Ni?o, ens¨¦?ale a la se?ora el hiper¨®nimo
No s¨¦ qu¨¦ les pasa a las palabras ¨²ltimamente que parece que andan revolucionadas. Por ejemplo, me escriben de la revista AR: est¨¢n haciendo un reportaje sobre las mujeres con m¨¢s de 50 a?os y quieren promover una iniciativa para que el diccionario de la Real Academia admita los t¨¦rminos cuarenta?era y cincuenta?era, porque los actuales cuarentona y cincuentona tienen un matiz peyorativo. A m¨ª me parece estupendo crear nuevas palabras, pero el problema es que las lenguas son criaturas vivas y no se pueden alterar por decreto ni por voluntarismo. O lo que es lo mismo: los nuevos t¨¦rminos s¨®lo entran en un idioma si tienen un contenido social, si son verdaderamente necesarios. De hecho, la palabra cuarenta?ero/a ya est¨¢ siendo bastante utilizada, porque, en efecto, corresponde a un corrimiento de la edad, a una percepci¨®n distinta de lo que hoy significa ser mayor. Y a medida que esa l¨ªnea del tiempo se vaya estirando (y ¨¦sa parece ser la tendencia dominante), tambi¨¦n se har¨¢n comunes cincuenta?ero y tal vez incluso sesenta?ero. Yo les dir¨ªa a los de AR que no se preocupen de la Real Academia: lo importante es que la palabra viva de verdad en nuestras bocas.
"Las palabras est¨¢n llenas de sentido y de pasi¨®n. Aunque tambi¨¦n existen otras insensatas"
Hay otras personas que quieren introducir nuevos t¨¦rminos en el diccionario. La agencia de publicidad Leo Burnett invent¨® una graciosa campa?a para el ¨²ltimo festival de cine de Sitges. Como se celebraba el 75 aniversario de King Kong, se les ocurri¨® promover la inclusi¨®n del neologismo kinc¨®n con la siguiente definici¨®n: d¨ªcese de aquel prendado de un amor imposible. ?Que ves a un amigo haciendo el imb¨¦cil bajo el yugo de una pasi¨®n inalcanzable? Pues siempre puedes decirle: "No me seas kinc¨®n, maldita sea", y ahorrar mucha saliva. No est¨¢ mal el invento: resulta expresivo y econ¨®mico. Ya han recogido 3.000 apoyos kinkonianos en la p¨¢gina web de la campa?a (www.kingkongparasiempre.com).
Tambi¨¦n recibo quejas de lectores desesperados por las palabras que oprimen, esto es, por algunos aspectos de las pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas auton¨®micas. Como, por ejemplo, la carta de un matrimonio de Tamarite de Litera, un pueblo cercano a L¨¦rida pero que pertenece a Huesca. "Desde ni?os hablamos el dialecto familiar, que solemos llamar campechanamente el chapurreau, y que hemos combinado siempre con el castellano en los centros de ense?anza, sin excepci¨®n alguna, y por supuesto con todas las personas castellano-hablantes (?) sin el m¨¢s m¨ªnimo problema". A estos lectores les preocupan las leyes de Lenguas y Educaci¨®n que est¨¢ tramitando el parlamento aragon¨¦s. No quieren ser catalanizados por diversas razones, y una de ellas es que significar¨ªa la desaparici¨®n del chapurreau. Una Ley de Lenguas supuestamente promulgada para respetar las "hablas locales", dicen ellos, supondr¨ªa de hecho la imposici¨®n del catal¨¢n for¨¢neo sobre el verdadero dialecto aut¨®ctono. En fin, as¨ª de complicadas son las palabras. As¨ª de llenas de sentido y de pasi¨®n.
Claro que tambi¨¦n existen las palabras insensatas. El farfullo vacuo y prepotente. Una lectora, Nathalie Moulerges, me manda una carta deliciosa para hablar de las "palabras repelentes". Y copia este p¨¢rrafo de un libro: "Las proposiciones subordinales adjetivas se substantivan cuando aparecen en una oraci¨®n sin antecedente expreso, es decir, sin substantivo al que complementar. Al substantivarse, la proposici¨®n puede desempe?ar las funciones propias de un substantivo." C¨¢spita y atiza. Estas l¨ªneas herm¨¦ticas son del libro de texto de uno de sus hijos. Se titula Lengua castellana y literatura, y es para chavales de 15 a?os. Dice Nathalie que la asignatura de la lengua se reduce a gram¨¢tica y que la literatura no es m¨¢s que historia: "Desde que le obligan a leer haciendo fichas de lectura estereotipadas, mi hijo perdi¨® el gusto por la lectura". Para vengarse de ese baj¨ªsimo nivel educativo, o, como dice ella, para "desahogarse de las palabras mal¨¦ficas del cole", la genial Nathalie y su familia inventaron un juego en vacaciones consistente en pedir a la gente que compusiera una frase usando la palabra hiper¨®nimo. El resultado fueron 45 perlas que, reunidas bajo el evocador t¨ªtulo El verano del hiper¨®nimo, Nathalie ha tenido el detalle de enviarme. Reproduzco algunas: "C¨®mo se me ha puesto el hiper¨®nimo"; "Nuevo bioactimel con hiper¨®nimos activos"; "Hiper¨®nimo I, Gran Rey de Turqu¨ªa"; "Blancanieves y los siete hiper¨®nimos"; "Ni?o, ens¨¦?ale a la se?ora el hiper¨®nimo"; "?Sal, Hiper¨®nimo, est¨¢s rodeado!" o "Experiencias con un hiper¨®nimo (pel¨ªcula X)". Seg¨²n el RAE, un hiper¨®nimo es aquella palabra cuyo significado incluye el de otras: por ejemplo, p¨¢jaro con respecto a gorri¨®n. Pero a m¨ª me gustan mucho m¨¢s las frases de Nathalie.
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