La decapitaci¨®n como arma
El libro 'El hombre sin cabeza' retrata la crueldad de los 'narcos' en M¨¦xico
Ocurri¨® hace tres semanas. Cinco cabezas humanas fueron halladas en Guadalajara, la segunda ciudad m¨¢s poblada de M¨¦xico. Estaban colocadas en neveras port¨¢tiles. Han aparecido cerca de 170 en los ¨²ltimos dos a?os. El crimen se atribuye al narcotr¨¢fico, responsable de la violencia que devasta el pa¨ªs desde 2007, v¨ªctima de una guerra que ha causado m¨¢s de 7.000 v¨ªctimas. "Una situaci¨®n sin parang¨®n en la historia contempor¨¢nea de M¨¦xico", exclama el periodista y escritor Sergio Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez, autor de El hombre sin cabeza, un relato sin ficci¨®n que da cuenta de la crueldad imperante en una sociedad paralizada por el miedo.
Pocos conocen ese mundo. Menos lo han visto de cerca. Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez (Ciudad de M¨¦xico, 1950) se ha sumergido en la macabra red tejida por la corrupci¨®n, la impunidad y el crimen organizado. La ha descrito meticulosamente. En El hombre sin cabeza incluye su encuentro con un cortador de cabezas. El asesino describe con frialdad sus cr¨ªmenes, explica que para decapitar se requiere dar un golpe seco, con cuidado para que no rebote al golpear la espina dorsal. "Para ellos cortar una cabeza es como para nosotros leer un libro. Te lo cuentan sin inmutarse, se consideran profesionales".
"La sociedad mexicana vive en una amnesia", dice Sergio Gonz¨¢lez
No es la primera vez que el periodista Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez investiga las redes mafiosas mexicanas. Hace m¨¢s de 10 a?os lleg¨® a Ciudad Ju¨¢rez, empujado por las noticias de los asesinatos sistem¨¢ticos de mujeres en la urbe fronteriza. Sus hallazgos le llevaron a contradecir la versi¨®n del Gobierno mexicano, que para esas muertes ofrece muchas razones y a la vez ninguna. El periplo le llev¨® incluso a Santa Teresa, uno de los escenarios que Roberto Bola?o eligi¨® para 2666, novela en la que Gonz¨¢lez aparece como uno de los personajes. La investigaci¨®n devino en Huesos en el desierto (2002), un relato donde se?ala responsables.
El viaje tuvo un precio. "He sido amenazado, secuestrado, golpeado y dejado por muerto", explica. Aun as¨ª, se considera "afortunado". "Cuando comenc¨¦ no ten¨ªa idea de que me llevar¨ªa hasta aqu¨ª. Ahora estoy tambi¨¦n inscrito en esa trama".
El hombre sin cabeza estudia las atrocidades como mensajes crueles de alcance global. La obra oscila entre el reportaje, el ensayo y los apuntes autobiogr¨¢ficos. Se buscan similitudes con las decapitaciones utilizadas por los extremistas isl¨¢micos. Un paralelismo que, a decir del autor, refleja que la violencia es un mensaje que da la vuelta al mundo. La decapitaci¨®n es usada como un grito medi¨¢tico en "la sociedad del p¨¢nico", como la describe Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez, inundada en redes sociales. "S¨®lo si comprendemos la naturaleza de estos cr¨ªmenes podemos conseguir una reacci¨®n".
A partir de esas armas, el autor describe una sociedad paralizada por el miedo, "desconectada de la realidad". "La sociedad vive en una amnesia. Olvida, prefiere no meterse en problemas. Su miedo le conduce a la indiferencia, y esto es muy grave. Por la memoria de los muertos hay que insistir. La indignaci¨®n vence al miedo".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.