Errar
Empleando la sofisticada compaginaci¨®n de Mallarm¨¦ por la que la escritura po¨¦tica alcanza la cadencia visual de una partitura musical, pero, en su caso, en clave descendente, uno de los ¨²ltimos libros que public¨® el poeta estadounidense William Carlos Williams (1883-1963) se titula en la versi¨®n castellana reci¨¦n editada Viaje al amor (Lumen). Lo escribi¨® Williams tras sufrir un ataque de hemiplejia, muy poco antes de morir, con lo que la tonalidad de este breve libro es elegiaca, la que se corresponde con un adi¨®s a la vida. Todo ¨¦l rebosa el orgullo y la sabidur¨ªa de quien ha vivido a manos llenas, que no es esa existencia en la que ocurren muchas cosas, sino muy hondas y sentidas.
?Viaje al amor? La forma cl¨¢sica de esta iniciaci¨®n est¨¢ muy bien resumida en el c¨¦lebre cuadro Embarco para Citerea, de Watteau, donde, con un cierto trasfondo de melancol¨ªa, se representa sint¨¦ticamente el protocolo de un cortejo er¨®tico, que es el de una aventura siempre recomenzada. Pero ?puede un viejo al borde de la muerte amar? Si no lo hace es que ya est¨¢ muerto, aunque no se percate de ello. Ama, eso s¨ª, de otra manera, que es, digamos, retroactiva: la de quien, habiendo amado de por vida, ha hecho conscientemente suya esta definitiva experiencia y puede, porque le gusta, hablar a fondo de ella. Para Williams, por tanto, el amor, a diferencia del cuadro de Watteau, es, sobre todo, un desembarco, que es el momento en que se sabe exactamente ad¨®nde te ha llevado el viaje er¨®tico.
La clave de su mensaje al respecto es muy sencilla y directa. Est¨¢ contenida en el primer verso del 'Libro III' de su largo poema 'Asf¨®delo, esa flor verdosa', y se plantea como una interrogaci¨®n: What power has love but forgiveness?, o, en la traducci¨®n a nuestra lengua de Juan Antonio Montiel, '?Qu¨¦ poder posee el amor, sino el del perd¨®n?'. En ingl¨¦s, como a su manera tambi¨¦n en castellano, hay una cierta relaci¨®n entre los verbos For-get, que significa "olvidar", y For-give, "perdonar", pues parece que el primero necesariamente antecede al segundo, aunque en castellano hay una expresi¨®n coloquial moralmente odiosa que parece desmentirlo: ¨¦sa de quien afirma poder perdonar sin olvidar, como si cupiera poner cortapisas a la generosa acci¨®n de "donar" del "perdonar", que es lo que se hace como un regalo, a trav¨¦s de un don, y, por consiguiente, dicha acci¨®n, si es genuina, ha de carecer de doblez. As¨ª lo interpreta Williams que, tras el mencionado verso, lo aclara de la siguiente manera: "En otras palabras, / por intercesi¨®n suya / lo hecho / puede deshacerse. / ?Qu¨¦ bien mayor podr¨ªa haber?".
A lo largo de todo este tercer libro aborda Williams esta visi¨®n reconstructiva del amor sin dejar de examinar, desde cualquier punto de vista, todos los errores que ¨¦l cree haber cometido contra el amor, pero sin que eso haga mella en su orgullo de incondicional amante, porque, al fin y al cabo, es propio del amor el errar, el salirse del camino trillado. No en balde, en un momento determinado, identifica el amor con la poes¨ªa, pues, dice, "Artista es quien / busca y quien otorga / un perd¨®n as¨ª"; es decir: quien no se conforma con lo establecido y abre un personal cauce de luz. De manera que el ¨²nico error del errar es detenerse y dejar de amar. -
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