Cu¨¢nto cuesta la mala educaci¨®n
Antes de ver aparecer en las calles de Madrid las primeras pancartas de la huelga del sector educativo, Juan Urbano record¨® otras que hab¨ªa visto la semana pasada en una manifestaci¨®n por la vivienda, en las que estaba escrito: "Derecho a techo". Porque le parece que el centro del problema es ¨¦se, que la vivienda y la educaci¨®n son derechos constitucionales y, por lo tanto, ni el primero deber¨ªa de tener el precio que tiene, porque no hay nada que pueda ser a la vez un derecho y un lujo, ni al segundo se le deber¨ªa atacar con la ferocidad con que se le ataca a base de no defenderlo, de dejarlo morir. Comparando lo que ocurre dentro de los discursos y lo que ocurre fuera, muchos pensar¨¢n que una parte de la Constituci¨®n es simple ret¨®rica, papel mojado, y se dir¨¢n: s¨ª, claro, los espa?oles tienen derecho al trabajo, pero est¨¢n en paro; y a la vivienda, pero no pueden pagarla; y a la educaci¨®n y la sanidad p¨²blicas, pero los campeones de la privatizaci¨®n las degradan y nos llevan a empujones hacia los colegios de pago y los hospitales privados. Y no les faltar¨¢ raz¨®n.
El Plan de Fomento de la Lectura ya se ha quedado sin presupuesto en marzo
La huelga de la Educaci¨®n tiene muchas razones, pero b¨¢sicamente viene a denunciar que el barco se hunde y que los agujeros los ha hecho el capit¨¢n. Porque parece muy claro que en ese terreno, como en todos los dem¨¢s, lo ¨²nico que le interesa al Gobierno regional es la educaci¨®n privada o, como mucho, la concertada. ?Para qu¨¦ se molestar¨¢n algunos en poner banderas en los m¨¢stiles, pudiendo atar un billete de 500 euros a un palo?
Porque de lo que se trata es de eso, de dinero, no de defender utop¨ªas ni de afianzar derechos esenciales, y todo el mundo sabe cu¨¢l es el estribillo de la canci¨®n del capitalismo: no sue?es con nada que no puedas vender. Tal vez por eso cuando los estudiantes llegan a duras penas a la Universidad no lo hacen en busca de formaci¨®n, sino de trabajo, con lo que las vocaciones han sido sustituidas por ambiciones, o a¨²n peor, por simples necesidades, con lo cual el mundo se est¨¢ llenando de personas que no son lo que quer¨ªan ser, sino lo que m¨¢s les convino. Entras en un quir¨®fano, y no te opera un cirujano, sino un fil¨®sofo frustrado. Sales de un juzgado y el juez que va a decidir cu¨¢ntos d¨ªas al mes ver¨¢s a tus hijos est¨¢ pensando en lo que le hubiera gustado ser violinista. Mala cosa.
Los profesores y los alumnos salen a la calle porque ahora mismo se destinan menos fondos a la educaci¨®n p¨²blica que hace seis a?os. Y porque los niveles de exigencia de los planes de estudio son tan bajos que los resultados de nuestros alumnos est¨¢n bajo m¨ªnimos. Y porque los maestros de los centros p¨²blicos tienen sueldos insuficientes. Y porque el mundo est¨¢ lleno de madres y padres que acusan a los profesores de la torpeza, la cara dura o la mala educaci¨®n de sus hijos y, a veces, lo hacen con toda la violencia del mundo. Y porque el apoyo de la Comunidad de Madrid a los colegios concertados es descarado y se lleva a cabo, por ejemplo, mediante la cesi¨®n de suelo p¨²blico para que se construyan en ¨¦l centros privados, algo que podr¨ªa calificarse de parad¨®jico si no fuera porque no existen paradojas de 180.000 metros cuadrados, que son los que en este a?o se han cedido con ese fin. Naturalmente, el negocio les ha salido redondo, porque desde el a?o 2000 hasta ahora el porcentaje de estudiantes ha crecido cinco veces m¨¢s en los centros concertados que en los p¨²blicos. Y porque la catastr¨®fica rendici¨®n que en su momento se hizo ante la Iglesia y que est¨¢ en el origen de este asunto, no se ha solucionado, sino que los sastres de la pol¨ªtica se han limitado a transformar las sotanas en trajes de calle. Y porque, de postre, la crisis devora las buenas ideas y buenas noticias que les quedaban, como por ejemplo el Plan de Fomento de la Lectura, que en marzo ya se ha quedado sin presupuesto, con lo que se acab¨® eso de que los estudiantes puedan leer a un escritor y charlar con ¨¦l en sus aulas. Metes todo eso en una batidora, aprietas el bot¨®n y ya tienes listo el zumo del desastre. Como para no salir a la calle a poner el grito en el cielo.
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