Van a por ¨¦l
Utilizando un s¨ªmil deportivo, el partido se est¨¢ jugando en el terreno que mejor domina el juez Baltasar Garz¨®n: sumario pol¨¦mico, indignaci¨®n de los afectados y feroz campa?a solicitando su recusaci¨®n. Estamos en una nueva edici¨®n del acoso a Garz¨®n. Conocidos la existencia de la instrucci¨®n y los apellidos de los primeros imputados, llega el contraataque. Nada nuevo en las portadas informativas cuando este magistrado entra en acci¨®n. Nada que el personaje no tenga perfectamente asumido ni sepa administrar, como reconoce en un libro que recoge buena parte de sus pensamientos y sus respuestas (Un mundo sin miedo, Plaza y Jan¨¦s, 2005): "Atraes la atenci¨®n y a partir de ah¨ª te conviertes o te convierten en 'estrella', 'vedette', 'protagonista', 'medi¨¢tico', 'pol¨¦mico', 'controvertido'. Es decir, en alguien que act¨²a a impulsos de popularidad o de encuesta, en alguien que delinque, prevarica. Miente o conspira para mantenerse en alza, para que le reconozcan o le premien. En fin, en un monstruo, s¨®lo que para algunos es un monstruo bueno y para otros malo, pero siempre monstruo".
Siempre ocurre igual: conocidos la instrucci¨®n y los primeros imputados, llega el contraataque
"Hay expertos en la coacci¨®n medi¨¢tica que usan al periodista como mercenario o para lograr ventajas del poder"
Polic¨ªas de todas las ¨¦pocas, socialistas o populares, son los que m¨¢s aprecian el trabajo de Garz¨®n
Profesa admiraci¨®n al juez Falcone, que tuvo amplios poderes contra la Mafia italiana. Hasta que fue asesinado
Nunca ha gozado de apoyos suficientes en el Poder Judicial, cualquiera que sea el color pol¨ªtico dominante
Rajoy deber¨ªa tener en cuenta que quiz¨¢ est¨¦ jugando en el terreno que mejor domina Baltasar Garz¨®n
Deber¨ªan tenerlo en cuenta Mariano Rajoy y sus asesores en el Partido Popular si no quieren verse reflejados en las hemerotecas, dentro de unos a?os, como personajes secundarios que han servido para realzar la ya abundante y fuera de lo com¨²n trayectoria de un juez que, a la vista de sus propios escritos, parece convencido de que ha venido a este mundo a interpretar un papel. La cuesti¨®n es que, dado el escenario, Baltasar Garz¨®n se interpreta a s¨ª mismo. As¨ª que domina el personaje. Y conoce el gui¨®n, que parece escrito para ¨¦l. Son los dem¨¢s quienes ejercen labores de actores de reparto. Si hubiera que juzgar la serie judicial que tiene a Garz¨®n como protagonista y que se mantiene 21 a?os en cartel, habr¨ªa que reconocer que, siendo la trama un tanto mon¨®tona, sigue cosechando elevados ¨ªndices de audiencia. ?Qui¨¦n no est¨¢ interesado en conocer qu¨¦ es lo que realmente ha sucedido en las entra?as del Partido Popular all¨¢ donde ha disfrutado de un poder absoluto? ?A cu¨¢ntos espa?oles no les gustar¨ªa saber el paradero de los cuerpos de sus familiares represaliados durante la Guerra Civil y el franquismo?
Los primeros calificativos dirigidos a Baltasar Garz¨®n como juez estrella datan de hace casi 20 a?os (Garz¨®n accede a la Audiencia Nacional en enero de 1988, desde la inspecci¨®n del Consejo General del Poder Judicial). Y fue por el caso Amedo. El 13 de julio de ese a?o orden¨® la prisi¨®n de los dos polic¨ªas, el propio Amedo y Michel Dom¨ªnguez, acusados de varios asesinatos frustrados de los GAL, que a?os m¨¢s tarde supusieron su condena a 108 a?os de prisi¨®n para cada uno. Ese caso fue el detonante, porque por primera vez un juez se atrev¨ªa a investigar a la c¨²pula del Ministerio del Interior por hacer la guerra sucia contra los terroristas de ETA. El Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez digiri¨® mal el asunto.
