Un s¨ªmbolo llamado Lucrecia
El asesinato de una dominicana despert¨® a la sociedad contra el racismo en 1992
En el muro de la agencia de viajes hay dibujados un canguro y un iceberg. Pero la sede de Nobel Tours en Aravaca tambi¨¦n pasa por la Rep¨²blica Dominicana. El edificio, en la avenida de la Osa Mayor, est¨¢ construido sobre las ruinas de la antigua discoteca Four Roses, donde el 13 de noviembre de 1992 un guardia civil, acompa?ado por otros tres ultraderechistas, asesin¨® a la dominicana Lucrecia P¨¦rez.
Hace casi 17 a?os que Pedro ?lvarez no regresa al lugar. Entonces esto era lo que los dominicanos llaman un tinte, un lugar que mancha. "El edificio abandonado serv¨ªa de refugio a entre 80 y 100 inmigrantes", recuerda el portavoz de Vomade (Voluntariado Madres Dominicanas). Sobre la acera, un bloque de granito de metro y medio con la leyenda: "Por la convivencia, homenaje a Lucrecia P¨¦rez". Aparecen las fechas que marcan los 33 a?os de su vida y el oso y el madro?o. Lo colocaron en 2006. Parece una l¨¢pida fuera de contexto, en la incorporaci¨®n a la carretera de Castilla. S¨®lo pasan coches.
En la plaza de la Corona Boreal hay carteles de "se alquila" en los dos bares caribe?os. "Esto ya no es lo que era", dice ?lvarez. En los noventa, los jueves y los domingos la plaza se llenaba de mujeres de Vicente Noble, el pueblo de Lucrecia. La raz¨®n: una sede de Iberia en Santo Domingo (cuyos empleados se tra¨ªan a las chicas cuando volv¨ªan a Aravaca) y un p¨¢rroco espa?ol en la localidad dominicana que animaba a sus feligreses a emigrar. El gran puente entre estos dos pueblos separados por un oc¨¦ano era la plaza, que las dominicanas llamaban "de la Solidaridad". "En Santo Domingo la gente siempre est¨¢ en la calle", dice ?lvarez; "a los vecinos les gustaba tenerlas en casa de asistentas, eran cari?osas y eficaces, pero no quer¨ªan verlas en la calle". Los medios hablaron de la tensi¨®n en el ambiente, aparecieron pasquines xen¨®fobos, la polic¨ªa actu¨® con dureza. "En Aravaca nunca hab¨ªan visto un negro y se empez¨® a criminalizarlas, que si eran putas, que si eran unas guarras". Por eso, explica el voluntario, la asociaci¨®n us¨® la palabra "madres" en su nombre; "el 63% lo eran".
"Aquel primer crimen xen¨®fobo fue un s¨ªmbolo", dice ?lvaro Ballar¨ªn, concejal del distrito Moncloa-Aravaca. "Espa?a, un pa¨ªs de emigrantes, se convert¨ªa en pa¨ªs de acogida, nos consider¨¢bamos solidarios... Fue un cataclismo". El pol¨ªtico defiende que en Aravaca (25.000 habitantes, 3.500 extranjeros) hay "paz social e integraci¨®n, gracias a que la inmigraci¨®n siempre ha sido complementaria al trabajo de los espa?oles". Tambi¨¦n dice que no es un barrio "pijo", "aunque haya urbanizaciones de clase media alta", y que ahora la mayor¨ªa de los inmigrantes son rumanos. El distrito ha invertido 600.000 euros en pol¨ªticas de integraci¨®n.
En el mismo distrito, pero al borde de la Gran V¨ªa, est¨¢ la plaza de los Cubos. De ella parti¨® el cuarteto de extremistas para ir a "dar un susto a los sudacas". Hoy la plaza es el eje del proyecto Kil¨®metro 0,8 con el que el Ayuntamiento pretende crear una "ciudad del cine" en torno a las salas de versi¨®n original. En 1992 era territorio skinhead. "Se pavoneaban intimidando a todo el que se cruzaba con ellos", dice Esteban Ibarra, de Movimiento contra la Intolerancia, que se estableci¨® tras el asesinato. "La muerte de Lucrecia marc¨® un antes y un despu¨¦s en la conciencia social. El ¨²nico reproche: que hiciese falta una tragedia para despertarnos". La nueva ultraderecha ya manejaba sus esl¨®ganes actuales: "Nos invaden", "limpiemos Espa?a". Seg¨²n Ibarra, desde entonces se han producido otros 80 cr¨ªmenes xen¨®fobos, pero ya nadie niega su existencia. De los cuatro asesinos de Lucrecia, s¨®lo uno, el guardia civil, permanece todav¨ªa en prisi¨®n.
Hay un ¨²ltimo escenario en este crimen: Vicente Noble. Entre 1990 y 1993 emigraron la mitad de todas sus mujeres (5.000). Kenia, la hija de Lucrecia, recibi¨® s¨®lo ocho de los 50 millones de indemnizaci¨®n ("el resto se perdi¨® entre abogados", seg¨²n Vomade). Ahora tiene 22 a?os y est¨¢ tratando de venir a Espa?a.
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