Traspasos Feij¨®o
Parece que la ¨¢spera pendencia electoral ha terminado -vaia o demo con ela- para todos menos para sus protagonistas. A los tres les est¨¢ costando trabajo dar con el tono y la actitud apropiados a los nuevos tiempos. Se aclimatan mal a la paz de las urnas, cierto que uno mejor que los otros.
M¨¢s que disponerse a ocupar la Presidencia, Feij¨®o parece andar promocionando un negocio de traspasos. Si tiene usted algo para traspasar y le urge, es su hombre. Va tan r¨¢pido que si se tratara, por ejemplo, de un bar, estar¨ªa montando la fiesta de la camiseta mojada antes de tener siquiera las llaves. Su insidiosa insistencia en reclamar celeridad en el traspaso de poderes, adem¨¢s de irrespetuoso con las instituciones, contin¨²a su estrategia de campa?a por otros medios: sembrar la duda y cuestionar la integridad del oponente. No parece inocente que alguien que ha vivido siempre en la Administraci¨®n persista en poner bajo sospecha unos modos que sabe de sobra habituales en un relevo de gobierno. El candidato no acaba de florecer en presidente. Se empe?a en convertir en esc¨¢ndalo la rutina del traspaso y como en la campa?a hasta le aqueja la misma amnesia selectiva: entonces no recordaba nada de su ¨¦poca como vicepresidente, ahora tampoco se acuerda de cosas dichas durante la contienda. Sembrar sospechas sobre el comportamiento de la Administraci¨®n saliente ser¨¢ muy ¨²til para culpar al bipartito por sus olvidos, su imposible revisi¨®n del concurso e¨®lico, o la inapelable realidad de c¨®mo el idioma en la ense?anza p¨²blica no es una cuesti¨®n de libertad, sino de respeto a la ley.
Mientras Touri?o se enfrentaba solo a la crisis, el resto se dejaba enga?ar por la demagogia del PP
El presidente saliente padece el s¨ªndrome contrario. Si Feij¨®o es el candidato a qui¨¦n cuesta comportarse como presidente, Touri?o es el presidente con dificultades para conducirse como candidato. Por eso empieza a actuar como tal cuando ya no hace falta. Los duros reproches al rival o el nuevo cap¨ªtulo de Mi Audi y yo y sus sensacionales revelaciones, llegan un poco tarde. Tampoco se ajusta al tono institucional exigible al cesante. M¨¢s que un presidente aguardando el reemplazo, se comporta como un investigador quien, ahora s¨ª, va a destapar las mentiras del adversario popular y las deslealtades de su socio nacionalista. Seg¨²n sus indagaciones, todos son culpables menos ¨¦l. Mientras en la soledad de Monte P¨ªo se enfrentaba a pecho descubierto contra la crisis, el resto de los gallegos nos dej¨¢bamos manipular por la demagogia de Feij¨®o y rumi¨¢bamos nuestro rencor por las esquinas contra los desmanes de Quintana. Para defender el coche fant¨¢stico, alega que Fraga tambi¨¦n ten¨ªa y reprocha al socio imponer a la sociedad el gallego o los mandilones en las galescolas. Ninguna luz arrojan sus pesquisas sobre qu¨¦ podr¨ªa haber acontecido si no hubiera hecho lo mismo que Fraga, o si no hubiera refrendado la tesis del PP sobre la imposici¨®n ling¨¹¨ªstica present¨¢ndose como el garante de la libertad amenazada por la secta de los galegofalantes, o hubiera recordado que un mandil¨®n s¨®lo es una prenda que da mucho servicio, aqu¨ª y en la China Popular.
Quintana anduvo m¨¢s lento, pero seguro en su reacci¨®n. Tanto ¨¦l como el BNG dieron hasta el s¨¢bado la impresi¨®n de ser uno de esos talleres de reparaciones que o acaban con tu dinero o con tu paciencia o con ambas al tiempo. Sin embargo, su dimisi¨®n estrat¨¦gicamente ejecutada revela c¨®mo, a diferencia de los otros, se sabe su papel y lo trae ensayado de casa. Su decisi¨®n ha puesto en fila al gallinero en que iba camino de convertirse el BNG. Ha abierto la puerta para que el nacionalismo gallego eche fuera sus fantasmas y, con el respeto debido, jubile a los referentes que s¨®lo saben mirar hacia atr¨¢s. Quintana ha cerrado de manera limpia un episodio de la historia del nacionalismo que de puro largo ya parec¨ªa un culebr¨®n venezolano. Ahora ya todo es futuro y el nacionalismo tiene que escoger el suyo; si decide volver a un pasado que nunca fue mejor, o renovarse en una organizaci¨®n capaz de competir por la mayor¨ªa en esta Galicia compleja, moderna y contradictoria. Y, contrariamente a su parsimoniosa tradici¨®n asamblearia, tendr¨¢ que hacerlo r¨¢pido. Como dec¨ªa Einstein, no hay que pensar mucho en el futuro porque siempre llega muy pronto.
ant¨®n losada.blogspost.com
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