Objetivo del G-20: impulsar el crecimiento
El pr¨®ximo jueves se reunir¨¢n en Londres, por segunda vez en tan s¨®lo cinco meses, los dirigentes de las 20 primeras econom¨ªas del mundo para tratar de aportar una respuesta conjunta a la crisis econ¨®mica sin precedentes que estamos atravesando.
Desde el principio de esta crisis he defendido la idea de que, ante tama?o desaf¨ªo, la cooperaci¨®n no es una opci¨®n, sino una necesidad. Desde el mes de septiembre de 2008, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, he estado pidiendo al mundo que se una para aportar a la crisis una respuesta coordinada y concertada. El pasado mes de noviembre, esta iniciativa, impulsada por el conjunto de los europeos, desemboc¨® en una reuni¨®n del G-20 en Washington, en la que se sentaron las bases de una ambiciosa reforma del sistema financiero internacional. La cumbre de Londres debe permitirnos ahora ir m¨¢s all¨¢ y aportar una traducci¨®n concreta a los principios establecidos en Washington.
El mundo espera que el G-20 reconstruya un capitalismo renovado y mejor reglamentado
Hay que identificar los para¨ªsos fiscales, exigirles cambios y lanzar advertencias
Lo que el mundo espera de nosotros es que aceleremos la reforma del sistema financiero internacional. Lo que el mundo espera de nosotros es que reconstruyamos juntos un capitalismo renovado, mejor reglamentado, m¨¢s ¨¦tico y m¨¢s solidario. Condici¨®n previa para una reactivaci¨®n y un crecimiento sostenibles.
Pues esta crisis no es la del capitalismo. Es, al contrario, la crisis de un sistema que se aleja de los valores m¨¢s fundamentales del capitalismo. Es la crisis de un sistema que ha empujado a los actores financieros a exponerse a riesgos cada vez m¨¢s inconsiderados, que ha permitido que bancos especularan en vez de hacer lo que les corresponde, que es financiar el desarrollo de la econom¨ªa; y, por ¨²ltimo, es la crisis de un sistema que ha tolerado que tantos actores y que tantas plazas financieras escaparan a todo control.
En la cumbre de Washington de noviembre, nos pusimos de acuerdo sobre los cuatro principios que deb¨ªan orientar nuestra acci¨®n frente a la crisis: la necesidad de una reactivaci¨®n coordinada y concertada, el rechazo del proteccionismo, una mejor regulaci¨®n de los mercados financieros y una nueva forma de gobierno mundial.
?Cu¨¢l es la situaci¨®n actual? Respecto a los dos primeros puntos, ya hemos avanzado mucho. Hemos sabido resistir a los demonios del proteccionismo, pues la historia nos ha ense?ado que ¨¦ste no hace m¨¢s que agravar las dificultades. Asimismo, todos los pa¨ªses han apoyado masivamente sus econom¨ªas, adoptando ambiciosos planes de est¨ªmulo, a los que se han unido, en aquellos pa¨ªses que como Francia ofrecen a sus ciudadanos un alto nivel de protecci¨®n social, un importante aumento de los gastos sociales vinculados con la crisis. Si tenemos en cuenta las medidas deapoyo en su conjunto, podemos concluir que las principales econom¨ªas del mundo han desplegado esfuerzos comparables y gigantescos para encarar la crisis. Dichas medidas empiezan apenas a desplegarse y a surtir efecto, pero debemos estar preparados para ir todav¨ªa m¨¢s lejos si las circunstancias lo exigieran.
Hacer todo lo posible a favor del crecimiento mundial; ¨¦ste es el principio que defender¨¦ en Londres.
Pero esta semana deberemos sacar adelante, con el mismo sentido de la prioridad y de la urgencia, la cuesti¨®n de la regulaci¨®n de los mercados financieros. Porque el crecimiento mundial ser¨¢ tanto m¨¢s fuerte cuanto que se ver¨¢ respaldado por un sistema financiero estable y eficaz, por un retorno de la confianza en los mercados que permitir¨¢ asignar mejor los recursos, reactivar el cr¨¦dito e impulsar los flujos de capital privado de los pa¨ªses industrializados hacia los pa¨ªses en desarrollo.