Paralelamente, el magistrado instru¨ªa varios sumarios por actividades terroristas de ETA y los GRAPO. A finales de 1989, el magistrado hab¨ªa procesado al entonces jefe del aparato militar de ETA, Santi Potros; hab¨ªa sido el primer juez espa?ol en desplazarse a Francia para interrogar a presos etarras (entre ellos, al n¨²mero uno de la banda, Josu Ternera), y hab¨ªa experimentado sus primeras pol¨¦micas con el Gobierno socialista a consecuencia de sus indagaciones sobre el destino de los fondos reservados del Ministerio del Interior. Las presiones desde el Ejecutivo obligaron a Garz¨®n a pedir amparo al Consejo General del Poder Judicial, que, con mayor¨ªa de vocales elegidos por los socialistas, "tom¨® conocimiento de la importancia de los hechos", pero no le respald¨®. Era la primera vez. Ha habido otras. Un periodista, por entonces 20 a?os m¨¢s joven, escrib¨ªa estas frases sobre la incipiente carrera de un juez de 34 a?os: "Ya hay quien dice que tiene gafe. Baltasar Garz¨®n, uno de los cuatro jueces que instruyen causas por delitos de terrorismo en Espa?a, no tiene mucha suerte. Le tocan todos los huesos duros de roer".
Hay una leyenda de que Garz¨®n elige los casos. No es verdad. Ocurre que los polic¨ªas valoran su osad¨ªa para intentar llevar la investigaci¨®n hasta el final y c¨®mo respalda sus pesquisas, por lo que aprovechan las fechas del calendario para judicializar las operaciones cuando Garz¨®n est¨¢ de guardia. Son los polic¨ªas, altos cargos de todas las ¨¦pocas, socialistas o populares, los que mejor aprecian su trabajo.
As¨ª que un a?o m¨¢s tarde, nadie hablaba de gafe. Garz¨®n dirig¨ªa la actuaci¨®n de 350 agentes de polic¨ªa contra el narcotr¨¢fico gallego desde la comisar¨ªa de Villagarc¨ªa de Arousa, donde firmaba decenas de ¨®rdenes de registro. Su imagen se hizo famosa al abordar un barco o al montar en un helic¨®ptero. Era la Operaci¨®n N¨¦cora. Luego, vinieron otras m¨¢s. Otros sumarios. Todos ellos impactantes. Entre los casos de Garz¨®n figuraban tanto ¨¦xitos policiales como actividades que pon¨ªan de manifiesto la corrupci¨®n en las fuerzas de seguridad, tal y como sucedi¨® con la UCIFA, la unidad antidroga de la Guardia Civil, cuyos miembros pagaban con droga a confidentes. El contraataque de los imputados fue feroz, contra Garz¨®n y los mandos de Interior. Hubo una campa?a de desprestigio, pero el juez sali¨® inc¨®lume.
Los sumarios de Garz¨®n tocaron al Gobierno socialista de la ¨¦poca. Y en alguna menor medida, al poder financiero (casos Privanza, Expo, Tele 5 o BBV). Unos le criticaban y otros le alababan. Era ya el monstruo. Como ¨¦l dice, bueno para unos y malo para otros, pero monstruo al fin y al cabo. Sent¨® en el banquillo a terroristas, narcotraficantes, traficantes de armas, altos cargos; y pretendi¨® que el Tribunal Supremo lo hiciera con ex ministros como Jos¨¦ Barrionuevo y el propio Felipe Gonz¨¢lez, cuando ya no era presidente del Gobierno. Todos han sentido deseos de eliminarle, de alguna u otra manera. Han sido los personajes secundarios de la trama, que han ido abandonando la serie (unos, para purgar sus penas en la c¨¢rcel; otros, para retirarse de la actividad p¨²blica con mayor o menor decoro), mientras el titular del n¨²mero 5 de la Audiencia Nacional ha seguido siendo Baltasar Garz¨®n. Lo curioso del caso es que el gui¨®n no se ha modificado. Cambian los personajes, pero no el protagonista.
