El ¨ªmpetu de Kieff, el ni?o ebanista
El escultor madrile?o Grediaga, hijo de un artesano republicano encarcelado, regresa con una exposici¨®n tras 50 a?os de peregrinaje art¨ªstico en el exilio
So?aba con volver, y ha vuelto. Despu¨¦s de 50 a?os de peregrinaje art¨ªstico por medio mundo, las obras del escultor Kieff Antonio Grediaga (Madrid, 1936) emergen en el Museo de la Ciudad como testigos mudos de una vida intensa en la que el deseo de libertad y de conocimiento marcaron los primeros pasos del artista. La exposici¨®n Obras 1956- 2008. Trabajo y sue?os es un extenso recorrido a trav¨¦s de 222 obras que resumen la esencia del trabajo realizado por el escultor madrile?o durante sus a?os en el exilio, en el que siempre tuvo presentes sus ra¨ªces espa?olas. "Son 50 a?os de trabajo y sue?os, porque hace cinco d¨¦cadas que sue?o con volver", explica el escultor, que tiene m¨¢s de 10.000 obras repartidas por el mundo, pero ninguna en Espa?a.
Vivi¨® de vender dibujos a los legionarios, y en 1959 march¨® a Brasil
Fue restaurador de muebles, 'luthier', tenor profesional y escen¨®grafo
Como artista consagrado ha expuesto en galer¨ªas y museos en Estados Unidos, Canad¨¢, Europa y Asia, pero hoy empieza de cero en Espa?a. Grediaga gesticula con unas manos en¨¦rgicas y curtidas a golpe de cincel consciente de que es el p¨²blico el que tiene que juzgar su obra. "Creo que la exposici¨®n tiene un valor intr¨ªnseco por ser la primera vez que expongo en un museo espa?ol, y adem¨¢s guarda una ¨¦tica. En Espa?a no soy nadie, es empezar otra vez de cero, pero con un bagaje de 50 a?os detr¨¢s".
Hijo de un republicano condenado por el franquismo, se inici¨® en el oficio de ebanista de la mano de su padre, encarcelado en Alcal¨¢-Meco. A los seis a?os, a Grediaga le permitieron traspasar los muros de la prisi¨®n y acompa?ar a su padre mientras restauraba los retablos de las iglesias destruidas durante la Guerra Civil. Juntos lijaron la madera que viste el dormitorio del general Franco, expuesto hoy en el palacio de El Pardo. "No ten¨ªa futuro en aquellos a?os, los hijos de los perdedores no ten¨ªamos oportunidades", explica Kieff, nombre que le puso su padre tras un viaje a la capital de Ucrania para conseguir tanques rusos con los que defenderse de la sublevaci¨®n franquista. Un nombre que le dej¨® marcado su destino. "Mi madre acompa?¨® a mi padre en aquel viaje. En el mapa que ten¨ªa entonces mi padre aparec¨ªa Kiev con dos efes, y cuando fue al registro de Chamber¨ª a inscribirme le dijeron que no pod¨ªa ponerme ese nombre. Mi padre amenaz¨® al funcionario, y ¨¦l mismo escribi¨® la palabra en el libro".
Tras estudiar dibujo industrial y arquitect¨®nico en Madrid y ganarse la vida vendiendo dibujos a los legionarios para luego hac¨¦rselos tatuar, en 1959 pudo saborear por fin la libertad cuando logr¨® huir a Brasil de forma clandestina, dejando atr¨¢s una situaci¨®n pol¨ªtica que le oprim¨ªa y no le dejaba crecer como persona.
A partir de aqu¨ª inicia su carrera internacional, residiendo en diferentes ciudades de Estados Unidos (su principal mercado), Argentina (donde descubri¨® el arte en toda su dimensi¨®n), Austria, Canad¨¢ (se cas¨® y fijo su residencia), Jap¨®n, Italia, Israel y China, con breves estancias en Barcelona y Madrid. En esta ¨²ltima ciudad, la galer¨ªa Bernard de Roches de Montreal expuso su obra en solitario en Arco 92.
"Todos los d¨ªas me dec¨ªa que ten¨ªa que volver. Ven¨ªa un par de d¨ªas a Espa?a, respiraba, ve¨ªa a mi familia y me volv¨ªa. Pero ahora es diferente, siento el deber de dejar algo en mi pa¨ªs. Todav¨ªa soy joven, todav¨ªa tengo mucha fuerza y energ¨ªa, y esto es un intento de volver a casa. Es el comienzo de otra nueva vida", explica Grediaga.
