Poder abortar y no poder votar
La ministra de Igualdad del Gobierno de Espa?a nos ha sorprendido con una propuesta sobre la modificaci¨®n de la Ley de Interrupci¨®n del Embarazo que, como m¨ªnimo, genera una polvareda de dimensiones incalculables en el conflicto nunca acabado con la Iglesia cat¨®lica y, por lo que se percibe, con sectores diversos en pensamiento e ideolog¨ªa de la sociedad espa?ola.
Nadie puede dudar de la intenci¨®n que anima al Gobierno de Espa?a de continuar en su pol¨ªtica de igualdad entre todos los ciudadanos y de eliminaci¨®n de cualquier tipo de barrera que entorpezca esa idea de igualdad, tan querida para quienes dicen profesar una ideolog¨ªa socialdem¨®crata. Gracias al impulso de los socialistas, en la Espa?a de hoy los jubilados por los que no se contribuy¨® en su vida laboral disfrutan de una pensi¨®n, habi¨¦ndose acabado gracias a ella y a las ayudas de integraci¨®n, con el concepto de beneficencia. Y hay que recordar la conquista que supuso, durante los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez, el hecho de que todos los espa?oles de 3 a 16 a?os tengan una escolarizaci¨®n garantizada y que todos los espa?oles, cualquiera que sea su condici¨®n, puedan disfrutar de una asistencia sanitaria de calidad.
Una decisi¨®n tan importante no puede tomarse con la inmadurez propia de la adolescencia
Una ley clara y comprensiva evitar¨¢ los riesgos de los actos clandestinos
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha ampliado la n¨®mina de derechos, hasta el punto de que la igualdad entre g¨¦neros es ya casi una conquista real en nuestra sociedad. Gracias a su impulso, los homosexuales han dejado de estar perseguidos en Espa?a y disfrutan de id¨¦nticos derechos en sus relaciones afectivas que los heterosexuales. Todo ello ha contribuido a conseguir que la sociedad espa?ola sea m¨¢s justa, m¨¢s igualitaria y menos casposa de lo que lo era cuando esas conquistas eran pura entelequia.
Es entendible que si el Presidente del Gobierno decidi¨® crear un Ministerio para la Igualdad, la ministra nombrada para tan inmensa tarea se haya puesto manos a la obra, siendo la reforma de la legislaci¨®n de la Interrupci¨®n del Embarazo la que promete convertirse en su ley estrella. Nada que decir sobre el derecho que asiste a la mujer a decidir libremente sobre su maternidad. Son entendibles las razones de los defensores de la posici¨®n contraria, y bien que podr¨ªan ayudar a conformar una opini¨®n consensuada cuando sean capaces de no esconder la cabeza debajo del ala ante la evidencia de que las cosas se conducen como va a decir la ley y no como ellos pretenden que diga.
Nos guste o no, si la legislaci¨®n no es clara, transparente y comprensiva, las mujeres que se encuentren en situaci¨®n no deseada por ellas, articular¨¢n cualquier subterfugio para evitar, de la manera que sea, una maternidad no querida. Cuanto antes el
legislador sea capaz de amparar -sin da?ar derechos constitucionales fundamentales- esas situaciones para que de ilegales y clandestinas se conviertan en legales y protegidas por los poderes p¨²blicos, mucho mejor para las mujeres y para los hombres.
Ahora bien, quienes tenemos un criterio capaz de comprender, apoyar y defender esas reformas, nos encontramos inmersos en un mar de dudas, o en una negativa en mi caso, cuando nos encontramos con el pol¨¦mico precepto que permitir¨¢ que las adolescentes puedan decidir, dentro de las limitaciones que establezca la ley, abortar en el supuesto en que no deseen tener un hijo como consecuencia de un embarazo inmaduro y no pensado. Hay millones de p¨¢ginas escritas sobre la adolescencia y la inestabilidad que esa etapa de la vida supone para los que en ella se sit¨²an.