La cumbre de Washington permiti¨® definir varios principios esenciales en materia de regulaci¨®n que deben ahora ponerse en pr¨¢ctica de manera concreta. Decidimos entonces que a partir de ahora ning¨²n actor, ninguna instituci¨®n, ning¨²n producto financiero podr¨ªa volver a escapar al control de una autoridad reguladora. Esta regla deber¨¢ aplicarse a las agencias de calificaci¨®n, pero tambi¨¦n a los fondos especulativos y, por supuesto, a los para¨ªsos fiscales.
Respecto a este ¨²ltimo punto, desear¨ªa que fu¨¦ramos muy lejos y que adopt¨¢ramos un documento que identifique exactamente esos para¨ªsos fiscales, los cambios que esperamos de ellos y las consecuencias que conllevar¨ªa un rechazo por su parte. Celebro que el debate sobre los para¨ªsos fiscales, lanzado en la cumbre de Washington, haya empezado a dar sus frutos, en particular en Europa, donde varios pa¨ªses han anunciado recientemente que iban a adaptar su legislaci¨®n a fin de satisfacer las expectativas de la comunidad internacional.
Desear¨ªa asimismo que avanzara nuestra reflexi¨®n colectiva sobre la necesaria reforma de las normas contables y reglas cautelares que rigen los establecimientos financieros. Las normas actuales no han permitido evitar las derivas. Incluso han agravado la crisis. Lanzar¨¦ este debate, que, desgraciadamente, en muchos pa¨ªses no parece haber madurado lo suficiente.
Respecto al gobierno econ¨®mico mundial, hace tiempo que pienso que debemos dar mayor cabida a los pa¨ªses emergentes, darles el lugar que corresponde a su peso y a las responsabilidades que desear¨ªa verles asumir. Ello se aplica al conjunto de las instancias internacionales, y especialmente a las instituciones financieras internacionales. Celebro la ampliaci¨®n del Foro de Estabilidad Financiera, pero habr¨¢ que ir m¨¢s all¨¢. Despu¨¦s de la cumbre de Londres, creo que quedar¨¢ por acometer un gran trabajo de renovaci¨®n del sistema multilateral en su conjunto. En los pr¨®ximos meses, formular¨¦ una serie de propuestas en este sentido.
Por ¨²ltimo, debemos aportar respuestas a favor de aquellos que han sufrido de lleno el impacto de la crisis. De ah¨ª que debamos aumentar los medios puestos a la disposici¨®n del FMI, para que ¨¦ste pueda apoyar a los pa¨ªses con mayores dificultades. Plante¨¦ a los europeos la cuesti¨®n de nuestra contribuci¨®n para atender las necesidades del FMI: los Estados miembros respondieron a este llamamiento. Tambi¨¦n plante¨¦ a nivel europeo la cuesti¨®n de nuestra contribuci¨®n ante los riesgos que corren algunos de los pa¨ªses de Europa Central y Oriental: los Estados miembros volvieron a responder a mi llamamiento.
Pero desear¨ªa asimismo poner de relieve la necesidad, el imperativo absoluto, que constituye nuestro apoyo a los pa¨ªses m¨¢s pobres. Han sido v¨ªctimas de esta crisis y, si no nos mostramos solidarios, algunos de ellos corren el peligro de ver c¨®mo se desvanecen los considerables esfuerzos desplegados en el transcurso de los ¨²ltimos a?os para alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio. Hace unos d¨ªas estuve en ?frica, donde manifest¨¦ mi convicci¨®n de que los destinos de Europa y del continente africano estaban inextricablemente ligados. Responderemos al llamamiento de ?frica y de todos los pa¨ªses en desarrollo con dificultades en todos los continentes.
Estoy convencido de que el mundo puede salir m¨¢s fuerte, m¨¢s unido y m¨¢s solidario de este periodo dif¨ªcil, a condici¨®n de que ¨¦sa sea su voluntad. Soy perfectamente consciente de que no podemos cambiarlo todo de la noche a la ma?ana, de que nos queda mucho camino por recorrer, de que es probable que nos tengamos que volver a reunir despu¨¦s de Londres para culminar las reformas iniciadas. De lo que s¨ª estoy seguro es que debemos obtener resultados concretos desde este mismo jueves en Londres. No podemos fracasar, el mundo no lo comprender¨ªa, la Historia no nos lo perdonar¨ªa.
Distribuido por Tribune Media Services.
Nicolas Sarkozy es presidente de la Rep¨²blica Francesa. ? 2009 Global Viewpoint
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