Cuidado con el oso goloso
En Yosemite, California, los avisos para no fomentar la gula de los plant¨ªgrados son s¨®lo un indicio de la maravilla natural que espera a los visitantes
Como parque nacional -lo es desde 1890, y tambi¨¦n patrimonio de la humanidad en m¨¢s reciente fecha-, Yosemite (pronunciado yos¨¦miti) queda lejos de cualquier ciudad importante. Ubicado en el norte de California, lo m¨¢s normal es viajar desde San Francisco, de la que dista casi cinco horas por carretera, y ¨¦se fue el camino que emprendimos el pasado verano.
Naturalmente, se puede traer el coche y acceder con ¨¦l al parque abonando una entrada (actualmente 20 d¨®lares) en el puesto de control. Una red de autobuses gratuitos lleva a los principales puntos y es posible dejar el veh¨ªculo en Yosemite Village, centro de operaciones y servicios; la otra opci¨®n es contratar un tour organizado que permitir¨¢ al conductor desentenderse del autom¨®vil y disfrutar todo el tiempo de las vistas (e incluso de una cabezadita, porque conviene levantarse temprano). Muchos visitantes dedican un solo d¨ªa a este destino, pero tambi¨¦n se puede dormir en el Parque, ya sea acampando en uno de los 13 lugares destinados a ello (algunos de los cuales conviene reservar con bastante antelaci¨®n, sobre todo en primavera y verano) o en alojamientos de madera, lodges, de muy diferente factura, calidad y precio. Destaca entre ellos el hotel Ahwannee, abierto en 1927, donde lo r¨²stico se une con el lujo en la ubicaci¨®n de lo que fue un poblado piel roja.
Con algo m¨¢s de 3.000 kil¨®metros cuadrados, es Yosemite como una gran cebolla verde que se va pelando ante nuestros ojos y que al final nos hace, tambi¨¦n, casi llorar de una emoci¨®n antigua ante tanta belleza: las capas exteriores son las empinadas cuestas, y el boscaje, entre gargantas y cerros de la Sierra Nevada (as¨ª, en espa?ol, pues aqu¨ª los nombres indios se codean con los nuestros y con los anglosajones) que llevan al coraz¨®n del parque, el Valle en s¨ª, que discurre alrededor del r¨ªo Merced, al que escoltan aqu¨ª y all¨¢, salpicando el paisaje -nunca mejor dicho-, diferentes cascadas y saltos de agua.
Adentrarse en este territorio entra?a diferentes grados de dificultad, y el excursionista puede escoger desde un f¨¢cil recorrido a pie por pistas bien se?alizadas hasta carriles para bicicletas propias o alquiladas, o, a lomos de mula o de caballo, seguir caminos de herradura, as¨ª como improvisadas sendas en el bosque. Esto por lo que respecta a tierra firme, porque tambi¨¦n se pueden hacer recorridos en balsa.
Son numerosos los hitos: la cascada de Bridalveil ("velo nupcial"), cuyo agua es una gasa blanca que el viento mece en su ca¨ªda; el Capit¨¢n, una gran mole de granito de 3.595 pies de altura (m¨¢s de un kil¨®metro de altura aunque medidas en pies, las monta?as parecen m¨¢s elevadas), muy frecuentada por los escaladores; el pico dulcificado de Half Dome; las cascadas Lower y Upper Yosemite (la m¨¢s alta de Estados Unidos)... La mayor¨ªa de los lugares principales se ofrecen desde la magn¨ªfica atalaya, una gran terraza abierta al parque, que hallamos al este del t¨²nel de Wanona, en la carretera 41.
Un 'pic-nic' a la sombra
El Valle de Yosemite tiene playas que congregan familias junto a los ribazos del Swinging Bridge y Sentinel Beach. Junto a ellas, y a la sombra, que se agradece en verano, se puede hacer pic-nic, siempre cuid¨¢ndose de no dejar restos o tentaciones al oso negro, como se encargan de repetir hasta la saciedad carteles y folletos. El aguzad¨ªsimo olfato de los osos les permite detectar alimentos a una gran distancia. En vez de sus habituales larvas, hierbas, bayas y bellotas, un bocadillo o un helado, incluso una pasta dent¨ªfrica, pueden disparar su salivaci¨®n. Y una cat¨¢strofe.
Tambi¨¦n hay otras zonas del parque menos exploradas, como los prados de Tuolumne, al oeste, o Wawona, con sus viejos edificios de madera. El senderista hallar¨¢ muchos recorridos en el hilv¨¢n de accidentes f¨ªsicos de los que son reflejo los mapas detallados que llevar¨¢ en la mochila. Ser¨¢ improbable que los vea, pero hay pumas. Y ciervos y coyotes. En bastantes lugares est¨¢ permitida la pesca, aunque hay que obtener una credencial del Estado de California.
Ning¨²n recorrido por el parque est¨¢ completo sin una visita a las grandes secuoyas, esos mamuts de la bot¨¢nica que, con sus 2.500 o 3.000 primaveras, han celebrado ya tantos cumplea?os que muchos han sufrido quemaduras por las velitas (ya s¨¦ que la raz¨®n cient¨ªfica, pero menos po¨¦tica, son los rayos). Su gruesa corteza, el DNI en cuyo espesor llevan impresa su edad, es ign¨ªfuga, pero a sus pi?as les viene bien de vez en cuando el fuego, pues con ¨¦ste liberan sus semillas, al tiempo que las cenizas favorecen el crecimiento de estos titanes. El Mariposa Grove, al sur y a algo m¨¢s de una hora en coche de Yosemite Valley, cuenta con unos quinientos ejemplares.
Descendiendo a pie un camino a lo largo de una milla (ojo, que luego hay que subir) se llega a los ¨¢rboles y al asombro. Mondadientes de un viejo Polifemo, un gran tronco fosilizado est¨¢ ca¨ªdo, con sus retorcidas ra¨ªces al aire. Otro ha sido perforado y se puede atravesar como si de un portal se tratase o ese puente cubierto de Wawona. Llegan las secuoyas a los 100 metros de alto, y si uno tuviera que idear ahora una mitolog¨ªa ind¨ªgena que sobreponer a la olvidada de los indios miwok y paiute, los habitantes originales de Yosemite, dir¨ªa que hacen cosquillas en la barriga del cielo, y de estas chispas surgen -oro estival del que es rica California- las tormentas, los rayos, los incendios.
? Antonio Rivero Taravillo, premio Comillas de Biograf¨ªa, es autor de Luis Cernuda. A?os espa?oles (1902-1938) (Tusquets).
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Gu¨ªa
C¨®mo llegar
? American Airlines (902 11 55 70; www.americanairlines.es) tiene vuelos con una escala de Madrid a San Francisco, a partir de 485 euros, precio final.
? Iberia (www.iberia.com) tiene vuelos con una escala desde Madrid y Barcelona hasta San Francisco, a partir de 611 euros, precio final.
Visitas
? Parque de Yosemite (www.yosemitepark.com). Desde la web del parque se puede organizar la visita. Tambi¨¦n ofrece la previsi¨®n meteorol¨®gica, informaci¨®n sobre alojamientos y restaurantes. Dispone de una tienda online para no tener que cargar con los recuerdos.
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