Obama saca los colores a Europa
La iniciativa de EE UU para regular el sector financiero cambia el paso a la cumbre del G-20
Al segundo asalto en la pugna de los l¨ªderes mundiales por domar la mayor crisis econ¨®mica desde la Segunda Guerra Mundial le han cambiado las reglas justo antes de que sonara la campana. El gui¨®n estaba ya escrito: en una esquina, Estados Unidos, que plantea que todos los pa¨ªses asuman su apuesta por m¨¢s gasto p¨²blico. En otra esquina, la Uni¨®n Europea y su exigencia de dar prioridad a la regulaci¨®n del sistema financiero. La tercera esquina la ocupan los emergentes, midiendo sus primeros pasos en el ring del poder. Y en el rinc¨®n, la crisis, m¨¢s grande -la recesi¨®n mundial acecha-, y m¨¢s fea -los esc¨¢ndalos por las retribuciones a ejecutivos de entidades quebradas se suceden-, que en la primera embestida. En esto, lleg¨® el nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, y, como acostumbra desde su designaci¨®n, mand¨® parar.
La UE rechaza que su esfuerzo contra la crisis sea menor que el de EE UU
La reforma financiera de EE UU asume ense?anzas del modelo espa?ol
"Para la regulaci¨®n del sector financiero es ahora o nunca", sostiene Barroso
Es dif¨ªcil que la cumbre fije l¨ªmites a la retribuci¨®n de los directivos
Europa quiere nuevas normas para las agencias de calificaci¨®n
Porque lo que anunci¨® el pasado jueves el secretario del Tesoro de EE UU, Timothy Geithner, deja desfasados de un plumazo los an¨¢lisis que se han hecho en los ¨²ltimos meses sobre qu¨¦ cab¨ªa esperar de la segunda cumbre del G-20, el grupo que integra a pa¨ªses ricos y emergentes, improvisado puesto de mando mundial contra la crisis. A una semana de la cita de Londres, Estados Unidos acaba de asumir la agenda europea para reformar la regulaci¨®n del sistema financiero. El cambio de rumbo propiciado por el vendaval Obama abre las opciones de avances significativos en este ¨¢rea. Y pone la presi¨®n para acordar una nueva ronda de est¨ªmulos fiscales en el alero de la UE.
"Las propuestas de Geithner muestran que vamos en la misma direcci¨®n", afirm¨® el viernes el portavoz del Gobierno alem¨¢n, Ulrich Wilhelm, quien trat¨® de rebajar las expectativas: "A¨²n deben ser analizadas con detalle". El portavoz revel¨® que la reforma de la regulaci¨®n financiera que present¨® un d¨ªa antes el secretario del Tesoro de EE UU hab¨ªa sido tratada en una conversaci¨®n telef¨®nica entre Obama y la canciller alemana, Angela Merkel.
No fue el ¨²nico asunto en el que el l¨ªder norteamericano cogi¨® a la dirigente alemana con el pie cambiado. Obama le adelant¨® que es inminente un plan de rescate para General Motors. Una papeleta para Merkel, que se ha resistido a dar ayudas para reflotar Opel, la filial europea de GM, y tiene previsto dar un discurso ante los trabajadores de la compa?¨ªa el pr¨®ximo martes.
Merkel simboliza mejor que nadie la negativa de la UE -con la excepci¨®n de Reino Unido que, como anfitri¨®n de la cumbre, nada entre dos aguas-, a aumentar el gasto p¨²blico. A Alemania le ha llevado m¨¢s de 15 a?os digerir la reunificaci¨®n y volver al equilibrio presupuestario. Y cuando lo consigue, la voraz crisis financiera le fuerza a una expansi¨®n fiscal para reactivar la econom¨ªa.
Alemania, como el resto de pa¨ªses europeos -con Espa?a, por el calibre de sus medidas, a la cabeza-, asumi¨® el compromiso fijado en el primer asalto del G-20 contra la crisis econ¨®mica. La decisi¨®n un¨¢nime de elevar el gasto p¨²blico fue el resultado m¨¢s celebrado al cierre de la cumbre de Washington, en noviembre pasado. El Fondo Monetario Internacional (FMI) indic¨® entonces que los nuevos paquetes fiscales deb¨ªan inyectar recursos p¨²blicos en una cantidad equivalente, al menos, al 2% del PIB de cada pa¨ªs.
