Cautivos y desarmados, ?la guerra ha terminado?
Nada hab¨ªa terminado. Los vencedores seguir¨ªan matando. Los rebeldes franquistas asesinar¨ªan m¨¢s en la posguerra que en toda la guerra. Jorge M. Reverte, hijo de un ganador, de un soldado de fortuna que perdi¨® otra guerra en la Divisi¨®n Azul, lo recuerda en su libro sobre el arte de matar. Y se pregunta: "?Hab¨ªa algo que le impidiera al caudillo proseguir la matanza cuando las armas enemigas ya estaban en silencio?".
Las armas y las gentes. En silencio, con miedo, huidos, desterrados, encerrados, muertos, callados, escondidos, ocultos o disfrazados. Hab¨ªa ganado el terror. Y no estaban solos. Santos Juli¨¢, en su biograf¨ªa sobre Aza?a, asegura que Espa?a comenz¨® a ser gobernada por "la mezcla de crueldad y estupidez fundidas en el nuevo r¨¦gimen". Reuni¨®n de disparates, de cat¨¢strofes que llevar¨ªan al poder a gentes capaces de hacer generala a la Virgen de Covadonga. De fusilar en nombre de Jesucristo. Para terminar con todo ese disparate tendr¨ªan que pasar a?os, d¨¦cadas. Incluso hay quien piensa que ese ej¨¦rcito rebelde a¨²n no est¨¢ ni cautivo, ni desarmado. La guerra no ha terminado.
Nadie debe ignorar que bestias, m¨¢rtires, ap¨®stoles, h¨¦roes y villanos hubo en los dos bandos
A estas alturas de la contienda, nadie debe ignorar que bestias, m¨¢rtires, ap¨®stoles, h¨¦roes y villanos hubo en los dos bandos. El que dude, que vuelva a Chaves Nogales, el m¨¢s independiente, el mejor que escribi¨® a sangre y fuego sobre lo que pasaba, lo que viv¨ªa. Literatura sobre aquella guerra. Poetas de todos los lugares, de todas las emociones. Para no olvidarlos hay que leer la antolog¨ªa de Jes¨²s Garc¨ªa S¨¢nchez, alias Chus Visor, que recoge los excelentes, los buenos y los otros poemas que se hicieron en la defensa de Madrid. La capital de la gloria que cay¨® cuando no est¨¢bamos all¨ª. Leer para no olvidar a los que aqu¨ª escribieron, a los que aqu¨ª murieron: "El tiempo olvidar¨¢, mas no sus huesos", dice el poema de Stephen Spender.
Recu¨¦rdalo t¨², recu¨¦rdaselo a otros. Eso es lo que hace Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n. Recuperar los textos le¨ªdos, los partes escritos, de aquella guerra por prosistas que la vivieron —Ayala el m¨¢s veterano, seguido de lejos por Delibes, Matute, Segovia o Z¨²?iga— o por otros que rompieron con el silencio de sus padres, de sus abuelos y que cuentan sobre una guerra que nunca conocieron, pero que tambi¨¦n perdieron.
Un personaje de Z¨²?iga lleva una foto de Gerda Taro en su cartera. Imagen de la fot¨®grafa que muri¨® con los tacones puestos en el frente de Brunete y que le pod¨ªa condenar. Hab¨ªa que ocultar el pasado, reinventarlo para poder supervivir: "Pasar¨¢n a?os y olvidaremos todo, y lo que hemos vivido nos parecer¨¢ un sue?o, y ser¨¢ un tiempo del que no convendr¨¢ acordarse". Eso dec¨ªa el miliciano, el perdedor, que nunca olvid¨®.
"Olvidar es vencer", dijo Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Despu¨¦s dud¨®: "La fe se cura viajando. La duda no es una enfermedad".
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