El magisterio de Ponce
Dos propuestas, dos. El magisterio inteligente de Ponce y la casta, verg¨¹enza torera se llama tambi¨¦n, de Cayetano. Cada uno en su sitio. Cada cu¨¢l a lo suyo. Fue f¨¢cil, en apariencia, para Ponce; fue complicado, en realidad, para Cayetano. Las cartas las jugaron en funci¨®n de sus toros y sus aptitudes. Las de Cayetano fue como echarlas al aire. A la suerte. Suerte de cara, en este caso, despu¨¦s de una cogida espeluznante en el sexto.
Lo de Enrique Ponce con el toro que abri¨® plaza fue de apabullante dominio. Bondadoso ese primero, colorado de capa y de notable alzada. De justas fuerzas como los cinco que a¨²n quedaban dentro. La lucha fue desigual. S¨®lo el viento le ofreci¨® cierta resistencia a Ponce. Apenas se not¨®. Pronto fuera del tercio, Ponce plant¨® sus poderes. Noble, demasiado azucarado ese toro para torero tan poderoso. La faena estuvo m¨¢s lograda sobre la mano derecha. El cuarto, al igual que toda la corrida, cumpli¨® un simple tr¨¢mite con los picadores. No daban para m¨¢s. En faena brindada a la Fallera Mayor de Valencia, no rompi¨® ese toro de entrada. Salvado de nuevo el intempestivo viento, Ponce se ech¨® la muleta a la izquierda. Redonda la primera serie. Tambi¨¦n la siguiente. Conquistado el toro, lo dem¨¢s fue otra vez como coser y cantar. Dej¨® respirar al toro, le dio distancia, y, retomada la faena, un racimo de tres soberbios naturales. La guinda la sirvi¨® Ponce con los arabescos finales. Esos dos toros de Ponce fueron los mejores de una corrida descastada. Los mejores en sus manos, claro.
DOMECQ / PONCE, MANZANARES, CAYETANO
Toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentaci¨®n. De escasa fuerza todos. Nobles primero y cuarto, el ¨²ltimo desarroll¨® peligro sordo. El resto, deslucidos
Enrique Ponce: -aviso-, casi entera traserilla (oreja); -aviso- pinchazo y estocada ca¨ªda (oreja). Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: entera baja -aviso- (palmas); entera baja (silencio). Cayetano: estocada (palmas); casi entera trasera y ca¨ªda -aviso- (oreja).
Plaza de Valencia, 16 de marzo. Novena de Feria. Lleno absoluto.
La casta la puso Cayetano en el sexto, que hab¨ªa brindado a su hermano Francisco. Toro reserv¨®n. Midi¨® varias veces a Cayetano de arriba abajo. No le dud¨® el torero. Respuesta valiente. Al intentar un derechazo el toro lo prendi¨® por el muslo derecho, lo zarande¨® y sali¨® ileso de milagro. A¨²n tuvo arrestos para seguir desafiando a tan cobarde enemigo. Cayetano se hab¨ªa estrellado antes con su deslucido primero. Al igual que Manzanares, que apech¨® con un lote penoso.
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