El Atl¨¦tico se despide sin hacer ruido
Abel deja 53 minutos en el banquillo a Forl¨¢n y el Oporto pasa por encima de su inofensivo rival
El Atl¨¦tico sali¨® ayer malherido de Oporto. Malherido y eliminado. Le castig¨® su f¨²tbol (ninguno), su falta de argumentos, alguna que otra decisi¨®n t¨¦cnica y la mayor val¨ªa de un Oporto que volvi¨® a pasarle por encima. Apenas asust¨® el equipo en ataque y s¨®lo las intervenciones de un inspirado Leo Franco impidieron que abandonara la Liga de Campeones apaleado. Es el Atl¨¦tico un equipo mal cosido, al que puede salvar de vez en cuando, y de hecho lo hacen, alguna genialidad de sus mejores futbolistas. Y eso es mucho m¨¢s f¨¢cil que ocurra cuando ¨¦stos juegan.
Porque el mejor futbolista del Atl¨¦tico no vale para disputar los octavos de la Liga de Campeones. No tiene argumentos, ni f¨²tbol, ni gol, por lo visto, para medirse a la defensa del Oporto. As¨ª lo cree, al menos, Abel Resino, que pronto se ha contagiado del virus del entrenador, ¨¦se que lleva a tomar decisiones incomprensibles para el com¨²n de los mortales, o al menos, para los que no muestran un t¨ªtulo acad¨¦mico en esto del f¨²tbol. A Abel le entr¨® tan extendida enfermedad y el Atl¨¦tico se present¨® ante un reto may¨²sculo sin su mejor jugador, Diego Forl¨¢n, ese chico que s¨®lo lleva 18 goles en la Liga y cuya ascendencia en este equipo es sencillamente impagable.
OPORTO 0 - ATL?TICO 0
Oporto: Helton; Sapunaru (Costa, m. 82), Alves, Rolando, Cissokho; Fernando, Meireles, Lucho; Cristian, Lisandro (Far¨ªas, m. 90) y Hulk (Mariano, m. 88). No utilizados: Nuno; Stepanov, Sektioui, y Andr¨¦s Madrid.
Atl¨¦tico: Leo Franco; Perea, Pablo, Ujfalusi, Antonio L¨®pez; Maxi Rodr¨ªguez (Forl¨¢n, m. 53), Assun??o, Ra¨²l Garc¨ªa (Maniche, m. 72), Sim?o; Ag¨¹ero y Sinama (Miguel De las Cuevas, m. 79). No utilizados: Coupet; Pern¨ªa, Heitinga, y Camacho.
?rbitro: Pieter Vink (Hol). Amonest¨® a Cristian, Hulk, Perea y Ujfalusi.
50.000 espectadores en el estadio do Drag?o.
Los rojiblancos fueron incapaces de dar se?ales de vida en ataque
El Kun se hartaba de recibir de espaldas y Forl¨¢n apenas toc¨® el bal¨®n cuando entr¨®
Con una apariencia poco reconocible, con Sinama apoyando al centro del campo por la derecha y Maxi en auxilio -es un decir, porque jug¨® a 20 metros de ¨¦l- del solitario Ag¨¹ero, se plant¨® el Atl¨¦tico ante un Oporto que, pese a lo benigno del resultado de la ida, salt¨® a escena con todo su arsenal. El Atl¨¦tico aguant¨® entero las primeras andanadas, pero fue incapaz de dar se?ales de vida en ataque. Sin embargo, la resistencia del Atl¨¦tico cort¨® las alas al Oporto, que prefiri¨® esperar acontecimientos. Especular, en suma. Hulk barr¨ªa todo el frente ofensivo sin ¨¦xito. Comenz¨® a menguar el impulso portugu¨¦s, que apenas logr¨® hacerse presente en un chutazo monumental de Fernando que sac¨® Leo Franco a media altura.
Maniatados Lisandro y Hulk, el Atl¨¦tico se fue desperezando y logr¨® hacerse con el bal¨®n. Dio se?ales de vida Ag¨¹ero en una arrancada por la izquierda a la velocidad de la luz, resuelta con un centro al ¨¢rea al que Maxi no lleg¨®. Se atrevi¨® incluso a progresar Assun?ao, a quien el p¨²blico acribill¨® a gritos en cada aparici¨®n, pero la jugada acab¨® en una falta que Sim?o convirti¨® en intrascendente.
Lleg¨® entero el Atl¨¦tico al descanso y entonces, sobre el deshabitado c¨¦sped, se proyect¨® la rubia sombra de Forl¨¢n, que comenz¨® a calentar. Si el Atl¨¦tico hab¨ªa aguantado medio partido con tanto decoro como inocencia, qu¨¦ no conseguir¨ªa con su mejor futbolista en escena. Pero a¨²n tard¨® en salir el uruguayo. Cincuenta y tres minutos de paz hab¨ªa regalado Abel al Oporto no se sabe bien por qu¨¦. Maxi fue el sacrificado y al ralent¨ª se fue del c¨¦sped, m¨¢s herido por haber sido borrado que porque su equipo tuviera prisa por remontar. El Oporto hab¨ªa encarado esta segunda parte igual que la primera: con todo el empuje del mundo. Y apret¨®. Y Leo tuvo que estar ¨¢gil para rechazar el disparo raso de Lisandro, tanto como Antonio L¨®pez para sacar abajo un centro envenenado de Hulk. Eran momentos de incertidumbre del Atl¨¦tico, rescatado de nuevo por Leo, que despej¨® a c¨®rner una falta lejana que Meireles coloc¨® en la escuadra y al poco se luci¨® en un disparo a bocajarro de Lisandro. El marcador castigaba al Atl¨¦tico, cuyo juego tampoco le redim¨ªa. El Kun se hartaba de recibir de espaldas y Forl¨¢n apenas entraba en contacto con el bal¨®n. Todo lo contrario que el pluriempleado Leo Franco, que sac¨® arriba un chutazo de Lucho. Estaba semiinconsciente el Atl¨¦tico cuando Hulk coloc¨® un c¨®rner directo en el larguero. Eran momentos en los que el incre¨ªble brasile?o estaba en todas las batallas y nadie en el Atl¨¦tico consegu¨ªa detenerle. El partido y la eliminatoria eran del Oporto, al que no premiaba el marcador. Lisandro regate¨® a Leo y mand¨® el bal¨®n al poste. Que no ganara el Oporto entraba en el terreno de lo esot¨¦rico. El Atl¨¦tico acab¨® desesperado, volcado el ataque y persiguiendo una victoria imposible, que no mereci¨®, ni en Madrid ni en Oporto, lastrado por su falta de imaginaci¨®n y por un rival que toda la eliminatoria fue insultantemente superior. Y que le dej¨® donde merece: en la calle.
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