Eso debe tenerlo en cuenta Rajoy. Todo cuanto est¨¢ sucediendo durante estas ¨²ltimas semanas est¨¢ escrito en el gui¨®n de Garz¨®n. As¨ª escribe en su libro: "Hay casos en los que la vida del juez no vale m¨¢s que el precio que est¨¦s dispuesto a pagar al sicario de turno. Aunque lo m¨¢s normal es que el juez sea neutralizado a trav¨¦s de medios de comunicaci¨®n afines, mediante campa?as de desprestigio y descr¨¦dito que acaben con la ecuanimidad de su juicio, con su tranquilidad familiar o personal, y desemboquen en su silencio, inactividad o retirada. (...) Pienso que los ataques a la independencia de los jueces siempre existir¨¢n cuando investiguen a responsables pol¨ªticos o econ¨®micos, pero lo importante es superarlos y rechazarlos. Al menos, yo lo he intentado cuando me han presionado, denunciado, recusado maliciosamente, expedientado, y me han odiado y despreciado. Miro a mi hijo y recuerdo todos y cada uno de los ataques sufridos desde dentro y desde fuera en unas y otras investigaciones, las denuncias, las presiones, las recusaciones instrumentales, los expedientes abiertos sin haber intentado siquiera una indagaci¨®n previa, los odios, los desprecios".
Garz¨®n ya no tiene 34 a?os. Tiene 53. Ya no es un joven juez. Y no le ha faltado suerte. Tras cada caso complicado en el que investigaba a poderosos hab¨ªa alguien que le necesitaba. El Partido Popular celebr¨® que Garz¨®n instruyera la segunda parte del caso GAL para acabar con el ¨²ltimo Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, y que quisiera acabar con ETA atacando su v¨ªa de financiaci¨®n (con los papeles del Proyecto Udaletxe en la mano, Garz¨®n sostuvo que ETA no s¨®lo son sus comandos, sino todo un entramado de estructuras y plataformas creadas para apoyar a la banda y perseguir sus fines desde la legalidad o alegalidad). Al PSOE le pareci¨® maravilloso, sin embargo, que Garz¨®n procesase y pidiese la extradici¨®n del ex dictador chileno Augusto Pinochet, y que atacase p¨²blicamente a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar por su apoyo a George W. Bush en la guerra de Irak.
No parece un hombre cansado aunque haya ingresado en un hospital el pasado fin de semana aquejado de una crisis de ansiedad. Hace 15 a?os respond¨ªa con firmeza a todas aquellas entrevistas que le interrogaban por la eventualidad de una retirada de la Audiencia Nacional. Hace 15 a?os ya. No se ha producido ese hecho. Sus intentos de acceder a la presidencia de la Sala de lo Penal han fracasado por id¨¦ntico motivo: sea la mayor¨ªa socialista del Poder Judicial o la mayor¨ªa conservadora, nunca ha gozado de los apoyos suficientes. Ahora tiene intenci¨®n de presentarse a la presidencia de la Audiencia Nacional, pero le faltan apoyos. Nadie le quiere. Otros jueces de la Audiencia, sin embargo, se?alan que ser¨ªa la forma m¨¢s f¨¢cil de desactivarle, porque como presidente de la Audiencia no tiene funci¨®n jurisdiccional, es decir, no podr¨ªa investigar nada, ni meter a nadie en la c¨¢rcel.
Ha ganado enemigos y ha perdido amigos. El n¨²mero y trascendencia de los casos instruidos por este juez son tan amplios que han terminado por traspasar fronteras. Recu¨¦rdense el caso Pinochet o la imputaci¨®n a Berlusconi. O su orden de detenci¨®n sobre Osama Bin Laden, en el caso de la c¨¦lula espa?ola de Al Qaeda. Una de sus aspiraciones ha sido ser fiscal en el Tribunal Penal Internacional: ¨¦l est¨¢ convencido de que su escaso dominio del ingl¨¦s ha sido un factor determinante en el fracaso de su candidatura -con ese fin estuvo a?o y medio en Estados Unidos-; otros piensan que el estilo Garz¨®n, tenido en algunos foros por una especie de justiciero, es demasiado arriesgado para darle rienda suelta a escala internacional. La cuesti¨®n es que, mientras su trayectoria p¨²blica ha sido espectacular, su biograf¨ªa personal y privada se ha mantenido muy discreta.
En ese sentido, Garz¨®n es un monolito. Todas las referencias a su vida personal permanecen invariables en el tiempo: su mujer, Yayo, es su novia de toda la vida; sus tres hijos (el primero de los cuales le permiti¨® eludir el servicio militar), sus aficiones: el esqu¨ª, el f¨²tbol (donde juega de portero), las coplas, las sevillanas (se lanza con estilo al escenario en cualquier tablao improvisado); su torpeza al inundar de chistes f¨¢ciles a la audiencia de cualquier reuni¨®n social, la asistencia a capeas. Es curioso: ninguno de los cientos de perfiles escritos en la prensa durante a?os da importancia a su actividad como cazador. Le gusta el campo, cierto (es hijo de agricultores de Ja¨¦n), pero poco se sab¨ªa de la caza hasta que salt¨® a las portadas la noticia de su coincidencia en una cacer¨ªa junto al ya ex ministro de Justicia Mariano Bermejo.
