n de dinero que ahora mismo podr¨ªa invertirse con mucho m¨¢s fundamento y provecho social.

En cualquier caso, las leyes hay que promoverlas, aprobarlas, pero luego tambi¨¦n respetarlas y, claro est¨¢, velar por su cumplimiento. Y es en el manifiesto d¨¦ficit de observaci¨®n y observancia de algunas de nuestras leyes donde quisiera detenerme hoy. Las llamar¨¦ leyes de Carnaval, aprovechando que estamos en ¨¦poca de disfraces, en el sentido de que su aplicaci¨®n tiene tanto ropaje de enredos o "descuidos" de cumplimiento, que ya no se las reconoce. Pongamos la ley Antitabaco. Y voy a dejar la ingenuidad e incluso la iron¨ªa de lado para preguntar sencillamente ?c¨®mo hay que entender esto?, ?c¨®mo es posible que tres a?os despu¨¦s de la promulgaci¨®n de la ley aqu¨ª siga siendo dif¨ªcil distinguir con claridad d¨®nde se puede fumar y d¨®nde no?, y ?por qu¨¦ se permite en tantos sitios donde en principio est¨¢ prohibido? Y. fundamentalmente, ?por qu¨¦ se deja que se acumulen las denuncias por incumplimiento en Euskadi y no se sancionan?; es decir, ?qu¨¦ modelo de responsabilidad y de credibilidad institucionales representa semejante dejadez?

O pongamos la ley que proh¨ªbe vender alcohol a menores y cuya aplicaci¨®n es un "coladero", como indican los estudios sobre h¨¢bitos de consumo en los adolescentes; las voces de alarma de los servicios de asistencia que atienden los comas et¨ªlicos (nos llegar¨¢ una nueva actualizaci¨®n de datos despu¨¦s de Carnaval). O la simple observaci¨®n de la calle, donde reinan los botellones, claro, pero tambi¨¦n consumos bajo techo, en locales donde pedir el DNI antes de poner la consumici¨®n no es precisamente la m¨¢s habitual de las pr¨¢cticas (estas navidades se han celebrado entre nosotros fiestas, ampliamente publicitadas, en las que se controlaba en la entrada el traje, pero no la edad, y a las que han acudido por ello montones de menores a ponerse "hasta arriba", por no utilizar la expresi¨®n de uso corriente entre el chavaler¨ªo).

Este a?o los carnavales se sit¨²an en el centro de la campa?a electoral, como una juiciosa alerta del calendario, digna de tenerse muy en cuenta.