La ministra de Igualdad ha pronunciado una frase que parece resumir su filosof¨ªa y su principal argumento para defender el aborto en adolescentes mayores de 16 a?os sin la autorizaci¨®n paterna: "Si se pueden casar con esa edad, pueden tambi¨¦n abortar". Parece impecable el razonamiento y tiene la posibilidad de encadenarse hasta la extenuaci¨®n. V¨¦ase si no: "Si pueden abortar, no hay raz¨®n para que, si delinquen con 16 a?os, gocen de una legislaci¨®n especial para el cumplimiento de condenas". "Si pueden abortar, pueden comprar tabaco y bebidas alcoh¨®licas en cualquier establecimiento autorizado como los dem¨¢s". "Si pueden abortar, pueden tener relaciones sexuales sin que se considere abuso de menores los supuestos contemplados en la ley, cuando de menores de edad se trata". "Si pueden abortar, no necesitan permiso de los padres o tutores cuando tengan que viajar al extranjero". "Si pueden abortar, pueden entrar en discotecas". "Si pueden abortar, ?por qu¨¦ no pueden votar?".
La Constituci¨®n Espa?ola establece la mayor¨ªa de edad a los 18 a?os para que los ciudadanos espa?oles adquieran determinados derechos, que s¨®lo se pueden ejercer cuando se llega a esa edad. Se deduce f¨¢cilmente, que si una persona no es mayor de edad, es menor de edad. Y se infiere que si se es menor de edad, los padres o tutores tienen la obligaci¨®n y la responsabilidad de ejercer la patria potestad sobre esos adolescentes. No parece razonable que la ministra pretenda eliminar esa responsabilidad tutora a los padres, en un asunto tan delicado cual es una intervenci¨®n quir¨²rgica, para que algo que puede ser, sea o deje de serlo, con un argumento tan poco razonable y consistente como el de "Si se pueden casar, pueden abortar".
Si los adolescentes de la circunscripci¨®n electoral de la que la ministra fuera diputada no pueden tener capacidad legal para decidir entre la lista electoral de la ministra y las listas de sus adversarios pol¨ªticos, ?c¨®mo explica ella que quien no puede votar pueda abortar? Los efectos que producen el derecho al voto pueden ser corregidos en la pr¨®xima ocasi¨®n en que se tenga la oportunidad de votar, pero los efectos que produzca la decisi¨®n de abortar son irreversibles, no tienen marcha atr¨¢s ni posibilidad de ser corregidos en a?os posteriores.
Tal vez, la ministra de Igualdad, llevada por su deseo de igualdad y ausente de malicia, ha ido demasiado lejos en lo que significa la moralidad en una parte del electorado y en las propias filas de su partido que, hist¨®ricamente, como todos los partidos de izquierda, ha sido muy restrictivo en asuntos de moralidad.
Entiendo que ¨¦ste es un problema sobre el que deber¨ªa pronunciarse el PSOE a trav¨¦s de su m¨¢ximo ¨®rgano de direcci¨®n entre Congresos, es decir, mediante debate y votaci¨®n en el Comit¨¦ Federal. Si la propuesta de la ministra resultara aprobada, parece necesario que el debate se abra a la sociedad y concluya con un refer¨¦ndum, donde sea la soberan¨ªa nacional la que decidiera con su voto.
Yo anuncio mi desacuerdo con una medida que provoca m¨¢s problemas de conciencia de los que, ya de por s¨ª, conlleva algo que las propias mujeres califican de hecho traum¨¢tico y doloroso, cual es el aborto. No creo que ning¨²n padre o madre entienda que en ese proceso, traum¨¢tico, doloroso e irreversible, su hijita, su peque?a ni?a de 16 a?os, se encuentre sola, aunque una ley la protegiese.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica acaba de desenvainar, una vez m¨¢s, la espada para oponerse al todo, conduciendo a una divisi¨®n entre los partidarios y los detractores del derecho a ejercer libremente la maternidad. Monse?or Camino ha vuelto sobre sus pasos con un argumento imposible de sostener entre los que aspiramos a racionalizar el debate. Ahora s¨ª, dice Monse?or, el fin justifica los medios que la jerarqu¨ªa va a utilizar, para desarmar a los cat¨®licos y a los que no lo son, de argumentos razonables.
Monse?or Camino es experto en perder campa?as contra el Gobierno, incluso cuando lo hace bien. En este caso, lo ha hecho rematadamente mal.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra ha sido presidente de la Junta de Extremadura.
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