Esa coincidencia ha acabado con Bermejo, pero no con Garz¨®n.
Entre otras cosas, porque Garz¨®n conoce el riesgo al que est¨¢ expuesto. Violentaron su domicilio en varias ocasiones: en una de ellas drogaron a su perro, un pastor alem¨¢n, y le dejaron una piel de pl¨¢tano sobre la cama de matrimonio a modo de aviso. Le han seguido. Han confeccionado dossiers infamantes sobre su vida privada. Tiene permanentemente auditadas sus cuentas corrientes para evitar ingresos de dinero de sospechosa procedencia que puedan implicarle. Vive desde hace 20 a?os bajo una fuerte escolta policial. Conoce las reglas del juego en el que se ha metido y hasta ahora nadie ha podido demostrarle nada.
Su vida p¨²blica es otra cosa. Le han criticado. Le han etiquetado, como a los actores con demasiado ¨¦xito a los que se acusa de un exceso de afectaci¨®n: busca el espect¨¢culo y no instruye adecuadamente. Sin embargo, la opini¨®n generalizada de magistrados que han trabajado a su lado, no siendo amable, abunda en sus claros y oscuros de otra manera. "Garz¨®n probablemente sea el mejor jefe de prensa de s¨ª mismo, pero no es cierto que instruya mal. Eso es una leyenda urbana. Es un juez que sabe manejar los papeles y exprime a los fiscales, que son quienes generalmente llevan la instrucci¨®n. Gestiona bien el sumario, maneja bien los tiempos. Sabe crear equipos, que no le duran mucho tiempo porque es autoritario, arrogante y vanidoso. Agota a los equipos y no reconoce su trabajo. Trata mal a los funcionarios. Pero tiene olfato. Huele cu¨¢ndo un caso puede dar mucho juego, puede serle ¨²til. Lo que pasa es que es un mal pol¨ªtico metido a juez de instrucci¨®n".
La pol¨ªtica. No siempre Garz¨®n ha sido un personaje inc¨®modo para los Gobiernos. Para el poder pol¨ªtico. Algunos le reprochan su falta de contundencia con el poder econ¨®mico: no ha sido tan duro con los grandes empresarios como con los altos cargos, sostienen algunos cr¨ªticos. Pero s¨ª los de calado pol¨ªtico. Durante un a?o (entre 1993 y 1994) dej¨® la judicatura y pas¨® a la pol¨ªtica: particip¨® en las elecciones legislativas de 1993 con el PSOE. Cuentan que ambicionaba crear una especie de FBI a la espa?ola. Que ¨¦sa ha sido su m¨¢xima ambici¨®n, la de ser un fiscal a la americana. Algo de ello se desprende de sus libros. Por ejemplo, su admiraci¨®n no disimulada -quiz¨¢ la ¨²nica que profesa- al juez Giovanni Falcone, que tuvo amplios poderes para combatir a la Mafia en Italia hasta que fue asesinado. Aquella ambici¨®n no fue satisfecha. No hubo amplios poderes para Garz¨®n. Regres¨® a su trabajo y se convirti¨® en el martillo de aquel Gobierno socialista a consecuencia de los GAL y los fondos reservados.
Odiado por los socialistas y alabado por los populares. ?sas fueron las condiciones de juego durante varios a?os. Con el PP en el poder, su trabajo para arrinconar a todo el entorno de ETA rindi¨® grandes frutos. Conocida fue su gran relaci¨®n con el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Luego vino el caso Pinochet, que incomod¨® a Aznar. Y finalmente, su cr¨ªtica p¨²blica a la participaci¨®n espa?ola en la guerra de Irak.
Actualmente, con el caso de la Operaci¨®n G¨¹rtel (Correa, en alem¨¢n), el Partido Popular se ha revuelto en contra del juez. Los t¨¦rminos se han invertido. Son los populares quienes le critican descaradamente, emitiendo frases muy parecidas a las que proclamaban los socialistas en su momento. Se le acusa de filtraciones interesadas, de manipulaci¨®n, de prevaricaci¨®n. Los argumentos para recusarle, antes y ahora, se parecen como dos gotas de agua. Nada nuevo.
