"Podemos retar a cualquiera"
Djokovic, el gran rival del equipo espa?ol, aglutina a los serbios alrededor del fervor patri¨®tico
Novak Djokovic hace un gesto de aburrimiento y Niki Pilic, el ex tenista que le resguard¨® en su club alem¨¢n de las bombas que partieron Yugoslavia, lo reinterpreta con tres rugidos desde la platea. "??ltima pregunta!", grita en ingl¨¦s, espa?ol y serbio. Se levantan los ch¨¢ndales con los bordados de Srbija, Serbia, y la rueda de prensa se acaba. La tensi¨®n sube mientras cae el granizo, ataca la lluvia y golpea el viento.
Esto es la Copa Davis. Esto es Benidorm, donde David Ferrer abrir¨¢ hoy (11.00, La 2) ante el n¨²mero tres mundial la defensa por parte de Espa?a del t¨ªtulo ganado en 2008. Y ¨¦ste es Djokovic, el coraz¨®n de un equipo que le ha visto arengar a miles de personas, el alma de un grupo que le ha observado leyendo a los padres de la patria y el hombre que ha edificado la competitividad de la selecci¨®n de un peque?o pa¨ªs sobre su pasi¨®n patri¨®tica.
"Defendamos lo que es nuestro", areng¨® el tenista a las masas respecto a Kosovo
"Hay mucha diferencia entre representarte a ti o representar a tu pa¨ªs", recuerda ahora
"Hay una gran diferencia entre representarte s¨®lo a ti y representar a tu pa¨ªs", razona Nole, sonriente; "jugar para Serbia es algo ¨²nico. Un placer. Podemos retar a cualquiera". Djokovic habla y Janko Tipsarevic, n¨²mero 47, que jugar¨¢ hoy contra Rafael Nadal, asiente. Tambi¨¦n lo hace Zimonjic, el cuarto mejor doblista del planeta. Para ellos no ha hablado un hombre. Ha hablado un h¨¦roe.
Febrero de 2008. Miles de personas reciben a Djokovic en el centro de Belgrado y le vitorean como campe¨®n del Abierto de Australia. Al poco, se organiza una manifestaci¨®n para protestar contra la independencia de Kosovo. Asiste pac¨ªficamente una marea de simpatizantes. Terminado el acto, se suceden los disturbios, hay decenas de heridos y grupos incontrolados intentan asaltar la embajada de Estados Unidos.
En medio, Djokovic se dirige a las masas a trav¨¦s de un v¨ªdeo emitido por una pantalla gigante. "Demostremos al mundo que no somos un pa¨ªs peque?o y d¨¦bil, que estamos unidos y dispuestos a defender lo que es nuestro", les dice muy serio; "Kosovo es serbio y debe seguir si¨¦ndolo".
Desde entonces se suceden los gestos del tenista hacia la tierra de su padre. Primero, dona una ambulancia al lado serbio de Mitrovica. Luego, viaja y se fotograf¨ªa con paisanos vestidos con t¨ªpicos trajes serbios. Y m¨¢s tarde financia el viaje de un centenar de ni?os kosovares a una eliminatoria de la Davis. Normal. Nole todav¨ªa recuerda que fue un ni?o golpeado por los asuntos de los mayores: un chaval bajo las bombas en Yugoslavia.
"Mi primer recuerdo de ¨¦l es el de un chico de 12 a?os que lleg¨® a mi academia de M¨²nich siendo muy inteligente y estando muy centrado en el tenis", cuenta Pilic tras cerrar por culpa del aguacero el entrenamiento serbio, al que renunciaron el seleccionador, Obradovic, y su pupilo, que s¨®lo aguant¨® 15 minutos. "Jugar para Serbia es un gran honor para ¨¦l", contin¨²a el gur¨² con la capucha puesta y los o¨ªdos atormentados por un ulular huracanado que hace temblar el metal de la grada supletoria, la pista, todo. "Tres cosas sobre la eliminatoria. Una: Espa?a es el mejor equipo del mundo. Dos: Serbia es muy s¨®lida. Y tres: todo es posible", dice Pilic, empapado mientras Zimonjic ordena que arranque el coche y le deje abandonado. Es una broma, claro.
Djokovic maldice el viento, que hace de cada golpe un misterio; la arena, que ataca los ojos; la lluvia. Da igual. "Todo es posible", dice Pilic, como los tenistas Ljubicic y Ancic, un croata amigo del s¨ªmbolo serbio.
No es contradictorio. Nole celebr¨® una victoria dibujando un coraz¨®n en la pista como marco de su bandera. Ley¨® la farragosa biograf¨ªa de Nicola Tesla, el genio local que invent¨® la corriente alterna. Y hoy se enfrenta a una misi¨®n heroica. Vencer al viento. Superar la lluvia. Jugar, en teor¨ªa, tres partidos en tres d¨ªas. Ganar a Nadal si hace falta: ser¨ªa el domingo, con la eliminatoria en un pu?o y la grada arremangada. Todo, por Serbia.
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