Lujo y candilejas

La cubierta de teca reluciente, a la incierta luz del amanecer, parece tan larga y solitaria como una alucinaci¨®n; en una sola vuelta al barco, los madrugadores que hacen footing habr¨¢n completado un kil¨®metro, seg¨²n consta en unas marcas. No es raro a esas horas ver gorriones, tan lejos de cualquier costa, o escuchar grillos en el silencio de la noche; son polizones que se colaron, durante la ¨²ltima escala, en esa isla flotante, inmensa, un crucero de lujo cuyo nombre parece evocar la m¨²sica celestial de las esferas: Crystal Symphony. Un lustroso buque de una naviera, Crystal Cruises, elegida en revistas del sector, por 15 a?os consecutivos, como la mejor compa?¨ªa del mundo de grandes cruceros.

Un segmento que crece

Puede parecer parad¨®jico en los tiempos que corren, pero estas traves¨ªas de alta gama avanzan, m¨¢s que nunca, viento en popa. Si todo el negocio de los cruceros no ha hecho sino aumentar en los ¨²ltimos a?os, el segmento de lujo crece por encima del normal. Y esto reza tambi¨¦n para Espa?a, que ocupa el cuarto puesto europeo en el consumo de cruceros, por detr¨¢s de Reino Unido, Alemania e Italia (por ese orden), pero por delante ya de Francia, por ejemplo.

A pesar de los tiempos dif¨ªciles, se prev¨¦ para la pr¨®xima temporada mantener al menos los niveles alcanzados. Por otro lado, se asiste, tambi¨¦n en este frente, a aut¨¦nticas guerras de precios. Realmente un crucero de lujo puede no costar tanto dinero. No mucho m¨¢s que un periplo est¨¢ndar, a menos, claro est¨¢, que uno quiera ocupar la suite presidencial. Adem¨¢s, ?qui¨¦n no puede permitirse un capricho en la vida? Una celebraci¨®n, una luna de miel o aniversario. Un arrebato, en fin, puede ser la coartada.

Y la diferencia se nota, vaya si se nota: no es directamente proporcional al sobregasto. Ante todo, se nota en el espacio. Puede haber mil pasajeros en el barco (tal es su cupo) y parece que estuviera semivac¨ªo. Se ven casi m¨¢s tripulantes uniformados; de hecho, por cada pareja de pasajeros hay un tripulante a bordo. Muchos de los camarotes, con el tama?o de un miniapartamento, poseen jacuzzi, vestidor y su propia terraza cara al mar.

Pero el lujo se nota sobre todo en ciertos detalles con respecto a la comida (y eso que la gastronom¨ªa, como es sabido, es algo muy cuidado en cualquier tipo de crucero). En este caso, el viajero cuenta, para mimar su apetito, con no menos de siete opciones, desde parrillas r¨¢pidas o buf¨¦s sofisticados hasta restaurantes especializados (franc¨¦s, italiano, oriental). Para probar las virguer¨ªas de Nobu Matsuhisa, en el comedor oriental, s¨®lo hay que reservar por la ma?ana, y puede uno acudir tantas veces como quiera sin m¨¢s coste que la propina; para comer en los Nobu de Londres o Nueva York hay que reservar con d¨ªas o semanas de antelaci¨®n.

El sistema de log¨ªstica e intendencia del barco es tan preciso como un mecanismo de relojer¨ªa; en cada puerto de escala esperan contenedores con langostas vivas de Maine, foie fresco o frutas y viandas exquisitas. El pasajero puede solicitar a su ma?tre alguna extravagancia alimentaria; si no la tienen en el barco, estar¨¢ esperando en el pr¨®ximo punto de atraque. Las suites de categor¨ªa superior pueden contar con servicios adicionales, como el t¨¦ de las cinco servido en el propio camarote y surtido con aquello que el pasajero haya encargado, desde caviar hasta una selecci¨®n de quesos franceses; el ritual entra en el precio de la suite, lo mismo que las botellas de champa?a, whisky o ginebra del bar.

El spa e instalaciones de wellness, con inspiraci¨®n en el Feng Shui, proporcionan sofisticados tratamientos, con barros, algas, piedras, agujas... Los amantes del deporte cuentan con gimnasio, dos piscinas (cubierta y al aire libre), pistas de tenis o minigolf (hay m¨¢s gente joven de lo que uno se imagina).

'Wi-fi' en sesi¨®n continua

Muchas opciones de ocio est¨¢n previstas: sesiones continuas de cine, discotecas de varios estilos, teatro con buenas producciones musicales, tiendas de marcas excelentes, casino, biblioteca y filmoteca con m¨¢s de 3.000 t¨ªtulos que puede uno leer o visionar en el propio camarote. Por no hablar de las actividades del d¨ªa, que pueden incluir clases pr¨¢cticas de inform¨¢tica (hay acceso a Internet wi-fi en cualquier punto del barco, las 24 horas), de idiomas o catas de vinos.

?Y los destinos y las excursiones? En un barco as¨ª, claro est¨¢ que son casi lo de menos. Este buque se alterna con su gemelo, el Crystal Serenity, para navegar durante el verano europeo por el Mediterr¨¢neo y el Adri¨¢tico, enlazando puertos de prestigio en todas las combinaciones posibles, o bien por el B¨¢ltico y mar del Norte. Al apuntar el oto?o dirigen su proa hacia la costa de Marruecos, Canarias, Madeira o las Azores. Durante el invierno surcan el Caribe, el Pac¨ªfico norte y sur, o incluso echan su cuarto a espadas con una vuelta al mundo en dos o tres semanas. Por incre¨ªble que parezca, hay afortunados que empalman un crucero con el siguiente (lo cual goza de grandes descuentos); como si les diera miedo abandonar esa burbuja protectora dentro de la cual se sienten mimados y pueden vivir una suerte de existencia paralela, segura y confortable. El mar no es para ellos un medio azaroso, sino la meta o, por lo menos, un piadoso salvavidas.

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