Las subastas en Valencia crecen un 41% pero casi nadie puja en ellas
Desde hace un a?o, las salas judiciales aparecen pr¨¢cticamente vac¨ªas
Mayo del 2008, la sala llena. Marzo de 2009, la misma sala y s¨®lo cuatro personas, de las que dos ocupan su puesto de trabajo, una va de espectador y la cuarta no puede intervenir en la puja por ser la parte actora. El n¨²mero de subastas judiciales que se llevaron a cabo en 2008 en los juzgados de Valencia, 863, super¨® en un 41% el de 2007 y aument¨® un 56% respecto a 2006. Sin embargo, y a pesar de que en ocasiones se pueden encontrar bienes a buenos precios, ya nadie levanta la mano. Ni los subasteros.
Germ¨¢n ya ha ido dos veces a la sala de subastas de la Ciudad de la Justicia de Valencia para aprender a pujar y lograr experiencia ya que, en un par de semanas, quiere participar en una sesi¨®n. En ambas ocasiones su plan se frustr¨®. Nadie apareci¨®. "Es la t¨®nica desde hace casi un a?o, es el reflejo de c¨®mo est¨¢ la sociedad", explica una de las auxiliares de la sala, con lo que en muchas ocasiones la venta queda desierta.
El postor desconoce el estado de la vivienda y si ¨¦sta sigue ocupada
Las subastas judiciales tienen un ¨²nico objetivo: obtener dinero que permita el pago de la deuda o hipoteca al acreedor que, que en estos casos, suele ser el banco. Si el propietario del bien deja de pagar las cuotas mensuales a su entidad financiera, ¨¦sta acaba embarg¨¢ndoselo y, a continuaci¨®n, podr¨ªa salir a subasta. El precio por el que sale a la venta p¨²blica es el que resulte de descontar de su valor de mercado todas las cargas anteriores, cargas que el comprador tendr¨¢ que abonar. Adem¨¢s, el que quiera participar en la puja deber¨¢ abonar, a modo de dep¨®sito, el 30% del precio por el que se vende.
"Hay oportunidades de inversi¨®n muy buenas ya que puedes llegar a ahorrarte hasta un 30%, pero hay que comprar de acuerdo con una necesidad", explica Jorge Zanoletty, director de Tulipp, empresa privada que celebrar¨¢ una subasta en Valencia a finales de abril.
Todos los que alguna vez se han movido alrededor de las subastas coinciden: son m¨¢s transparentes y democr¨¢ticas desde el a?o 2000, fecha en la que cambi¨® la ley. "Antes era una mafia", afirma una secretaria judicial en alusi¨®n a los conocidos como "subasteros". ?stos se dedicaban, casi en exclusiva, a estas operaciones, pactaban de antemano, y entre ellos, los precios que iban a pagar por los bienes y luego los revend¨ªan. Normalmente, eran los ¨²nicos que ten¨ªan la informaci¨®n sobre las subastas, algo que no sucede desde que se publica en Internet.
Uno de los principales inconvenientes de estas operaciones es que el postor no sabe en qu¨¦ condiciones se encuentra la vivienda, que incluso podr¨ªa estar ocupada. "Las garant¨ªas de que los bienes est¨¦n en buen estado son nulas", explica una secretaria judicial. Por el contrario, algunas de las empresas dedicadas a esta actividad ense?an antes lo que ofertan. Seg¨²n Zanoletty, pese a que su empresa tiene m¨¢s trabajo, las ventas han disminuido, lo que hace que los bancos vayan acumulando propiedades a las que no les han podido dar otra salida.
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