Maldita hospitalidad
Quien promueva la permanencia irregular en Espa?a de un extranjero cometer¨¢ una falta grave, sancionada con una multa de entre 501 y 10.000 euros. Lo dice el anteproyecto de modificaci¨®n de la Ley de Extranjer¨ªa, impulsado por el Gobierno, que explica en qu¨¦ consiste exactamente esa falta: "Se considera que se promueve la permanencia irregular cuando el extranjero dependa econ¨®micamente del infractor". La multa es exactamente igual a la prevista para los empresarios que no den de alta al trabajador extranjero en el R¨¦gimen de la Seguridad Social o que cometan irregularidades en el contrato de trabajo. Es decir, se piensa que merecen igual castigo quienes intenten ayudar a un extranjero, pag¨¢ndole la comida o la vivienda, sin sacar provecho econ¨®mico alguno, que a quien se aprovecha de ¨¦l y le explota. La hospitalidad, probablemente uno de los conceptos m¨¢s antiguos y conmovedores de la humanidad, se ha convertido en el mundo de hoy en una falta grave, que el Estado tiene que erradicar a toda velocidad.
Merecen igual castigo quienes intenten ayudar a un extranjero que quien se aprovecha de ¨¦l y le explota
Las nuevas normas se van a aprobar justo cuando la crisis ha frenado en seco las corrientes migratorias
Hasta ahora se hab¨ªa comentado ampliamente la dureza del proyecto de ley con los inmigrantes irregulares, disimulada, eso s¨ª, tras una larga retah¨ªla de art¨ªculos en los que se reconocen derechos que ya estaban reconocidos y amparados y que ahora se enuncian nuevamente, como sombrilla bajo la que se colocan nuevas, y muy discutibles, normas de internamiento forzado y expulsi¨®n. Quedaba por aclarar que quienes se atrevan a acoger o ayudar a los inmigrantes en situaci¨®n irregular, es decir, a seres humanos que no han cometido ning¨²n delito, sean espa?oles o extranjeros legalizados, ser¨¢n tambi¨¦n duramente perseguidos.
La idea es tan violenta que el propio texto legal explicita que "en la propuesta de sanci¨®n se tendr¨¢n especialmente en cuenta todas las circunstancias personales y familiares". Quiz¨¢ la multa sea menor si se trata de un inmigrante "con papeles" que no ha expulsado de casa a su hermano, en situaci¨®n irregular, o de un trabajador social poco dado a cerrar la puerta de su comedor p¨²blico. Las autoridades prometen estudiar cada caso con cuidado. Lo que importa, sin embargo, no es la benevolencia con que se aplique este art¨ªculo de la ley, sino la profanaci¨®n que supone su simple enunciado. Profanaci¨®n no es una palabra religiosa. Significa deshonra, uso indigno de algo que se considera respetable y las leyes, la ley, deber¨ªa entrar en ese apartado. El concepto de hospitalidad tampoco es un concepto religioso. M¨¢s bien era una obligaci¨®n impuesta por los dioses a los humanos en la antig¨¹edad, una manera de hacerles hombres y mujeres. No se trat¨® nunca de una virtud moral sino de una responsabilidad. No se trata de ser "hospitalarios" porque somos buenos y tontos (una asociaci¨®n de ideas que tanto gusta a los imb¨¦ciles malvados), sino porque es una obligaci¨®n del ser humano, una de las m¨¢s antiguas que se recuerdan y reconocen.
Un numeroso grupo de ciudadanos espa?oles, convencidos de esa obligaci¨®n, ha promovido un manifiesto para la reforma de la ley que se titula: "Salvemos la hospitalidad" (el documento se puede descargar en http://www.dosorillas.org/spip.php?article1833). Entre otras cosas, el manifiesto se?ala que "el Estado espa?ol pierde toda legitimidad ¨¦tico-jur¨ªdica cuando legisla contra el contenido esencial de los Derechos Humanos, despoja de ayuda a las personas en situaci¨®n irregular y pretende intimidar a quienes ejerzan la hospitalidad y el cuidado del otro". Entre los firmantes hay representantes de agrupaciones religiosas, catedr¨¢ticos de Derecho (muchos vinculados con la Universidad de Comillas), fiscales, artistas y ciudadanos an¨®nimos, que se niegan a dejarse meter miedo y que exigen que las sanciones se reserven expl¨ªcitamente para quienes se aprovechen "con ¨¢nimo de lucro" de las necesidades de los extranjeros "sin papeles". Esa menci¨®n atajar¨ªa los posibles casos de empleadas del hogar en situaci¨®n irregular, que no son declaradas como trabajadoras y de las que, sin embargo, se obtiene un rendimiento, sin colocar en pie de igualdad a quienes realmente no obtienen ning¨²n beneficio de la ayuda que prestan.
Es cierto que el Gobierno espa?ol no es el primero en Europa en dar paso a normas de este tipo. Francia, por ejemplo, ya recorri¨® ese camino. La Italia de Berlusconi ha llegado todav¨ªa m¨¢s lejos. Lo que quiz¨¢ resulta m¨¢s lastimoso del caso de Espa?a es que las nuevas normas se van a aprobar justo cuando la crisis mundial ha frenado en seco, por lo menos de momento, las corrientes migratorias y cuando est¨¢ bajando la presi¨®n por la llegada de nuevos inmigrantes indocumentados.
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