Gresca en el callej¨®n
Me ha sorprendido la noticia y sus repercusiones, pues ten¨ªa al gremio taurino por unido y tocado de corporativismo. Es comprensible en actividad que carece de parang¨®n con cualesquiera otras. No es torero el que quiere, sino el que nace para ello, sin mediar los or¨ªgenes, necesariamente. Incluso es menos frecuente de lo que podr¨ªa parecer el fen¨®meno de las dinast¨ªas, que arrancan de un tronco robusto, pero se agostan a la segunda o tercera generaci¨®n. Los Bienvenida se terminaron al extinguirse el menor, alejado de los ruedos muchos a?os ha. Otra saga, los Domingu¨ªn, no ha dejado rastro, aunque persevere con luz propia un v¨¢stago que renunci¨® al apodo para engastarse en el de la madre, hablo de Miguel Bos¨¦, que hace algo parecido a lo de su padre, pero en los escenarios.
Los trofeos del torero son las orejas y rabos de sus v¨ªctimas, y a veces, las cabezas disecadas
En este g¨¦lido invierno se ha alborotado el cotarro con la decisi¨®n de Jos¨¦ Tom¨¢s, Morante de la Puebla y Paco Camino, todos revalidados en la Monumental de Las Ventas, criticando la medalla de oro de las Bellas Artes, discernida a otro compa?ero, hijo y nieto de lidiadores. Empiezo por no comprender la instituci¨®n de premios gen¨¦ricos en instancias oficiales para tareas muy espec¨ªficas. Es una man¨ªa y parece que uno es nadie si carece del Pr¨ªncipe de Asturias u otra encomienda nacional. Los trofeos del torero son las orejas y rabos de sus v¨ªctimas, y a veces, las cabezas disecadas. Luego, esa pacotilla que, de com¨²n acuerdo y casi en la intimidad, regalan las personas a quienes el diestro ha brindado un toro en la plaza. Al devolver la montera, suele ir un paquetito con el obsequio.
El mundo del toro, al que me asom¨¦ por una estrecha rendija, hace mucho tiempo, es fascinante como todo lo que se rige por normas diferentes. Una de las cosas que convierte a la navegaci¨®n deportiva, mercante o militar, es el prolijo y detallado idioma que define cada cabo, vela, m¨¢stil o instrumento de la navegaci¨®n. Mi primera sorpresa al leer un fascinante libro did¨¢ctico llamado Estructura del buque y maniobra es el nombre que se da a la lona que envuelve la escala de acceso a un barco de guerra cuando espera visita femenina. Ah¨ª no hay per¨ªfrasis: se llama "tapaco?os".
Pues la tauromaquia tiene lenguaje espec¨ªfico y creo que parte de su grandeza es la imaginaci¨®n que define la vestimenta de los toreros, los espacios del coso, las suertes y sus infinitas variantes y hasta el jaez del caballo de los picadores. Los entendidos saben que las riendas de los cuadr¨²pedos son de c¨¢?amo, para evitar que el sudor del animal o el de la propia mano del varilarguero las hiciera resbalar en un momento comprometido. Pero hablo para los que, como yo, no son entendidos. Si me gustan los toros es porque todo tiene su porqu¨¦, cada cual sabe lo que debe hacer en cada momento y la fiesta gira en torno al m¨¢gico n¨²mero tres. Una mala corrida es cuando se vulneran las convenciones, como si vi¨¦ramos en misa a los sacerdotes desplazarse sobre patines.
Por eso, por el car¨¢cter lit¨²rgico de la fiesta, pens¨¦ que -aparte de las rivalidades, a veces fingidas- constitu¨ªan una congregaci¨®n cerrada, una fraternidad ante "la furia en unos cuernos rematada", como dice el soneto de Rafael Morales. Debe ser porque tengo muy pocos galardones y eso me lleva a rechazar lo que ignoro, que es mucho, pero encuentro empalagosa la infinidad de premios, medallas, pergaminos y dotaciones en met¨¢lico en el interminable abanico de las artes humanas, tras la que se despepitan nuestros contempor¨¢neos.
Las formalidades se repiten y al ruedo saltan los maestros acompa?ados de los tres banderilleros cada uno y los tres picadores. Los llamados, sin hiel, "subalternos", tuvieron principios de gloria, sue?os de fama y triunfo, al que consagraron la primera y la segunda juventud. Pero el laurel escasea y est¨¢ hecho para muy pocas frentes. Los dem¨¢s imitan el oropel y escatiman los hilos de oro en los alamares. Y la corrida semeja un desfile, con el cabo de gastadores al frente y la cuadrilla de los que anta?o encabezaron la vanguardia, la uni¨®n para el aplauso y la cornada. Unos arriba, que seguir¨ªan la inercia de la rueda, hermanados en el peligro real de la fiesta. Extra?o este rifirrafe, esta gresca entre quienes siempre lavaron las taleguillas en secreto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.