La prensa y el caso de Marta
?C¨®mo compaginar el deber de informar en situaciones de dolor con el respeto a los derechos de las personas que las protagonizan en circunstancias tan extremas para ellas? Se lo plante¨® uno de los defensores del lector de este peri¨®dico, Francisco Gor, en un art¨ªculo que public¨® en 1998. ?Hay alguna raz¨®n informativa que deba oponerse al deseo de una familia para que respeten su dolor y su intimidad? Incluso aunque no lo pida. Es dif¨ªcil encontrar raz¨®n alguna. Gor dec¨ªa que no se trata de ocultar la realidad informativa del dolor, sino de respetar a las v¨ªctimas. Algo que figura en cualquier c¨®digo deontol¨®gico, aunque demasiadas veces se olvida. "En casos o acontecimientos que generan situaciones de aflicci¨®n o dolor, hay que evitar la intromisi¨®n gratuita y las especulaciones innecesarias sobre sus sentimientos y circunstancias", dice el Colegio de Periodistas de Catalu?a.
Desde que el diario EL PA?S cre¨® la figura del Defensor del Lector tengo la man¨ªa de guardar cientos de art¨ªculos escritos por sus distintos responsables. Juan Arias, que fue uno de ellos, escribi¨® en 1995 una columna titulada Sin ¨¦tica no hay periodismo, y en ella relataba un encuentro con periodistas que mantuvieron el premio Nobel de Literatura, Garc¨ªa M¨¢rquez, y el fil¨®sofo Fernando Savater. Este ¨²ltimo dec¨ªa: ?Tiene el ciudadano lector derecho a saberlo absolutamente todo? "De ning¨²n modo", contest¨® con iron¨ªa. "Si un lector dice: 'Es que yo quiero saberlo todo, que me lo cuenten todo', habr¨¢ que decirle que se aguante, porque a m¨ª tambi¨¦n me gustar¨ªa abrirle las cartas a mi mujer y saber todo lo que le escriben, pero no debo hacerlo".
Hasta tres versiones distintas ha ofrecido el asesino confeso y sus presuntos colaboradores sobre la muerte de Marta del Castillo, la ¨²ltima de ellas la m¨¢s truculenta. Las tres han sido explicadas con todo lujo de detalles, a pesar de las sombras sobre su veracidad y las dudas de los investigadores sobre su consistencia. Adem¨¢s, como m¨ªnimo, dos de las tres versiones tienen que ser falsas. Quiz¨¢s, las tres. ?Es noticia de primera p¨¢gina la tercera versi¨®n distinta de un hecho sin cuestionarse en el art¨ªculo que se trata de la tercera versi¨®n del mismo hecho? Son necesarios los detalles de un relato que podr¨ªa ser mentira y que aportan un grado de dolor a¨²n mayor a unos familiares a los que ya no les queda hueco para m¨¢s dolor.
?Qu¨¦ necesidad tiene el informador de especificar que la chica pudo adem¨¢s ser violada cuando el resultado del crimen, desgraciadamente, ya ha sido la muerte? ?Qu¨¦ aporta este hecho, que podr¨ªa ser falso, m¨¢s all¨¢ de generar morbo? Se puede escribir tanto sobre un cenicero que puede que no existiera como se est¨¢ escribiendo ahora de un cable que igual ni siquiera es un cable, y que se haga sin reconocer error alguno. De la misma forma, habr¨ªa que cuestionarse si se puede cambiar la versi¨®n del traslado del cad¨¢ver de una silla de ruedas a una moto y de una moto a un coche sin ning¨²n tipo de explicaci¨®n.
Cuando la vor¨¢gine informativa te come y la realidad no puede joderte una buena historia es el momento justo de plantarse, como aprendimos algunos con Dolores V¨¢zquez en el asesinato de Roc¨ªo Wanninkhof. A Daniel Okrent, Defensor del Lector de The New York Times, le preguntaron: ?Qu¨¦ deber¨ªa hacer un peri¨®dico para evitar caer en estas equivocaciones? Y dijo: "Lo mejor que se puede hacer es un cuestionamiento constante, revisar los art¨ªculos previamente publicados a medida que se desarrolla la historia con mayor calado, reducir radicalmente la confianza en las fuentes y tener clara la voluntad de poner la precisi¨®n en la informaci¨®n por delante de la velocidad para publicarla: hay que contarlo bien, no contarlo los primeros". En lo contrario est¨¢ demasiadas veces esta profesi¨®n, en contarlo los primeros y no en contarlo bien.
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