El ministro y el juez
La salida del Gobierno del ministro de Justicia, lejos de saciar el hambre del PP, ha aumentado su apetito bul¨ªmico. El debate sobre el t¨¦rmino adecuado para bautizar esa minicrisis -cese o dimisi¨®n- dif¨ªcilmente alcanzar¨ªa un acuerdo concluyente. La elecci¨®n de los ministros designados por el presidente del Gobierno es discrecional, al igual que su cese: aunque el Congreso inviste y destituye al jefe del Ejecutivo, no participa en el nombramiento y cese de los ministros. La puesta a disposici¨®n de los cargos ministeriales de libre designaci¨®n es una redundancia ret¨®rica: nadie puede regalar algo que no es suyo, m¨¢xime si el destinatario de la cortes¨ªa se lo confi¨® en dep¨®sito precario. La omnipotencia otorgada por la Constituci¨®n al presidente del Gobierno hace posible consejos de ministros mediocres formados por secretarios de Estado sumisos.
El PP se querella por prevaricaci¨®n contra el juez Garz¨®n como instructor del 'caso Correa'
La dimisi¨®n irrevocable de un ministro sin aceptar una posterior negociaci¨®n y su destituci¨®n a cara de perro por el presidente son casos menos frecuentes que otros supuestos m¨¢s complejos y matizados. Parece razonable concluir que Bermejo estaba dispuesto a continuar en el cargo, pero tambi¨¦n resignado al cese. Enfrentado a un dilema cuyos dos cuernos -la destituci¨®n inmediata o el aplazamiento hasta despu¨¦s de las elecciones del 1-M- eran casi igual de arriesgados, la decisi¨®n de Zapatero podr¨ªa ser explicada por diferentes motivos (solos o acompa?ados de otros): el prop¨®sito de frenar la ca¨ªda de la intenci¨®n de voto socialista en las auton¨®micas; la rendici¨®n de cuentas ministerial por la huelga de jueces; el tono bronco de un agresivo actor pol¨ªtico incapaz de desempe?ar el papel conciliador propio del titular de Justicia; la irritaci¨®n producida dentro del PSOE a causa del aire ancien r¨¦gime (el "abrazo aristocr¨¢tico" tan temido por la II Internacional) de las monter¨ªas; la falta de sensibilidad de un ministro proclive al populismo ante las matanzas de animales por diversi¨®n; el abuso de poder detectable en el aprovechamiento de los cotos p¨²blicos, las invitaciones a las fincas privadas y la poca diligencia para sacar la licencia de caza.
Pero el PP prefiere creer que Bermejo fue destituido por su presencia en cacer¨ªas a las que tambi¨¦n asisti¨® -entre otras muchas personas- el juez Garz¨®n, instructor del caso Correa. Esa fr¨¢gil hip¨®tesis tal vez sea la ¨²nica de todas las posibles que no ayude a entender la salida del ministro Bermejo: carece de los requisitos m¨ªnimos necesarios para ofrecer una explicaci¨®n plausible. ?Alguien puede creer que la coincidencia de dos personajes muy conocidos en un espacio p¨²blico concurrido -una cacer¨ªa, un concierto de c¨¢mara o una misa- es una prueba de la conspiraci¨®n contra el PP capaz de enervar la presunci¨®n de inocencia? La interposici¨®n de una risible querella criminal por prevaricaci¨®n contra el juez Garz¨®n demuestra que ni siquiera el sentido del rid¨ªculo impide a Trillo y a sus colegas populares seguir obstaculizando la acci¨®n de la justicia. -
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