La maza y el silencio
La reacci¨®n de Emilio Guti¨¦rrez rompe la tradicional resignaci¨®n a las agresiones en Euskadi
Quieres que te saque a hostias?".
El joven protagonista de El ¨¢ngulo oscuro, la ¨²ltima novela de Luisa Etxenike, ha entrado en el local de Batasuna de la parte vieja de San Sebasti¨¢n con la intenci¨®n de reivindicar a su padre, asesinado por ETA unos d¨ªas antes. Mart¨ªn, ¨¦se es el nombre del personaje, decide encararse con los amigos de los terroristas despu¨¦s de rumiar largamente su dolor y su angustia.
"?ste es el bar de ellos, los que no lamentan la muerte de mi padre; todo lo contrario, los que se alegran de que lo hayan asesinado. Seguro que han brindado aqu¨ª mismo. (...) Presoak etxera, "los presos a casa", escrito en las paredes. (...) Euskadi ya no es casa para m¨ª. Y ahora ?a qu¨¦ clase de casa hu¨¦rfana voy a volver? Presoak kalera. Escrito en esta lengua, que tambi¨¦n es la m¨ªa; y no quiero quererla. No puedo quererla, porque no quiero parecerme a ellos en nada. Anudado el euskera en mi garganta; ahogado en la garganta. No quiero parecerme".
Siendo Guti¨¦rrez hijo de un concejal socialista, puede que haya visto la angustia y el miedo en la cara de sus padres
Mart¨ªn explica m¨¢s adelante a su novia que decidi¨® entrar en la sede-bar de Batasuna para hacer algo diferente. "Para que no parezca que no ha pasado nada, que todo puede seguir igual ahora que ya nada va a ser igual. Quer¨ªa que ellos lo supieran. (...) Y tambi¨¦n he entrado ah¨ª para que sepan que no soy un cobarde, que no les tengo miedo".
?Es casualidad que el pasado martes, en Lazkao (Guip¨²zcoa), otra joven v¨ªctima, esta de carne y hueso, osara hollar igualmente el territorio enemigo, aunque armado de una maza y llevado por los vientos de la ira y la exasperaci¨®n? ?Est¨¢ en el aire de los tiempos que el monopolio batasuno de la ira toque a su fin y que las almas de la mansedumbre, la resignaci¨®n y el silencio empiecen a rebelarse? Por incre¨ªble que resulte en esta sociedad que ha padecido miles, decenas de miles, de agresiones a lo largo de los ¨²ltimos 30 a?os, el caso de Lazkao no tiene un precedente conocido.
La reacci¨®n de Emilio Guti¨¦rrez es seguramente fruto de un arrebato, de una explosi¨®n de c¨®lera activada por la visi¨®n de su casa en ruinas, pero trat¨¢ndose del hijo de un antiguo concejal socialista, cabe suponer que venga precedida de una historia. Puede que haya visto la angustia y el miedo reflejados en las caras de sus padres, que lo vendieron todo y se marcharon de Euskadi. Si se trata de buscar h¨¦roes, santos o locos, ah¨ª est¨¢n todos estos concejales y militantes de los partidos que aguantan un infierno de presiones y amenazas, expuestos al doble desamparo de un Estado de derecho que no alcanza a asegurarles una ciudadan¨ªa en libertad, y un r¨¦gimen y una clase nacionalista que pocas veces le ha ofrecido su respaldo moral y pol¨ªtico.
No deja de ser indicativo que la sede de Batasuna en Lazkao ocupe un lugar c¨¦ntrico y privilegiado, a un centenar de metros del Ayuntamiento, y que la del PSE-EE, destruida por la misma bomba que da?¨® la de Emilio Guti¨¦rrez, se ubique en el ¨²ltimo edificio del pueblo. Xabier Arzalluz, el hombre que dirigi¨® el PNV a lo largo de esas d¨¦cadas, no se recataba en criticar la actitud "poco varonil" de los militantes del PP atacados, ni en relativizar las agresiones a los socialistas. "Le echan una piedra a uno del PSOE y parece que se cae el mundo", clam¨® en el Aberri Eguna dos meses despu¨¦s del asesinato de Fernando Buesa. Su aseveraci¨®n de que "el terrorismo es una forma de lucha del peque?o contra el grande" fue repetida a t¨ªtulo exculpatorio y con reconocimiento expreso al autor por el entonces jefe militar de ETA, Txapote, ante el tribunal de Par¨ªs que lo juzg¨® por "asociaci¨®n de malhechores".
El miedo en Euskadi va por barrios y no es s¨®lo resultante de la exudaci¨®n difusa de la violencia. Como ha explicado el periodista y analista pol¨ªtico Florencio Dom¨ªnguez en su libro Las ra¨ªces del miedo, la administraci¨®n del miedo responde a un programa que ETA empez¨® a aplicar ya a mediados de la d¨¦cada de los setenta con el asesinato de ciudadanos vascos acusados, gratuitamente, de ser confidentes de la polic¨ªa. "Lo de menos era ser o no confidente", subraya. "Figurar en una de esas listas significaba la muerte civil, antesala de la muerte real: el rumor se extend¨ªa, los amigos se alejaban del proscrito, los vecinos le retiraban la palabra y a su alrededor se hac¨ªa el vac¨ªo". Todo el mundo sabe en Euskadi que cuando un militante de Batasuna censura o amenaza, lo hace atribuy¨¦ndose la representaci¨®n de poder f¨¢ctico que emana de ETA.
Junto a la intimidaci¨®n, se ha desarrollado lo que los soci¨®logos denominan "la espiral del silencio", mecanismo que conduce a silenciar las opiniones propias por temor al aislamiento social cuando esas opiniones no encajan con la opini¨®n percibida como establecida. Tras la eclosi¨®n del nacionalismo en los primeros a?os de la democracia, los vascos no nacionalistas tuvieron que aceptar en la esfera p¨²blica oficial toda la simbolog¨ªa y los valores nacionalistas. "Los vascos no nacionalistas, los 'espa?oles', no pod¨ªan hacer gala p¨²blica de signos de identidad sin que ello fuera percibido como un acto hostil a los vascos. Todo ello contribu¨ªa a que se produjera un silencio", constat¨® el equipo del profesor Linz en su informe. El comportamiento airado de Emilio Guti¨¦rrez ha venido a quebrar, estrepitosamente, la gigantesca espiral de silencio instalada en la poblaci¨®n vasca no nacionalista. -
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