Violencia desde el tubo de pintura
Las salas de CaixaForum acogen la primera muestra en Espa?a de Maurice de Vlaminck, uno de los grandes representantes del movimiento fauvista
Durante un breve periodo de tiempo, entre 1904 y 1907, se fragu¨® una fulgurante revoluci¨®n art¨ªstica. Henri Matisse, Andr¨¦ Derain y Maurice de Vlaminck, junto con un reducido grupo de seguidores, dieron rienda suelta a un instinto que reclama la supremac¨ªa del color puro. La violencia visual de sus propuestas fue en 1905 la sensaci¨®n en las dos grandes exposiciones de arte moderno que se celebraban en Par¨ªs -el Sal¨®n de los Independientes y el Sal¨®n de Oto?o- y la cr¨ªtica les colg¨® la etiqueta de fauvistas. De fauve, fiera en franc¨¦s. Entre ellos, Vlaminck fue uno de los artistas m¨¢s radicales.
As¨ª lo considera Ma?th¨¦ Vall¨¨s-Bled, comisaria de la muestra Maurice de Vlaminck, un instinto fauve. Pinturas de 1900 a 1915, que hasta el 7 de junio acoge CaixaForum Madrid, la primera muestra que se dedica en Espa?a al artista, fallecido en 1958.
La exposici¨®n re¨²ne 80 obras procedentes de museos y colecciones de 10 pa¨ªses, junto con una decena de las cer¨¢micas que Vlaminck pint¨® a partir de 1906, fruto de su colaboraci¨®n con el ceramista Andr¨¦ Metthey. Tambi¨¦n se incluye una selecci¨®n de esculturas africanas y oce¨¢nicas de la colecci¨®n particular del artista, que reivindicaba haber sido pionero -aunque Matisse fuera el primero en empezar a coleccionarlo seriamente- en el descubrimiento del arte africano en 1904.
La exposici¨®n recorre la exploraci¨®n creativa de un artista libertario y autodidacta que abandon¨® la casa paterna a los 16 a?os, un hombre que fue ciclista, escritor, grabador y violinista nocturno en los caf¨¦s de Par¨ªs y que no logr¨® vivir de la pintura hasta que en 1906 conoci¨® al gran marchante de la ¨¦poca, Ambroise Vollard.
La obsesi¨®n de Vlaminck por el color puro le llev¨®, en su etapa fauvista, a "apretar y arruinar tubos de aguamarina y bermell¨®n". Es la ¨¦poca en la que compart¨ªa estudio con Derain en Chatou, en el valle del Sena, proximidades de Par¨ªs, un paisaje que el artista utiliz¨® una y otra vez como coartada de un impulso que, en su caso, le llev¨® a prescindir del dibujo previo y a aplicar la pintura directamente sobre la tela. "Lo que en la sociedad s¨®lo podr¨ªa haber hecho arrojando una bomba he intentado hacerlo en la pintura utilizando colores puros, tal y como salen del tubo. De esta forma, he satisfecho mi voluntad de destruir, de desobedecer, para recrear un mundo sensible, vivo y liberado", explicaba el propio pintor.
La de Vlaminck era, seg¨²n Vall¨¨s-Bled, una "relaci¨®n instintiva con el color y la materia, de impetuosidad gestual". Esa obsesi¨®n por el color, con una nada disimulada violencia en las pinceladas, es la que se aprecia en Paisaje del valle del Sena, Paisaje de oto?o, o A orillas del Sena en Chatou. Las naturalezas muertas de esta ¨¦poca, aunque menos significativas, tambi¨¦n le sirven como pretexto para estudiar la perspectiva. O m¨¢s bien la ruptura de la perspectiva.
A partir de 1907, el fauvismo, que nunca fue un movimiento, sino una reacci¨®n espont¨¢nea, se agot¨®. Vlaminck inici¨® entonces un periodo marcado por la preocupaci¨®n c¨¦zanniana de c¨®mo estructurar el espacio a trav¨¦s del color. Tambi¨¦n es el periodo de un coqueteo con el cubismo -la influencia del arte africano- en la que el espacio se organiza en facetas y aparece una cierta geometr¨ªa. "Pero nunca lleg¨® a romper con la forma", precisa la comisaria. "Intelectualmente no pod¨ªa ser cubista porque para ¨¦l la pintura ten¨ªa que representar la realidad".
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