Restaurador de muebles antiguos en varios pa¨ªses europeos, estudiante de m¨²sica en Viena, donde conoci¨® a su amigo el director de orquesta Jes¨²s L¨®pez-Cobos, luthier en Argentina, tenor profesional en el teatro Col¨®n de Buenos Aires, escen¨®grafo, Grediaga es de esos artistas en constante b¨²squeda e indagaci¨®n. Una amalgama de oficios paralelos al arte y, como dice, "un camino en el sendero del arte maravilloso".
Pero es en la escultura y la pintura donde encontr¨® nuevas f¨®rmulas de expresi¨®n a trav¨¦s del equilibrio entre el silencio y la materia. De ¨¦l se ha dicho que sus trabajos prolongan los de aquella Espa?a peregrina de la que tanto Jos¨¦ Bergam¨ªn y Mar¨ªa Zambrano han proclamado. Su obra se nutre de constantes evocaciones a espa?oles universales como Federico Garc¨ªa Lorca, Manuel de Falla o Miguel de Cervantes. "Ellos han generado el motor para mi creatividad". En 1998, Grediaga visit¨® las tierras de Garc¨ªa Lorca: Fuente Vaqueros, V¨ªznar y Alfacar para crear una serie de aguafuertes que incluyen la arena del lugar de nacimiento del poeta y el lugar donde fue asesinado.
Grediaga insiste en que la muestra Trabajo y sue?os no es una retrospectiva, sino una "peque?a selecci¨®n de la obra realizada fuera de casa". Esculturas de m¨¢rmol, granito, bronce, plomo y hierro macizo, as¨ª como pinturas y grabados, dejan paso a una monumental escultura de madera, Jerga, una de sus primeras obras, de la que el ya desaparecido Edgard B. Henning, conservador de The Cleveland Museum of Art dijera que era la forma exenta m¨¢s pura que hab¨ªa visto jam¨¢s.
Tres artistas han marcado su trayectoria: Jean Arp, Brancusi y Richard Serra. Pero es a trav¨¦s de este ¨²ltimo cuando Grediaga descubre en los noventa, en una exposici¨®n en el Museo Guggenheim de Bilbao, su fascinaci¨®n por el hierro. "Ver y sentir esos churretes de ¨®xido de hierro que se desprend¨ªan de aquellas moles me subyug¨® tanto que me dije: 'He aqu¨ª lo que necesito". A partir de ah¨ª decide abandonar el bronce, la madera y el m¨¢rmol para empezar a trabajar el hierro, material con el que ha realizado enormes obras en las que ha sintetizado sus tres pasiones: la escultura, la m¨²sica y la cultura espa?ola.
En su periplo hacia Espa?a, Grediaga ha convertido La Habana en su segundo hogar. "Es donde m¨¢s cerca me he sentido de Madrid". En Cuba ha puesto en marcha un centro de ense?anza en un proyecto conjunto con la Oficina del Historiador de la Ciudad. En su taller, j¨®venes creadores y alumnos de la escuela de oficios son adiestrados en las antiguas y nuevas t¨¦cnicas de fundici¨®n art¨ªstica. Del taller, ubicado en un edificio del siglo XIX en La Habana Vieja, "uno de los mejores talleres que he tenido nunca", ha salido la m¨¢s importante obra de este escultor de los ¨²ltimos siete a?os. A pesar de la "poes¨ªa y la felicidad" que le brinda vivir en Cuba, Grediaga necesita respirar de nuevo el aire de Madrid. "Quiero saber que puedo producir un par de a?os en el pa¨ªs que me vio nacer. Trabajar hasta dos d¨ªas despu¨¦s de mi muerte. Madrid me da energ¨ªa, una visi¨®n, culturalmente est¨¢ muy fuerte, es libre. ?ste es mi proyecto y lo voy a conseguir".
Obras 1956-2008. Trabajo y sue?os. Museo de la Ciudad. Calle del Pr¨ªncipe de Vergara, 140 (metro Cruz del Rayo). Horario: martes a viernes, 9.30 a 20.00; s¨¢bados y domingos, 10.00 a 14.00. Hasta el 5 de abril. Entrada libre.
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