El cielo llora por ti
Narrativa. Hemos dado en llamar "novela policial" a un derivado gen¨¦rico, h¨ªbrido discursivo y relato autorreferencial que propone el humor negro y el nihilismo ir¨®nico como remedio para melanc¨®licos. Pero aun si el mal sue?o de la crisis y el peor despertar de la pol¨ªtica tienen en la literatura su tribunal, este g¨¦nero policial se hace cargo de las pesadillas de la naci¨®n y postula la libertad del lector para conjurarlas. Desde el ingenio amargo de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y el humor truculento de Jorge Ibarg¨¹engoitia, la "novela policial" se planteaba como el desmentido de la buena conciencia. Cultivaba la fascinaci¨®n de una f¨¢bula casual cuya lecci¨®n era una iron¨ªa revelada. Otros han preferido llamar "novela negra" a este ejercicio de desenga?o barroco. Se trata, adem¨¢s, de otro contrapunto atl¨¢ntico: las novelas de V¨¢zquez Montalb¨¢n y Eduardo Mendoza, como las de Manuel Puig y Ricardo Piglia, configuran un nuevo canon transatl¨¢ntico. Pero ser¨¢ el puertorrique?o Edgardo Rodr¨ªguez Juli¨¢ (Sol de medianoche y Mujer de sombrero panam¨¢) quien redefina lo policial como otra met¨¢fora del derrumbe no s¨®lo de la modernidad prometida sino de su novela ilustrada. Las suyas acontecen al d¨ªa siguiente del realismo m¨¢gico y dan al g¨¦nero policial por ocurrido. Proponen un relato policiaco residual; el investigador no es h¨¦roe sino un sobreviviente de la verdad improbable, implicado en la imposibilidad de su tarea. Se ha dicho que el g¨¦nero policial alegoriza una verdad puesta a prueba por el crimen. En las de Rodr¨ªguez Juli¨¢, el crimen ya ha triunfado, y hasta el lenguaje es una impostura.
El cielo llora por m¨ª
Sergio Ram¨ªrez
Alfaguara. Madrid, 2009
328 p¨¢ginas. 19,50 euros
No es extra?o que Sergio Ram¨ªrez (Masatepe, Nicaragua, 1942) recoja en El cielo llora por m¨ª la brillante tradici¨®n de estas exploraciones porque en sus novelas anteriores (verdaderos tratados de las posibilidades actuales de la narraci¨®n) hab¨ªa demostrado destreza y gusto en la rara virtud de contar una historia no para hacernos creer en ella sino para compartir la fascinaci¨®n de contarla. La extraordinaria ductilidad del g¨¦nero en sus manos va de la pol¨ªtica como melodrama a la cultura popular como memoria civil, y traza la saga de una comarca prodigiosa del espa?ol coloquial. Nicaragua en estos libros es un pa¨ªs nacido de la conversaci¨®n. Pero la voz de Ram¨ªrez no es identificable como habla regional, sino como un coloquio que actualiza los tiempos en un presente encantatorio. En El cielo llora por m¨ª, el inspector Morales es un ex guerrillero sandinista que se ha hecho polic¨ªa de la divisi¨®n antinarc¨®ticos para seguir dando batallas de honor perdidas. Tiene una pierna artificial, una computadora que funciona mal y un Lada arruinado. Pronto sabemos de ¨¦l m¨¢s que ¨¦l mismo, y tras una descripci¨®n de la llegada a su casa se lee: "Era el viento de la soledad, le hab¨ªa advertido Lord Dixon, que tampoco era casado" (p¨¢gina 79). Como su paradigma, Philip Marlowe, estos detectives podr¨ªan haber dicho que no se casan porque no les gustan las mujeres de los polic¨ªas. Lord Dixon, su socio y amigo, y Do?a Sof¨ªa, investigadora auxiliar, son dos personajes memorables, pose¨ªdos por el fervor diligente de hallar la verdad. El narcotr¨¢fico colombiano y los carteles mexicanos son el rev¨¦s de la globalidad, su mercado negro; y los h¨¦roes del viejo sandinismo buscan ganarle al menos una batalla.
Pero si los polic¨ªas se enfrentan a un poder mayor a sus fuerzas, les asiste una notable variante gen¨¦rica descubierta por Ram¨ªrez: todos son investigadores, cada personaje se suma a la pasi¨®n no del bien, agotado por la complicidad de los pol¨ªticos con los poderes de turno, sino de la investigaci¨®n misma, que cada personaje adelanta para armar la trama criminal y tener lugar en una lucha mayor, la de una significaci¨®n ganada entre todos. Fanny, la amante de Morales, llega a sumar a su propio marido a esta lectura colectiva que da horizonte a sus vidas.
El interrogatorio del inspector Morales es una proeza ret¨®rica de la posibilidad de que la verdad sea una virtud no de la confesi¨®n sino del di¨¢logo; y culminar¨¢, por eso, incluy¨¦ndonos a los lectores como c¨®mplices de la pesquisa. Una y otra vez, cada implicado en el crimen es interrogado por Morales para que la intriga se vaya desentra?ando, epis¨®dicamente, y para que la lectura sea la l¨®gica civil del mundo. Leemos, as¨ª, para que en la novela el narcotr¨¢fico sea derrotado en Nicaragua, y pueda ser derrotado ma?ana en Colombia y M¨¦xico. Las preguntas de Morales, por lo mismo, terminan siendo las nuestras. Y cuando el inspector anuncia la novedad de un dato, habla el lector: "Gracias por el dato adicional", dijo el inspector Morales. "Ahora, seamos breves", promete, y anota en su cuaderno res¨²menes que nos sirven de ayuda-memoria. El inspector Palacios, en cambio, es un lector burocr¨¢tico, literal: "No me gustan las novelas tipo Rayuela, a ver cu¨¢ndo me la cuentan en orden", reclama.
Se ha dicho que Sherlock Holmes fue el primer semi¨®logo: ve un sombrero, una carta, y descubre al asesino. Morales, en cambio, nos conduce entre preguntas y respuestas a la interpretaci¨®n dial¨®gica del crimen. Este polic¨ªa es todo lo que nos queda de la polis: sugiere que la misi¨®n de la pol¨ªtica es combatir el crimen. Forma parte de la Ley, aunque carece de lugar en la ciudad. Eso le permite la inteligencia de la duda y la pasi¨®n de saber. Un yate incendiado, un vestido de novia y una mujer asesinada nos dejan a merced de la desarticulaci¨®n. Pero nos es concedida la esperanza de que la literatura vale la pena:
"-No me voy a poner a llorar -dijo Lord Dixon-. El cielo llora por m¨ª.
-Te jodiste, ya dej¨® de llover -dijo el inspector Morales-.
-No importa -dijo Lord Dixon, y volvi¨® a toser-. Es una figura literaria" (p¨¢gina 247).
El relato policial es la forma que asume una pregunta por la veracidad. Discurso h¨ªbrido, est¨¢ hecho del lado de la lectura en un espa?ol que confronta la corrupci¨®n, la mentira y la violencia. En El cielo llora por m¨ª, la novela policial logra imaginar, a pesar de todas las razones en contra, una certeza compartible. -
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