Un informe del propio FMI, evaluando los planes anunciados para 2009, prendi¨® la mecha de la pol¨¦mica. Su conclusi¨®n fue que s¨®lo un pu?ado de pa¨ªses del G-20 (China, EE UU, Arabia Saud¨ª y Espa?a) hab¨ªa aprobado un paquete fiscal de la dimensi¨®n requerida. Y al tiempo que advert¨ªa sobre la necesidad de nuevas medidas para 2010, se?alaba la d¨¦bil respuesta del coraz¨®n de la zona euro (Alemania, Francia e Italia). En la UE, todo fueron quejas, no sin raz¨®n: el informe obviaba el efecto en los presupuestos y en la recuperaci¨®n econ¨®mica de la cobertura social (prestaciones por desempleo incluidas), mucho mayor en Europa que en EE UU. "Nuestro esfuerzo de gasto p¨²blico es mayor que el de nuestros colegas estadounidenses", afirm¨® el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso.
Las posiciones se radicalizaron. Al nuevo plan de est¨ªmulo lanzado por Obama, que prev¨¦ 600.000 millones de euros (m¨¢s del 5% del PIB) en recortes de impuestos, infraestructuras y ayudas sociales, sigui¨® una exigiencia al G-20 -"estas medidas ser¨ªan m¨¢s eficaces si todo el mundo fuera en la misma direcci¨®n", advirti¨® Obama-, reiterada luego cada pocos d¨ªas. La UE alert¨® del riesgo de un d¨¦ficit p¨²blico disparado -el saldo negativo de EE UU llegar¨¢ al 13% del PIB-, y volvi¨® a reiterar que el efecto de los estabilizadores en los presupuestos elevar¨¢ los d¨¦ficits en Europa aunque no se tomen nuevas medidas.
El brazo europeo del G-20 insisti¨® en poner el foco en la reforma financiera, convencido de que en la insistencia en aumentar el gasto p¨²blico desde Estados Unidos, y con m¨¢s cautela desde Reino Unido, los dos focos de la crisis, tambi¨¦n pesaba la reticencia a llevar los cambios demasiado lejos. "La m¨¢xima prioridad es forjar la nueva arquitectura financiera global", afirmaron Merkel y el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, en una carta conjunta. "Para la regulaci¨®n del sector financiero, es ahora o nunca", remach¨® Dur?o Barroso.
Europa devolvi¨® la pelota a Estados Unidos. Su propuesta de elaborar en la cumbre de Londres una lista negra de para¨ªsos fiscales, desencaden¨® el p¨¢nico en las plazas financieras que m¨¢s abusan del secreto bancario. Donde Alemania y Francia anticipaban topes legales a las retribuciones de los ejecutivos de bancos apoyados con dinero p¨²blico, Obama ten¨ªa que recular en su pretensi¨®n de reducir el bonus a los directivos de las entidades asistidas en su pa¨ªs. Adem¨¢s, Bruselas present¨® una iniciativa para concentrar en tres nuevos ¨®rganos la supervisi¨®n financiera de la UE. Y, de tapadillo, se?alaba a EE UU cuando se evidenciaban los escasos avances en la regulaci¨®n de fondos de alto riesgo o las agencias de calificaci¨®n.
As¨ª se planteaba la cumbre de Londres hasta que, como qued¨® dicho, Obama cambi¨® el gui¨®n esta misma semana. Y lo hizo con una propuesta que, en m¨¢s de un aspecto, asume ense?anzas del sistema de supervisi¨®n espa?ol.
Geithner anunci¨® el jueves que EE UU abandonar¨¢ el principio de la autorregulaci¨®n y fijar¨¢ normas para toda la industria financiera. Aglutinar¨¢ las tareas de supervisi¨®n en una ¨²nica agencia, que bien podr¨ªa ser la propia Reserva Federal con poderes ampliados. Se elevar¨¢n los requerimientos de capital a las principales entidades y se les instar¨¢ a aumentar las provisiones cuando m¨¢s cr¨¦dito concedan. La supervisi¨®n se extender¨¢ a todos los mercados, incluidos los de productos derivados y los grandes hedge funds tendr¨¢n que inscribirse, podr¨¢n ser inspeccionados y deber¨¢n compartir informaci¨®n con la nueva agencia. Se establecer¨¢n incluso recomendaciones para guiar la remuneraci¨®n de los ejecutivos, cuyo cumplimiento tambi¨¦n ser¨¢ supervisado.
