El Bloque en la encrucijada
El pr¨®ximo d¨ªa 10 de mayo, el BNG celebrar¨¢ la que seguramente ser¨¢ la m¨¢s importante asamblea desde su fundaci¨®n en 1982. Ser¨ªa deseable que en esta ocasi¨®n el debate pol¨ªtico sobre las causas del retroceso electoral y la p¨¦rdida de gobierno ocuparan el centro de la controversia. Porque una crisis como la que vive el Bloque s¨®lo se entiende en base a relevantes diferencias pol¨ªticas, tanto sobre la etiolog¨ªa como sobre las propuestas de futuro. Resulta, pues, imprescindible que esas diferencias se hagan explicitas para que la opini¨®n p¨²blica pueda conocerlas a trav¨¦s de un debate transparente que, en ning¨²n caso, debe excluir la s¨ªntesis final.
S¨®lo as¨ª evitar¨¢ el Bloque que se desvirt¨²e su asamblea, y s¨®lo de esta forma lograr¨¢ que el debate organizativo, tambi¨¦n decisivo, sea un producto natural, un epifen¨®meno comprensible, del proceso pol¨ªtico. De lo contrario, inevitablemente, el BNG proyectar¨¢ la imagen de que su debate se reduce a una mera lucha por el poder, a una confrontaci¨®n entre intereses personales o corporativos en pugna por la influencia y el control de la organizaci¨®n.
La aut¨¦ntica renovaci¨®n no es concebible si se basa en una ruptura traum¨¢tica con la historia
En los ¨²ltimos 20 a?os, el Bloque ha recorrido una brillante trayectoria que lo ha llevado de las catacumbas a convertirse en una fuerza de gobierno. Dicho proceso alcanz¨® su c¨¦nit en las elecciones del 97, en las que la organizaci¨®n nacionalista consigui¨®, por primera y ¨²nica vez, el liderazgo de la oposici¨®n. Todo ello fue posible gracias a una situaci¨®n favorable a sus intereses, a una estrategia pol¨ªtica bien definida, una organizaci¨®n din¨¢mica y un liderazgo meritorio. Pero aquello que fue ¨²til para desarrollarse en la oposici¨®n se revel¨® insuficiente para acreditar al Bloque como fuerza de gobierno. El retroceso electoral en las ¨²ltimas consultas electorales tiene una evidente relaci¨®n con las indefiniciones del BNG en cuestiones determinantes, lo que limit¨® seriamente su credibilidad como fuerza gobernante.
As¨ª pues, el Bloque debe reconocer que se cerr¨® una etapa en la vida pol¨ªtica gallega y en la de su organizaci¨®n, y asumir que el impulso de su asamblea constituyente se ha agotado, lo cual plantea la necesaria reformulaci¨®n del proyecto pol¨ªtico, como condici¨®n indispensable para que el nacionalismo pueda recuperar el impulso perdido y retomar un proyecto expansivo.
Asumir que las transformaciones sociales han convertido a Galicia en una sociedad moderna, industrializada y urbana; formular un proyecto econ¨®mico frente a la crisis que mantenga la coherencia entre objetivos e instrumentos; definir un proyecto de autogobierno y su relaci¨®n precisa con el Estatuto y la Constituci¨®n; un pronunciamiento claro sobre el modelo de Estado, el proyecto europeo o las alianzas pol¨ªticas, son otras tantas cuestiones que el BNG debe clarificar si aspira a ser, o a participar de nuevo, en una alternativa de gobierno cre¨ªble. Especialmente relevante ser¨¢ el tipo de relaciones que el c¨®nclave nacionalista decida establecer con el partido socialista. Si el Bloque, presionado por necesidades inmediatas, sustituye su dif¨ªcil cooperaci¨®n competitiva con el PSdeG por la simple confrontaci¨®n entre ambas fuerzas pol¨ªticas no s¨®lo contribuir¨¢ a debilitar la necesaria alternativa al nuevo Gobierno del PP, sino que acentuar¨¢ su aislamiento pol¨ªtico y social.
En este contexto es donde adquiere especial importancia la revisi¨®n organizativa a la que est¨¢ abocado el Bloque. Ahora bien, no es concebible una aut¨¦ntica renovaci¨®n si ¨¦sta se basa en una ruptura traum¨¢tica con la historia. Es tal el peso de la tradici¨®n, que incluso cuando aparece algo nuevo en pol¨ªtica, si de verdad aspira a una perspectiva de futuro, si quiere ser algo m¨¢s que una epid¨¦rmica erupci¨®n pasajera, se siente obligado a recordar el pasado, el mejor pasado.
Pero si se considera el peso de las inercias, del imaginario colectivo y su compleja organizaci¨®n, concluiremos que los problemas a los que ha de enfrentarse el Bloque no tienen f¨¢cil soluci¨®n. Pero el tiempo se acaba, y en pol¨ªtica no suele haber pr¨®rrogas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.