Nada que Garz¨®n no tenga en su gui¨®n. De nuevo, el libro El mundo sin miedo (escrito hace cuatro a?os) resulta esclarecedor. Son sus palabras: "?Cu¨¢ntas veces las imputaciones de filtraciones a la prensa se hubieran paralizado de inmediato con la simple comparecencia del juez explicando los hechos! En mi caso, en muy contadas ocasiones he podido hacerlo, pero no he dudado en dar explicaciones en situaciones l¨ªmite y cuando la informaci¨®n era paladinamente falsa y manipulada. Si no he acudido -s¨®lo una vez lo hice- en m¨¢s ocasiones a los tribunales, ha sido porque desconfiaba de mis propios compa?eros. No estaba muy seguro de que fueran capaces de enfrentarse a eventuales campa?as de presi¨®n medi¨¢tica, con lo que estoy afirmando que esa circunstancia se ha producido. Hay expertos en la coacci¨®n y extorsi¨®n medi¨¢tica que utilizan la profesi¨®n de periodista como mercenarios o para obtener ventajas del poder pol¨ªtico. Son falsos profesionales, cuya ¨¦tica profesional es similar a la de los capos mafiosos".
La actualidad en los albores de 2009 est¨¢ marcada por un nuevo acoso a Baltasar Garz¨®n. Es la tercera parte, luego de la experimentada durante el denominado caso Sogecable y la que protagonizaron los socialistas mediados los a?os noventa. La orquesta recusadora la dirige hoy Mariano Rajoy al frente de los populares.
La Operaci¨®n G¨¹rtel ha destapado una trama de corrupci¨®n que ha alcanzado a varios aforados, entre ellos, el presidente valenciano, Francisco Camps, y el tesorero del Partido Popular, Luis B¨¢rcenas. La r¨¦plica del PP no es nueva: es la misma que siguieron en CiU (caso Banca Catalana) o en el PSOE (caso Filesa). El mismo estribillo en todos los casos: primero, la defensa (todos como una pi?a, no hay familias, sino defensa a ultranza del partido y los afiliados imputados), y luego, el contraataque (se ataca al juez, se le acusa de parcialidad y se le presiona para que abandone el caso).
Como hasta ahora no ha dado resultado, los populares han presentado una querella por prevaricaci¨®n contra el juez. No parece que vaya a tener ¨¦xito, pues hasta un enemigo irreconciliable de Garz¨®n, el ex juez Javier G¨®mez de Lia?o, la ha criticado. Y es que los querellantes no han tenido en cuenta la doctrina del Tribunal Supremo sobre inhibiciones. Garz¨®n la conoce bien, pues el alto tribunal le dio un sonoro varapalo cuando por segunda vez dirigi¨® una exposici¨®n razonada por si los hechos que supuestamente implicaban a Felipe Gonz¨¢lez en los GAL eran constitutivos de delito. El Supremo dijo entonces que los jueces tienen la obligaci¨®n de determinar bien los delitos (es decir, instruir la causa hasta que no quede m¨¢s remedio que llamar a declarar como imputado al aforado).
Posteriormente, el PP ha ampliado la querella por revelaci¨®n de secretos, porque Garz¨®n desminti¨® que Esteban Gonz¨¢lez Pons fuera uno de los aforados a los que estaba investigando. La queja es que, al negar los hechos respecto a Pons y no hacerlo respecto del tesorero, Luis B¨¢rcenas, estaba confirmando que le ten¨ªa por imputado. Una especie de comisi¨®n por omisi¨®n que no tiene ning¨²n futuro, salvo el ruido de un partido pol¨ªtico que pretende ocultar que est¨¢ siendo investigado por corrupci¨®n. Otro varapalo: el vicepresidente del Consejo del Poder Judicial, De Rosa, atac¨® a Garz¨®n por haber imputado a su ex jefe pol¨ªtico Francisco Camps. El Poder Judicial le ha obligado a pedir disculpas al juez.
Buscan la recusaci¨®n.
Pero Garz¨®n se inhibir¨¢ en pr¨®ximas fechas.
Garz¨®n lo tiene escrito hace cuatro a?os: "Adem¨¢s, era consciente de que, en muchas ocasiones, los ataques eran parte de una estrategia de provocaci¨®n de los propios afectados con el fin de inutilizarme como instructor".
Por eso, Rajoy, tambi¨¦n aficionado a los s¨ªmiles deportivos, deber¨ªa tener en cuenta que quiz¨¢ est¨¦ jugando en el terreno que mejor domina Garz¨®n. -
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