Lo universal
Convertirse en universal. Trascender. Escribir m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites del paisito propio y ser reconocido en lugares jam¨¢s imaginados. ?ste es el sue?o de muchos. ?ste era mi sue?o, y era un sue?o bueno. Pero mi sue?o necesitaba revisi¨®n. En muchos lugares de Am¨¦rica, so?ar con "lo universal" es acceder a una corriente de pensamiento necesaria y a la vez peligrosa.
A ver si me explico. Ser universal no es lo mismo que ser global. El Universalismo es un discurso que est¨¢ basado en alcanzar "el Bien y la Belleza" trascendiendo lo particular, lo inmediato. Muy neoplat¨®nicamente, el universalismo postula a la esencia divorciada de la materia, que existe de una manera pura.
Para lograr ser "universal" hay que poder manejar una lista de referencias muy precisas y, a la vez, muy arbitrarias. Supuestamente, existen unas obras que alcanzaron "la universalidad" por su valor superior, por haber probado que pueden trascender el tiempo y el espacio. Han logrado crear una red de influencias, un di¨¢logo con la tradici¨®n -como argumentar¨ªa Coleridge- que, a su vez, hila un tejido cultural cerrado.
Demostrarse capaz de manejar los c¨®digos de la Alta Cultura es poderse mover entre los hilos de ese tejido con soltura. Es poder ver sus entrecruces, descubrir que este libro habla con aqu¨¦l y con el otro. Poder inscribirse en el telar. Lo que pasa es que tal tejido cultural se parece a la tela de Pen¨¦lope en estos tiempos. Por el d¨ªa crece y por la noche, desaparece.
Para nosotros, los que vivimos de este otro lado del Atl¨¢ntico, ser universal implica haber le¨ªdo y hasta saberse de memoria toda la literatura cl¨¢sica (que no est¨¢ mal), a Dante y a Boccaccio, a Cervantes y Goethe, a Thomas Mann, S¨¢ndor M¨¢rai y a la generaci¨®n del 27, m¨¢s toda la literatura de Latinoam¨¦rica. Y, si para colmo, resultas ser negra o mujer como yo, lo universal se vuelve complej¨ªsimo. Aparecen c¨¢nones alternos de lecturas obligadas: el feminista que encabezan Virginia Woolf y la Beauvoir, el afrodiasp¨®rico, con Wole Soyinka, Ben Oki, Toni Morrison y Tzitsi Dangarema, pasando por Coetzee, Nadine Gordimer. El laberinto, biblioteca de Babel, se hace infinito. Uno ya va sospech¨¢ndose que no est¨¢ siendo del todo "universal", que lo "universal" era otra cosa. Que ya est¨¢ empezando a ser "global".
Como dijera Borges en el 1932, en El escritor argentino y la tradici¨®n, los escritores latinoamericanos, al ser marginales, recombinamos la tradici¨®n. Lo hacemos tensamente, inseguramente, con otra perspectiva. Y eso que Borges no era caribe?o. A fin de cuentas, ¨¦l naci¨® en Suiza. Se sent¨ªa m¨¢s o menos heredero de la tradici¨®n occidental. Lo ayudaba su g¨¦nero y su color de piel. Sin embargo, para muchos escritores iberoamericanos de estos ¨²ltimos siglos, acceder a esta cultura implica esperar entrada desde otras coordinadas sociales y en medio de discusiones sobre el derrumbe de lo universal y del canon. Cierto es lo que afirma Carlos Fuentes, se han derrumbado los metarrelatos; en su lugar han aparecido los "multirrelatos". Vivimos un hermoso y bab¨¦lico momento de transici¨®n cultural. Caos, s¨ª, estridencias, cierto, pero tambi¨¦n aperturas y esperanzas. Habr¨¢ que ver c¨®mo logramos ponerle concierto a nuestras actuales y muy globales diversidades.
Quiz¨¢s estamos m¨¢s cerca de lo universal que nunca antes en la historia.
Mayra Santos-Febres (Carolina, Puerto Rico, 1966) es narradora, poeta y ensayista. Entre sus libros publicados en Espa?a figuran Nuestra se?ora de la noche (Espasa-Calpe), finalista del Premio Primavera 2006, y Cualquier mi¨¦rcoles soy tuya (Mondadori). mayrasantosfebres.blogspot.com.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.