Todos con Hassane
O Morrazo presenta ante el juez 5.000 firmas para que no expulse a un inmigrante
Con 21 a?os se jug¨® la vida a una carta. Cuando se subi¨® a aquella patera dej¨® atr¨¢s su tierra, Mauritania y, con ella, un hijo, nueve hermanos y una madre que no hace m¨¢s que "darme ¨¢nimos y decirme que luche por lo que quiero". Han pasado tres a?os desde que El Hassane Moctar lleg¨® de madrugada a una playa de Fuerteventura. Por el camino quedan sus d¨ªas por media Espa?a trabajando como alba?il, temporero o pescador, hasta que recal¨® en Mar¨ªn el a?o pasado. Fue en C¨¢ritas donde la polic¨ªa le localiz¨® y, tras constatar su situaci¨®n irregular, le asignaron un abogado de oficio para recurrir la orden de expulsi¨®n. No consigui¨® comunicarse con el letrado, as¨ª que "cog¨ª mis papeles y fui a buscar otro". Le asignaron a Beatriz Cal, agradecido porque le "explica las cosas". Ayer, una nube de c¨¢maras y fot¨®grafos los rodearon al bajar del autob¨²s fletado desde Cangas y, entre abrazos a quienes esperaban ante el juzgado de Pontevedra, apenas pudo articular palabra.
Hassan espera el veredicto que podr¨ªa expulsarle 5 a?os de Espa?a
"El rapaz es muy bueno y yo tambi¨¦n tuve familia emigrante"
Durante la vista, Cal solicit¨® que se anulara la orden sobre la base del nivel de integraci¨®n del joven, acogido por una familia de O Morrazo, su conocimiento del idioma, las ofertas de empleo y el apoyo de la comunidad. Para ratificarlo aport¨® m¨¢s de 5.000 firmas de apoyo y diversos recortes de prensa que no admiti¨® la jueza. El ¨²nico testimonio fue el de Jessica Veiga, hermana adoptiva de El Hassane que corrobor¨® su buen trato con todos.
La abogada concluy¨® su argumentaci¨®n destacando el "comportamiento ejemplar" del mauritano. Si bien el abogado del Estado no lo puso en duda, s¨ª lo consider¨® "irrelevante" ya que la orden de expulsi¨®n, dijo, se fundamenta en "una permanencia irregular" en Espa?a y la "carencia de todo intento por regularizar" esta situaci¨®n. Ya fuera de la sala, El Hassane explicaba que su primera preocupaci¨®n cuando lleg¨® fue "el idioma". "Lo pas¨¦ un poco duro, cuando llegas no sabes nada, no conoces nada" y, afirma, "me dijeron que pod¨ªa estar 3 a?os para arreglar los papeles" pero "yo no sab¨ªa ad¨®nde ten¨ªa que ir ni qu¨¦ ten¨ªa que hacer". El proceso judicial puede desembocar en la expulsi¨®n por 5 a?os o en una sanci¨®n entre los 300 y los 6.000 euros.
El gesto contenido y la mirada perdida denotaban ayer la frustraci¨®n de "la familia y los amigos". Conoci¨® a Isaac, su "hermano", un fin de semana y le integr¨® en su pandilla de veintea?eros. Cuando se qued¨® sin techo el padre de Isaac le llam¨®. "Me dijo: 'Prepara tus cosas, vamos a buscarte". Hace seis meses que vive con ellos. Cuando se le menciona a la abuela Dolores, de 95 a?os, se le escapa la sonrisa. "Lo primero que hace por la ma?ana es preguntar por m¨ª".
Ahora, "hay que mirar al futuro". Y para ¨¦l pasa, necesariamente, por ayudar a su familia. Un trabajo aqu¨ª le permitir¨ªa volver a Mauritania en vacaciones para darle una alegr¨ªa a su madre. "Soy su hijo mayor". Tambi¨¦n piensa en ayudar a sus hermanos para que estudien: "Yo no pude". Se niega a que alguno de ellos haga la triste traves¨ªa. "Fueron cinco d¨ªas y cinco noches" de temporal con 30 personas en una balsa que "se rompi¨®". Una lona para parche¨® un agujero en el fondo. A¨²n recuerda el fr¨ªo.
Su amigo Pedro dice que El Hassane "es esperanza, es vida". Gerardo entiende "el miedo" del inmigrante porque "se la juega a cara o cruz". Pero, dice, "si esto no sale bien, as¨ª no se va a quedar". Con ¨¦l coinciden el resto de amigos gallegos, que destacan "lo atento que es con todos". Ante el juzgado sostienen cartulinas con lemas como ¨¦ste: "Somos distintos, somos iguales". Y en el suelo una gran pancarta donde estampan sus manos empapadas en pintura negra. Incluso Josefa, de 70 a?os, hinca las rodillas para dejar su firma: "El rapaz vino con las manos en los bolsillos pero es muy bueno y lo queremos mucho. Yo tambi¨¦n tuve familia emigrante".
Hasta que la magistrada se pronuncie, el joven afronta la espera "tranquilo y con la cabeza alta". "Ya no depende de m¨ª; s¨¦ que la gente de aqu¨ª me quiere y eso nunca lo voy a olvidar". En Cangas ha encontrado el futuro que le empuj¨® a cruzar el Estrecho en compa?¨ªa de un amigo de la infancia que encontr¨® su sitio en Murcia. Con cuatro ofertas de trabajo entre manos, El Hassane no puede dar ni un paso hasta que la jueza no decida y, mientras, no le pasa el tiempo para volver a echar las redes.
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