Una s¨®lida tradici¨®n de lujo y avaricia
AIG ha instaurado una cultura de la prebenda para sus directivos
Maurice Hank Greenberg, que ocup¨® durante casi 40 a?os la presidencia de AIG, declaraba esta semana a la cadena CNBC refiri¨¦ndose a los pol¨¦micos bonus cobrados por los ejecutivos: "Yo nunca hubiera pagado esas primas. No tiene sentido pagar por algo que no se ha hecho, o si no se han cumplido los objetivos".
La declaraci¨®n del octogenario ex presidente de AIG, que est¨¢ siendo procesado por fraude, ser¨ªa loable si no fuera por un peque?o detalle: ¨¦l y su lugarteniente Joseph Cassano fueron los principales causantes del derrumbe de la que fuera la mayor aseguradora del mundo.
Ambos crearon la famosa unidad de productos financieros (AIG Financial Products), que engord¨® su cartera con todo tipo de productos derivados que le ofrec¨ªan bancos y empresas con el respaldo de activos t¨®xicos por 700.000 millones de euros.
Los bonus de la discordia no son sino una continuaci¨®n de esa tradici¨®n instaurada por Cassano de recompensas generosas. Cuando el Gobierno sali¨® a su rescate, se revel¨® que por cada d¨®lar que facturaba su unidad, ¨¦l y sus directivos se llevaban 30 centavos. Despedido en febrero de 2008, recibi¨® una indemnizaci¨®n de 34 millones de d¨®lares (24 millones de euros), que sum¨® a los 250 millones que hab¨ªa ganado en los ocho a?os que estuvo en AIG.
No le bast¨®. Ya despedido, se asegur¨® un contrato de un mill¨®n de d¨®lares al mes por asesorar al presidente, que cobr¨® hasta que el Gobierno intervino AIG y rompi¨® el contrato. La CNN le considera uno de los "10 culpables que han causado el colapso financiero mundial",
Su herencia sigue en AIG. Tres de su m¨¢s estrechos colaboradores -James Haas, Liebergall y Douglas Poling- est¨¢n entre los m¨¢ximos beneficiarios del pol¨¦mico plan de 218 millones.
Cassano no es el ¨²nico protagonista de la tradici¨®n de AIG. El que fuera su m¨¢ximo jefe y corresponsable de la quiebra, el presidente Martin J. Sullivan, era todo un lord ingl¨¦s. En 2007 fue nombrado miembro de la Orden del Imperio Brit¨¢nico. Desde que tom¨® las riendas de la firma en 2006 se meti¨® de lleno en productos financieros como los credit default swaps, seguros que protegen a los clientes ante la posible quiebra de empresas donde tuvieran inversiones. En 2007 se multiplicaron las quiebras, y a AIG le cost¨® miles de millones de d¨®lares. Sullivan dej¨® AIG en junio de 2008. Se llev¨® 22 millones de d¨®lares, pese a causar un agujero contable que tuvo que tapar el Tesoro inyectando 85.000 millones con dinero p¨²blico el 18 de septiembre de ese a?o.
Ese rescate p¨²blico dio pie a un nuevo dispendio. Seis d¨ªas despu¨¦s del rescate, los principales ejecutivos celebraron una fiesta a cargo de la compa?¨ªa en un lujoso complejo hotelero en California. La factura ascendi¨® a 443.000 d¨®lares. No se privaron de nada: banquetes, golf, spa, manicuras, tratamientos faciales, pedicuras, masajes...
Tal vez por no romper esa tradici¨®n de lujo y sibaritismo, el actual presidente, Edward Liddy, nombrado por el Gobierno, no se haya atrevido a condenar el plan de remuneraciones. Liddy, que tiene un sueldo simb¨®lico anual de un d¨®lar, ha dicho: "En mis 37 a?os como hombre de negocios he visto la cara buena del capitalismo. En los pocos meses que llevo en AIG ya tengo la evidencia de su lado oscuro".
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