Robben renuncia a su estilo
El extremo del Madrid dej¨® de regatear porque se lo pidieron Ra¨²l y Juande
A Robben le dijeron que para seguir siendo titular en el Madrid ten¨ªa que reprimirse un poco. En Montju?c fue titular. Pero fue menos Robben.
El extremo, fichaje estrella del ex presidente Ram¨®n Calder¨®n, pas¨® de hacer una media de diez regates por partido a intentar s¨®lo dos contra el Espanyol. De pronto, el hombre m¨¢s individualista de la Liga, el m¨¢s driblador despu¨¦s de Messi, se convirti¨® en un desprendido. Un delantero que antes de intentar el enga?o en el uno contra uno buscaba compa?eros a su alrededor para hacer la entrega. El cambio que tanto hab¨ªa reclamado una parte del vestuario se concret¨® casi de la noche a la ma?ana. La victoria (0-2) consagr¨® la modificaci¨®n. Previamente, el viernes, el entrenador madridista, Juande Ramos, le lanz¨® otro aviso en p¨²blico. Esta vez, m¨¢s claro que los anteriores: "Sin Robben, jugamos mejor".
Despu¨¦s de la derrota contra el Liverpool (0-1), el mi¨¦rcoles, el vestuario del Madrid se convirti¨® en un horno. El Madrid es un equipo en el que las jerarqu¨ªas dominantes est¨¢n bien definidas. En la pir¨¢mide se sit¨²a Ra¨²l, l¨ªder indiscutible de la plantilla y del club. El organigrama es claro. El que contradice a Ra¨²l, el que no juega como ¨¦l pide, es llamado a cap¨ªtulo. Desde hace a?os, los t¨¦cnicos lo repiten con cada canterano cuando sube al primer equipo: "T¨² mira a Ra¨²l".
Robben no es un canterano. Ha tardado un a?o y medio en mirar al capit¨¢n y en escucharle. Despu¨¦s de perder contra el Liverpool, el hombre que se sent¨® en el banquillo de los acusados fue el holand¨¦s. El cargo: ser un chup¨®n.
Ra¨²l no fue el ¨²nico acusador. El capit¨¢n se puso al frente de una larga lista de jugadores del Madrid que avalaron su posici¨®n. Ramos e Higua¨ªn estuvieron entre los m¨¢s destacados. Todos consideraron que Robben deb¨ªa levantar m¨¢s la cabeza en vez de obcecarse en trasladar el bal¨®n. Hasta ese momento, el extremo pens¨® que su cometido consist¨ªa en eso. En jug¨¢rsela por su cuenta cada vez que recib¨ªa una pelota. "Cada uno tiene una responsabilidad", sol¨ªa decir el muchacho, "y la m¨ªa es regatear. ?Que me arriesgo a perder la pelota? De eso se trata. Es mi trabajo".
En el vestuario del Madrid se acumularon los jugadores cada vez m¨¢s disgustados con la actitud de Robben, al que se?alaron por mirar m¨¢s a la tribuna que al equipo y por empe?arse en jugar a la derecha porque desde all¨ª pod¨ªa empezar y terminar las jugadas ¨¦l solo, regateando hacia adentro y con un remate a porter¨ªa.
Desde que existen este tipo de futbolistas, los extremos, se caracterizaron por eso. Por su especial conexi¨®n con el p¨²blico, por su ensimismamiento egoc¨¦ntrico y por su excentricidad. Robben es uno m¨¢s en la cadena evolutiva que conect¨® a Garrincha con Juanito. ?l entiende que su prestigio pasa por ser fiel a s¨ª mismo. Pero desde Montju?c ya sabe que, si quiere seguir siendo titular en el Madrid, debe controlar sus impulsos naturales. Eso es lo que quiere media plantilla. Se lo piden Ra¨²l y el entrenador.
La represi¨®n de Robben fue un paso m¨¢s hacia la construcci¨®n de un equipo que cada jornada se parece m¨¢s a lo que quiere Ra¨²l. El capit¨¢n, que suma 14 goles en la Liga y abandera una racha de diez victorias sucesivas en el campeonato, ha colectivizado el ¨²ltimo rinc¨®n en el que gobernaba el individualismo.
La estad¨ªstica del Espanyol-Madrid revel¨® que Robben le tuvo m¨¢s miedo a la ley de su propio vestuario que a las patadas del rival. Los defensas contrarios nunca le acosaron. La versi¨®n del Espanyol que afrontaron los madridistas fue mucho m¨¢s ligera que la que acudi¨® al Camp Nou. El s¨¢bado, los jugadores de Pochettino hicieron 12 faltas. Contra el Bar?a cometieron 23. S¨®lo una tuvo como destinatario a Robben, que, habitualmente, sufre m¨¢s de dos por partido.
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