"Ha merecido la pena estar en esta silla de ruedas"
Sus ojos cristalinos desprenden confianza y fortaleza. Una seguridad que contrasta con la indecisi¨®n ante la carta. "Voy a preguntar al camarero cu¨¢l es la especialidad de la casa", sonr¨ªe. Impaciente por visualizar las instant¨¢neas del fot¨®grafo comenta en voz baja: "?Y si no me gusta ninguna? Bueno, que me retoquen con el Photoshop". Alejandra Forl¨¢n, uruguaya de 35 a?os, habla sin titubeos del accidente que mat¨® a su novio y a ella la dej¨® postrada en una silla de ruedas desde los 17 a?os. Su alegr¨ªa cong¨¦nita le hace ver la botella siempre llena.
El 14 de septiembre de 1991 volv¨ªan a casa despu¨¦s de una noche de baile. Eran las cinco de una madrugada lluviosa. Su coche dio varias vueltas de campana antes de empotrarse contra una palmera. Vio que a su pareja le sangraba el o¨ªdo y no se mov¨ªa. Sab¨ªa que hab¨ªa muerto. "Me sent¨ª impotente porque no pod¨ªa moverme. Uno quiere ir contra el mundo y ve que no puede hacer nada".
En 1991 perdi¨® a su novio y qued¨® impedida. Hoy lucha contra los accidentes
Mientras deshoja la margarita de lo que va a pedir, Alejandra Forl¨¢n cuenta que estuvo al l¨ªmite. "Pas¨¦ de ir a bailar, a luchar por vivir, a escuchar a gente que preguntaba si estaba viva". Pas¨® siete meses en el hospital, cinco de ellos con respiraci¨®n asistida. Luch¨® contra infecciones y sali¨® victoriosa de una traqueotom¨ªa que le impidi¨® hablar durante un tiempo. "Amo la vida. Yo no siento que tenga una discapacidad. No veo todo lo que me falta sino todo lo que tengo".
Las sugerencias del camarero no han calado en ella, que opta por un batido de "frutillas" (fresa). Entre sorbo y sorbo relata que a los 12 a?os ya ten¨ªa propuestas para ejercer de modelo. "Soy una chica alta, aunque no lo parezca", bromea. Pero sus padres le quitaron esa idea de la cabeza. A¨²n as¨ª, "tocaba el cielo con las manos".
Forl¨¢n respira solidaridad. Al salir del centro sanitario lo ten¨ªa claro: quer¨ªa ayudar a las v¨ªctimas de accidentes. "Primero ten¨ªa que ocuparse de s¨ª misma", interviene su madre, sentada a su izquierda. Fue ella quien fren¨® a Alejandra Forl¨¢n, si es que se puede frenar a una mujer que rebosa tanta vitalidad. Y as¨ª lo hizo. Termin¨® el colegio con un expediente brillante y se licenci¨® en Psicolog¨ªa en Montevideo. Con los deberes hechos, se puso el mono de trabajo.
Forl¨¢n acaba de participar en el primer encuentro iberoamericano de seguridad vial celebrado en Madrid. La fundaci¨®n que preside y lleva su nombre colabora desde hace un a?o en campa?as de prevenci¨®n en Uruguay. Una organizaci¨®n cuyo impulsor es su hermano peque?o Diego, jugador del Atl¨¦tico de Madrid. Ella habla con pasi¨®n del m¨¢s joven de los Forl¨¢n, que aparece durante la charla de forma fugaz para dar un beso a su hermana tras terminar el ¨²ltimo entrenamiento de la semana a escasos 50 metros del restaurante.
Las carreras de los camareros se aceleran. Quedan 10 minutos para las tres de la tarde. Hora punta. El trasiego de bandejas sumado a la hora larga de conversaci¨®n hacen mella en Alejandra Forl¨¢n, que apenas ha probado los pinchos. Eso s¨ª, su eterna sonrisa supera al cansancio. Afirma sin tapujos: "gracias a la silla soy lo que soy. Ha merecido la pena". Su madre mira el reloj, observa su rostro fatigado y se levanta para ayudar a su hija a salir de la cafeter¨ªa. "No olvid¨¦s mandarme las fotos", bromea Forl¨¢n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.