"La respuesta no es reinventar el sistema", fue la admonici¨®n con la que recibi¨® el anterior presidente de EE UU, George W. Bush a los mandatarios del G-20 en Washington. Lo expuesto por Geither el jueves es lo m¨¢s parecido a reinvent¨¢rselo que se le ha o¨ªdo a un dirigente estadounidense en mucho tiempo. Una iniciativa que descoloca a Europa: facilita la consecuci¨®n de sus objetivos al tiempo que debilita su resistencia a los incentivos fiscales.
Pero esto son s¨®lo palabras. Los hechos que anuncian est¨¢n a¨²n muy lejos de materializarse. "El cambio en la regulaci¨®n y la supervisi¨®n del sistema financiero va a ser, necesariamente, largo y complejo, las exageradas expectativas que generan las cumbres acaban en decepci¨®n", advierte Jos¨¦ Manuel Campa, profesor de Finanzas en la escuela de negocios IESE. El G-20 se las ve con retos de magnitud may¨²scula.
- El lento camino a la coordinaci¨®n. "Lo primero que hay que entender es que los organismos internacionales que deben acordar los cambios de regulaci¨®n en varios sectores no est¨¢n bien definidos, les faltan competencias y est¨¢n afrontando su propia reforma", explica Campa. El Foro de Estabilidad Financiera, piedra angular para fijar las nuevas reglas globales, acaba de culminar su ampliaci¨®n. Y, salvo el Banco Internacional de Pagos, que aglutina a los principales bancos centrales, las agencias que coordinan los esfuerzos internacionales en ¨¢reas clave (seguros, contabilidad, mercados de valores...) afrontan cambios radicales en sus cometidos y estructura.
Una de las soluciones que cuenta, a priori, con mayor respaldo es la creaci¨®n de colegios que integren a los supervisores de los pa¨ªses en los que operen grandes entidades financieras. "Aqu¨ª hay muy poco avance", sentencia el profesor del IESE. Eso s¨ª, el aumento en los m¨ªnimos legales de capital y la constitucion de provisiones antic¨ªclicas parecen ya dos principios afianzados en la regulaci¨®n que viene.
- Al rescate del sector financiero. La cumbre de Washington se celebr¨® apenas un mes despu¨¦s de que la quiebra de Lehman Brothers estuviera a punto de fundir el sistema bancario. Y consagr¨® cualquier iniciativa p¨²blica para salvar a las entidades con "importancia sist¨¦mica", es decir con capacidad para arrastrar a otras muchas en su caida. Un paraguas que cubre la nacionalizaci¨®n y la compra de los activos t¨®xicos que originaron la crisis. Lo llamativo es la divergencia de la respuesta a ambos lados del Atl¨¢ntico. Mientras Europa recapitaliza sus bancos, Obama retoma la idea de financiar la adquisici¨®n de activos, aun a costa de asumir las p¨¦rdidas. El recelo de Europa a fijar precios por activos que el mercado no quiere y la alergia de EE UU a las nacionalizaciones condicionan las respuestas.
- Para¨ªsos amenazados al fin. "El sistema de financiaci¨®n de la econom¨ªa est¨¢ corrompido, ha habido una regulaci¨®n inadecuada, tramposa, se ha derivado una cantidad ingente de recursos a la especulaci¨®n. Habr¨ªa que desincentivar, con impuestos si fuera necesario, una circulaci¨®n excesiva de capital. No puede haber v¨¢lvulas de escape para el capital especulativo", sostiene Juan Torres, catedr¨¢tico de la Universidad de Sevilla y miembro de la plataforma Attac. No hay v¨¢lvula m¨¢s escandalosa que la existencia de para¨ªsos fiscales que usan el secreto bancario para entorpecer las inspecciones fiscales del resto de pa¨ªses. Y su perviviencia, al menos como se les conoce hasta ahora, est¨¢ seriamente amenazada.
