Intratable Enrique Ponce
No fue f¨¢cil la corrida de Garcigrande. Desde el tendido parec¨ªa una cosa; en el ruedo debi¨® ser otra distinta. Toros de esos que en apariencia no son ni fu ni fa, pero que tienen bastante que torear. As¨ª fueron cinco de los seis toros de Garcigrande, de tan fina como justa l¨¢mina. S¨®lo el tercero, el menos toro del lote, lo tuvo todo bueno. O casi todo. Fue pronto y tuvo transici¨®n. Un buen toro. Con chispa. Con su punto caliente. S¨®lo un feo apunte, escarb¨® al inicio de la faena de Barrera.
Aunque distintos, los dos toros de Ponce, por ejemplo, fueron de apuesta. De jug¨¢rsela a una carta. Pronto pero ¨¢spero el segundo. Algo mir¨®n. De esos que parecen de cart¨®n y son de piedra. Antes de ir a la muleta de Ponce se peg¨® un volat¨ªn a la salida de un capotazo de Mariano de la Vi?a. Costalazo tan brutal no rest¨® listeza a ese toro. Si acaso lo contrario, pues se puso algo defensivo. Ponce se emple¨® con ¨¦l. Con los cinco sentidos. Y ese sexto con el que siempre sorprende. Se adelant¨® a las intenciones del toro y no le cedi¨® un palmo de terreno. Era adue?arse de la situaci¨®n o perder la batalla. O t¨² o yo, pareci¨® decirle al toro. No hubo KO, pero a los puntos apabull¨® el torero. Aunque le costara sudar la camiseta m¨¢s de la cuenta.
Garcigrande / Espl¨¢, Ponce, Barrera
Toros de Garcigrande, justos de presentaci¨®n. Con ciertas dificultades.
Luis Francisco Espl¨¢: entera ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (palmas); pinchazo y m¨¢s de media (saludos). Enrique Ponce: ¡ªaviso¡ª pinchazo y descabello (saludos); ¡ªaviso¡ª entera (dos orejas). Vicente Barrera: pinchazo ¡ªaviso¡ª y casi entera saludos); pinchazo ¡ªaviso¡ª y estocada (saludos).
Plaza de Valencia, 19 de marzo. 13? y ¨²ltima de Feria. Lleno.
Luis Francisco Espl¨¢ se despidi¨® del p¨²blico valenciano
El toro que m¨¢s se emple¨® en el caballo fue el quinto, aunque las dos veces se march¨® sin atender a razones. Manse¨®. Distra¨ªdo en banderillas, quiso enterarse de lo que ocurr¨ªa a su alrededor y no tendi¨® la mano. La primera receta de Ponce fue doblarse con ¨¦l hasta cinco veces. La medicina aplicada llevaba la dosis necesaria. De ah¨ª en adelante no fue coser y cantar, pero s¨ª otra proclama de quien ten¨ªa el mando en plaza. Sin humillar ese toro, la primera parte de la faena fue a comodidad del propio astado. A su aire. Desenga?ado, o enga?ado para los restos seg¨²n se mire, Ponce le atac¨® de cara. Ahora no sac¨® de la manga ning¨²n as, se los mostr¨® todos al toro. La serie final con la izquierda fue provocativa: de frente, dando el pecho. A sus pies ese toro. Sabia faena. Tambi¨¦n de amor propio.
Se despidi¨® de Valencia Luis Francisco Espl¨¢. No hubo brillo pero s¨ª dignidad. Y sabor a?ejo. Sobre todo con el colorado que abri¨® la corrida. Le baj¨® la mano en algunas series y prendi¨® al toro en la muleta. Tres molinetes en el mismo racimo y unos sabrosos cambios de mano le dieron riqueza a esa faena. L¨¢stima la espada. En el cuarto comparti¨® banderillas con su pe¨®n Domingo Navarro, a qui¨¦n tambi¨¦n brind¨® el toro. Desabor¨ªo el de Garcigrande. Corto de viaje. Todo lo puso Espl¨¢ por nada el toro.
Con el toro m¨¢s claro de la corrida, Barrera lig¨® un par de series de m¨¦rito por la derecha. Algo mec¨¢nica result¨® la cosa. El sexto fue muy deslucido. Sin clase. Una mala opci¨®n para quemar el ¨²ltimo cartucho de la Feria. Le puso voluntad Barrera, lo ¨²nico posible de hacer.
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