Un testamento nost¨¢lgico
En 2001 Arthur Miller pronunci¨®, en el marco de las Jefferson Lectures, una conferencia de t¨ªtulo ominoso: La pol¨ªtica y el arte de la actuaci¨®n. Nunca como ahora, dice Miller, se ha visto el ciudadano tan rodeado de actores: presentadores de televisi¨®n, anfitriones de talk-shows, pol¨ªticos. Rodeado de interpretaciones las 24 horas del d¨ªa, el hombre deja de distinguir la realidad de la ficci¨®n; y entonces, bueno, Reagan y Bush pueden ser presidentes. El texto entero es un enjuiciamiento de la pol¨ªtica como entretenimiento, pero hacia el final toma un giro insospechado hacia una vindicaci¨®n del artista. "No importa cu¨¢n aburrido sea un artista o si es un delincuente moral, en el momento de la creaci¨®n, cuando su obra penetra la verdad, disimular le es imposible, no puede fingir. Dijo una vez Tolst¨®i que lo que buscamos en una obra de arte es la revelaci¨®n del alma del artista". Con su rara mezcla de lo pol¨ªtico y lo metaf¨ªsico, de cr¨ªtica social y confesi¨®n ¨ªntima, el final del texto es casi un gui?o para el lector de Presencia, ¨²ltimo libro de Miller y una especie de testamento indirecto.
Recordando a un amigo de juventud, ferviente admirador de los rusos y convencido de "la virtud intr¨ªnseca de la clase obrera" y la inminencia de un "benevolente socialismo", el protagonista de uno de estos relatos reflexiona sobre el peso que aquellas ideas tuvieron para su generaci¨®n, sobre todo durante ciertos a?os. "No estar¨ªa de m¨¢s", piensa entonces, "declarar un d¨ªa de fiesta nacional durante el cual la gente pudiera visitar sus difuntas convicciones". El relato es 'La destiler¨ªa de trementina': el pen¨²ltimo de la serie, el m¨¢s largo -76 p¨¢ginas: una nouvelle- y uno de los m¨¢s logrados. Pero la imagen de aquellas convicciones sepultadas en un cementerio tipo Arlington, la imagen de los deudos llegando con flores ante las l¨¢pidas y presentando sus respetos a lo que alguna vez creyeron tiene en Presencia el lugar de una declaraci¨®n de intenciones, casi dir¨ªamos una po¨¦tica. Lo que rige el libro es la nostalgia, una de las emociones m¨¢s peligrosas de la literatura y vieja compa?era de Arthur Miller; esa nostalgia es a veces pol¨ªtica, a veces sexual, a veces algo entre las dos cosas; pero siempre echa abajo nuestros tristes intentos por recuperar un pasado que se ha ido. "Supongo que yo tambi¨¦n busco algo perdido", piensa el personaje de 'La destiler¨ªa'. Y como Miller nunca se caracteriz¨® por la sutileza, ese personaje est¨¢ leyendo a Proust.
Los seis cuentos de Presencia forman una suerte de arco de vida. El lector comienza con 'Bulldog', donde un muchachito de 13 a?os cruza la ciudad para comprar un perro y termina por descubrir el sexo, y termina con 'Presencia', donde un hombre mayor esp¨ªa o trata de espiar a una pareja que se acuesta en una playa, y la simetr¨ªa es perfecta. En el medio hay tres cuentos largos que, cada uno con sus herramientas, intentan echar algo de luz sobre el devastador paso del tiempo, o quiz¨¢ sobre su contemplaci¨®n impotente por parte de los hombres.
El ejercicio es tan intenso que la clave de todos los cuentos, m¨¢s que en la an¨¦cdota, acaba por estar en el recuerdo de la an¨¦cdota. Y as¨ª lo que importa no es que un bailar¨ªn jud¨ªo sea contratado para actuar frente a Hitler, sino que a?os despu¨¦s le cuente la historia a un escritor para que ¨¦ste le "encuentre un sentido"; lo que importa no es un escritor que supera su bloqueo escribiendo en el cuerpo desnudo de una desconocida, sino los recuerdos de su matrimonio que esa escritura suscita.
Y as¨ª se topa uno de frente con el asunto de la memoria, vieja conocida de Miller. Por m¨¢s que uno se esfuerce, es dif¨ªcil no pensar en la estructura de La muerte de un viajante, que para m¨ª sigue siendo una de las pocas instancias en que el teatro (digamos) realista se ha acercado con ¨¦xito -es decir: sin poses, sin pretenciosos aspavientos t¨¦cnicos- al fluir de la conciencia. Como le sucede al pobre Willy Loman, los personajes de Presencia son v¨ªctimas de su memoria y las trampas que la memoria suele poner; como le sucede a Loman, los personajes de Presencia est¨¢n aqu¨ª, en el c¨®modo presente, cuando algo visto o escuchado los lanza sin remedio al pasado, generalmente con resultados m¨¢s bien lamentables. "Esa ambigua referencia le trajo a la memoria...". Frases de este estilo saltan con asiduidad de los p¨¢rrafos de Presencia. El cuento que da t¨ªtulo al libro es, bien mirado, una puesta en escena de las mismas fantasmagor¨ªas que explota La muerte de un viajante: en la escena presente irrumpe una visi¨®n del pasado. Y luego el personaje, Willy Loman o el hombre mayor del cuento, se queda reponi¨¦ndose del golpe.
Hay s¨®lo un cuento indigno del conjunto: 'Castores', una fabulita m¨¢s bien tonta donde Miller subraya la moraleja hasta que el papel se rompe. Pero los dem¨¢s pertenecen a la rica tradici¨®n de ese cuento norteamericano que viene de Ch¨¦jov; pertenecen, para ser m¨¢s espec¨ªficos, al cuento jud¨ªo. Aqu¨ª est¨¢n presentes esos dos cuentistas inmensos, estrictos contempor¨¢neos de Miller, que fueron Bellow y -sobre todo- Bernard Malamud. Al lado de esos dos gigantes, todo hay que decirlo, los cuentos de Presencia se ven peque?os, casi t¨ªmidos; pero la comparaci¨®n es injusta, adem¨¢s de innecesaria. Miller debe su estatus de cl¨¢sico a La muerte de un viajante y a Las brujas de Salem, y sabemos que ¨¦l mismo consideraba el cuento un g¨¦nero menor junto a su teatro. Estos relatos no se plantean las ambiciones estil¨ªsticas de Bellow ni la elegancia y la sutileza de Malamud, pero llevan sus intenciones a buen puerto. "Las preguntas importantes nunca ten¨ªan respuesta", reflexiona alguien. Pero un cuento vive o muere por la intensidad con que haga esas preguntas, y Miller, como los escritores de verdad, no lo olvida jam¨¢s. -
Presencia . Arthur Miller. Traducci¨®n de Victoria Alonso Blanco. Tusquets. Barcelona, 2009. 204 p¨¢ginas. 17 euros. La pres¨¨ncia. Traducci¨®n de Anna Mauri i Batlle. Edicions 62. Barcelona, 2009. 176 p¨¢ginas. 17 euros. Juan Gabriel V¨¢squez (Bogot¨¢, 1973) es autor, entre otras obras, del libro de relatos El amante de todos los santos (Alfaguara).
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