Los para¨ªsos fiscales no tuvieron un papel protagonista en la crisis, pero varios Gobiernos quieren aprovechar la ocasi¨®n para "erradicarlos", en palabras del presidente espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Est¨¢ por ver si los sucesivos anuncios (Suiza, M¨®naco, Andorra, Austria, Liechtenstein...) de m¨¢s intercambios de informaci¨®n limitan la evasi¨®n de impuestos.
- ?Qui¨¦n pone el cascabel a los sueldos? El Royal Bank of Scotland (RBS) estar¨ªa quebrado si no fuera por la asistencia multimillonaria del Gobierno brit¨¢nico. Pese a su nefasta gesti¨®n, Sir Fred Goodwin, el ex consejero delegado del RBS, no renunci¨® a una pensi¨®n vitalicia valorada en m¨¢s de 700.000 euros. Esta pol¨¦mica decisi¨®n, como los bonos de los ejecutivos de la aseguradora AIG, es un caso llamativo, pero tambi¨¦n sintom¨¢tico, de una perversa forma de retribuir a los directivos con la que el G-20 se ha propuesto acabar. Lo que no est¨¢ claro es c¨®mo. "Habr¨ªa que plantear un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas espec¨ªfico en materia retributiva, en el que los incentivos se ajustaran a la creaci¨®n de riqueza para la empresa y no con los beneficios a corto plazo", sugiere C¨¢ndido Paz-Ares, catedr¨¢tico de Derecho Mercantil en la Universidad Aut¨®noma de Madrid y socio del bufete Ur¨ªa Men¨¦ndez.
Paz-Ares tambi¨¦n cree que en los planes de opciones sobre acciones hay que delimitar qu¨¦ parte de la revalorizaci¨®n de la compa?¨ªa se debe a la labor de sus gestores. Y apuesta por normas que refuercen la independencia de los consejeros que negocian los contratos de los ejecutivos y por la publicaci¨®n detallada de sus sueldos. "Luz y taqu¨ªgrafos, ¨¦se es el mejor ant¨ªdoto frente al fraude", afirma.
Son principios que tambi¨¦n se incluyen en el informe del grupo de expertos al que el G-20 encarg¨® un an¨¢lisis de la situaci¨®n. Menos precisa es su recomendaci¨®n de que los supervisores velen por el cumplimiento de estas propuesas "Es muy complicado establecer l¨ªmites desde fuera de la empresa, podr¨ªa ser contraproducente"`, opina Paz-Ares.
- L¨ªmites al riesgo de las agencias de calificaci¨®n. Una de las paradojas de la crisis es que las entidades a las que se adjudic¨® el papel de evaluar la solvencia de los t¨ªtulos colocados en el mercado fueron determinantes, con sus generosas calificaciones, para diseminar complejos activos en los que se agazapaba un riesgo brutal. Los reguladores p¨²blicos est¨¢n dispuestos ahora a recuperar parte de las funciones cedidas a estas agencias privadas, pero el trabajo es arduo. En la UE, est¨¢ por finalizar a¨²n el tr¨¢mite para obligar a la inscripci¨®n de las agencias y, de esa manera, abrir la puerta a la inspecci¨®n de sus m¨¦todos de trabajo. En Estados Unidos, sede de las tres agencias de rating que se reparten el mercado mundial, el supervisor ha fijado normas para que se den calificaciones separadas a activos complejos, en las que se avise de su riesgo. Sigue pendiente la separaci¨®n del negocio de calificaci¨®n de la asesor¨ªa a las entidades que emiten t¨ªtulos. Un esquema que s¨ª se implant¨® tras el caso Enron para auditor¨ªas y consultor¨ªas.
- La furia. "Si no se toman decisiones estructurales, con la gravedad de la crisis que tenemos delante, la gente se sublevar¨¢ y tendr¨¢ raz¨®n". Sarkozy sintetiz¨® as¨ª la preocupaci¨®n de los mandatarios ante un c¨®ctel explosivo: ayudas p¨²blicas mutimillonarias a la banca, compensaciones escandalosas a los ejecutivos y acelerada destrucci¨®n de empleo. Las manifestaciones previstas en Londres y otras capitales ser¨¢n un buen term¨®metro del malestar social.
