De virreyes y tartas con hojas de coca
A principios de esta d¨¦cada hubo en Bolivia un embajador de Estados Unidos tan poderoso que era conocido como el Virrey. Las fiestas en la embajada para celebrar el 4 de julio eran muy concurridas; all¨ª iban los pol¨ªticos para rendirle pleites¨ªa al Virrey. Algunos d¨ªas antes de las elecciones de 2002, el Virrey sinti¨® que ten¨ªa la autoridad suficiente para entrometerse en los asuntos internos del pa¨ªs, y llam¨® a la poblaci¨®n a no votar por Evo Morales, el candidato que seg¨²n ¨¦l quer¨ªa que Bolivia volviera "a ser un exportador de coca¨ªna importante". Evo no gan¨® ese a?o -el triunfo fue de S¨¢nchez de Lozada-, pero el Virrey tampoco: incluso los partidos pol¨ªticos alineados a Estados Unidos debieron sacar comunicados reprochando la intromisi¨®n.
El error de Manuel Rocha -as¨ª se llamaba ese embajador- recuerda al de Braden, el secretario asistente del Departamento de Estado que hacia 1946 intent¨® influir para que los argentinos no votaran a Per¨®n (el resultado obvio fue el triunfo de Per¨®n, gracias a una campa?a nacionalista bajo el eslogan Braden o Per¨®n). Es larga la historia de la injerencia estadounidense en los asuntos internos de Am¨¦rica Latina, y no tan larga la del rechazo orgulloso a esa injerencia. En Bolivia, los excesos de Rocha fueron un parteaguas. La llegada de Evo radicaliz¨® el descontento hacia Estados Unidos, sobre todo debido a su pol¨ªtica intransigente de ayuda econ¨®mica a cambio de la erradicaci¨®n de los cultivos de la hoja de coca (planta que el partido de Evo ha defendido como s¨ªmbolo fundamental de la cultura andina).
Hacia enero de 2006, el d¨ªa de la fiesta en el palacio presidencial con motivo de su juramento como presidente, Evo se dio el lujo de hacer colocar, en medio del sal¨®n principal, una enorme tarta decorada con hojas de coca. El embajador de Estados Unidos debi¨® salir corriendo del palacio para evitar que lo fotografiaran al lado de la tarta.
Desde entonces, las relaciones entre ambos pa¨ªses no han hecho m¨¢s que empeorar. En junio del a?o pasado los cocaleros de la regi¨®n del Chapare expulsaron a USAID (agencia estadounidense de cooperaci¨®n), y poco despu¨¦s, en septiembre, Evo expuls¨® nada menos que al embajador; ahora, es el turno de que la DEA (agencia antidroga estadounidense) se vaya del pa¨ªs.
Es cierto que Bolivia necesitaba una pol¨ªtica exterior que no fuera servil a Estados Unidos, pero no es menos cierto que, gracias al camino emprendido por Evo, los industriales bolivianos pierden mercados, y el pa¨ªs se queda sin un apoyo log¨ªstico vital en la lucha contra las drogas. Evo se ha anotado una gran victoria simb¨®lica en el corto plazo; a la larga, sin embargo, Bolivia pierde mucho m¨¢s que el imperio.
Edmundo Paz Sold¨¢n es escritor boliviano.
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