Lo que va de Washington a Londres
Seguir la pista a las m¨²ltiples disposiciones del acuerdo adoptado hace cuatro meses por el G-20 en la cumbre de Washington no es tarea f¨¢cil. Muchas de las iniciativas eran muy vagas y su cumplimiento, por tanto, dif¨ªcil de medir, cuando no pol¨¦mico. Un buen ejemplo es lo que ha sucedido con los paquetes fiscales, el pacto de m¨¢s relumbr¨®n de la cita de noviembre: el FMI propuso como referencia un gasto p¨²blico equivalente al 2% del PIB de cada pa¨ªs, pero las divergencias sobre c¨®mo medir ese gasto se reproducen por doquier.
Si hab¨ªa un mandato con fecha fija y contenido claro era el de culminar, antes de finales de 2008, la ronda de Doha para liberalizar el comercio internacional. Igual de n¨ªtido result¨® el fracaso en las negociaciones. En Londres, habr¨¢, seguro, nuevos emplazamientos a llevar a buen fin las discusiones. Pero, para esquivar el escepticismo en esta ¨¢rea, el l¨ªder brit¨¢nico, Gordon Brown, se ha apresurado a plantear la creaci¨®n de un fondo de 100.000 millones de euros para respaldar los cr¨¦ditos a las exportaciones. Doha adem¨¢s tendr¨¢ que compartir protagonismo con otra ciudad, Copenhague. La capital danesa acoger¨¢ la pr¨®xima conferencia de la ONU sobre cambio clim¨¢tico, y el Gobierno brit¨¢nico, que ha hecho de este asunto una de sus banderas, quiere forzar un llamamiento para insistir en la rebaja de las emisiones contaminantes.
La pista de las propuestas sobre regulaci¨®n financiera que ten¨ªan que estar listas antes del 31 de marzo se pierde en una mir¨ªada de organismos internacionales. Las agencias (una mundial, otra de EE UU), que fijan las normas contables de referencia, han publicado gu¨ªas para flexibilizar la norma del "valor justo" para activos distorsionados por la falta de mercados. La coordinadora de supervisores en mercados de valores est¨¢ analizando las iniciativas del sector privado para aumentar la transparencia de los derivados. Y ha editado un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas para las agencias de calificaci¨®n de riesgos, que servir¨¢ de base a la supervisi¨®n que plantean los Gobiernos. Tanto el Foro de Estabilidad Financiera como el comit¨¦ que fija los est¨¢ndares internacionales en contabilidad han ampliado su representaci¨®n para dar cabida a los pa¨ªses emergentes, otro de los encargos del G-20.
El Banco Internacional de Pagos ha iniciado consultas para ligar los requerimientos de capital a operaciones de riesgo opaco, como las que se apuntan fuera del balance bancario o la compra de productos derivados. Para avanzar en la regulaci¨®n de los derivados que cubren el riesgo de insolvencia, se han constituido dos c¨¢maras de compensaci¨®n (en EE UU y la UE) y se avanza en la elaboraci¨®n de un contrato-tipo en el que se reconozca el riesgo adoptado.
El Foro de Estabilidad Financiera ha publicado las l¨ªneas maestras que deben regir en los esquemas de retribuci¨®n para evitar la toma de decisiones arriesgadas y el grupo de expertos del G-20 ha terminado su informe sobre la cuesti¨®n, en el que sugiere que los supervisores controlen en el futuro si se cumplen estas recomendaciones. El Foro tambi¨¦n ha establecido protocolos para el funcionamiento de los colegios de supervisores. Seg¨²n el Gobierno brit¨¢nico, varios de estos colegios, que coordinan el control sobre grandes entidades financieras internacionales, se han constituido ya.
En cuanto a la reforma del Fondo Monetario Internacional, la comisi¨®n creada por el propio organismo acaba de terminar sus recomendaciones: culminar antes de 2010 los cambios en el sistema de votaci¨®n para dar m¨¢s poder a los emergentes y la creaci¨®n de un nuevo Consejo, con mayor peso pol¨ªtico en sus decisiones.
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