"Los quir¨®fanos est¨¢n inservibles"
Las v¨ªctimas se quejan de falta de coordinaci¨®n en las labores de rescate
La referencia al infierno de Dante es una imagen de la que a menudo se abusa, pero el deambular de almas en pena alrededor de L'Aquila y en los pueblos de la provincia ayer recordaba mucho a la entrada del poeta en el reino del Averno. Sin embargo, faltaba el barquero Caronte; alguien que indicara claramente a todos ad¨®nde ir. El empe?o de las fuerzas p¨²blicas era imponente, pero la magnitud del drama hizo que no se pudieran aliviar con prontitud las dificultades de todos.
El terremoto sali¨® a la superficie muy cerca de la capital. Una ciudad de 70.000 habitantes, cuyas viviendas han quedado casi totalmente inutilizables. A los desplazados de L'Aquila se un¨ªan todos los de los pueblos aleda?os. As¨ª, m¨¢s all¨¢ del drama de muertos y heridos, se calcula que hay al menos 70.000 desplazados; casi 100.000, seg¨²n indicaban algunas radios locales.
Hay pocas tiendas para cobijarse y largas colas para comer
"Cuando se produjo la sacudida, con un tremendo estruendo, me abalanc¨¦ hacia las escaleras y sal¨ª a la calle. Empec¨¦ a andar buscando refugio. Literalmente llov¨ªan piedras, la oscuridad era absoluta y una nube densa de humo y polvo llenaba el aire", relataba Alessandra di Rosa, veintea?era vecina de L'Aquila. Tras abrirse paso entre escombros y polvo lleg¨® a un campo deportivo a las afueras de la ciudad, en donde las autoridades han montado uno de los centros de ayuda y acogida.
Alessandra hablaba sentada en el c¨¦sped del campo deportivo. A las seis de la tarde, s¨®lo 20 tiendas hab¨ªan sido montadas y hab¨ªa sitio a cubierto para los m¨¢s mayores y algunos ni?os. El aguacero empezaba a descargar. Al lado de Alessandra, su hermana Silvia, licenciada en Medicina, relataba las dificultades del hospital central de la ciudad, adonde se dirigi¨® nada m¨¢s haberse puesto a salvo. "Pr¨¢cticamente todos los quir¨®fanos han quedado inservibles". Muchos heridos han tenido que ser trasladados a otras ciudades.
En el campo, como en toda la zona, las labores de ayuda eran ayer intensas y la presencia de fuerzas de seguridad o sanitarias, era masiva. Sin embargo, aqu¨ª como en otras zonas se detectaba cierta descoordinaci¨®n y lentitud que exasperaban a los afectados. Pocas tiendas para cobijarse, largas colas para comer. En un momento de tensi¨®n, se produjo en el campo un tenso altercado entre algunos inmigrantes italianos del sur y otros extranjeros. Federica Ferrauto, mujer en la treintena, y sus familiares no pod¨ªan contener su indignaci¨®n. "Estamos aqu¨ª tirados desde esta ma?ana, nadie nos dice nada. Viene el fr¨ªo. Acabaremos todos durmiendo en los coches. Y L'Aquila est¨¢ acabada para unos cuentos a?os", afirmaba.
A dos kil¨®metros de distancia, varias decenas de personas esperaban ante las puertas del estadio de L'Aquila, en donde pensaban que se montar¨ªa otro centro de ayuda. Pero, a las seis de la tarde, no hab¨ªa ning¨²n agente de seguridad.
Fuera de la ciudad, hacia el epicentro, la rabia dejaba paso al estupor y a la desesperaci¨®n. En la localidad de Onna, afectada de lleno por la sacudida, Gianfranco Pusillacchio y su familia observaban las labores de rescate. Hab¨ªa todav¨ªa 40 personas bajo los escombros del pueblo. Veinte cuerpos yac¨ªan en el c¨¦sped, bajo un ¨¢rbol y s¨¢banas blancas, en una esquina de la localidad, que cuenta con cerca de 300 habitantes.
La mirada fija de Gianfranco Pusillacchio parec¨ªa distra¨ªda. Su ojo experto percib¨ªa algo detr¨¢s de la monta?a. "Viene tormenta", dec¨ªa. La noche anterior la temperatura no pas¨® de los tres grados. "Pero no hables de eso", a?ad¨ªa, "habla de los chavales del pueblo que se han lanzado en el coraz¨®n de la noche a salvar a sus familiares y amigos".
Pusillacchio y otros vecinos contaban que las fuerzas de seguridad no llegaron al municipio hasta las nueve de la ma?ana. "El pueblo est¨¢ algo escondido, detr¨¢s de la v¨ªa ferroviaria. Las casas m¨¢s exteriores son justo las ¨²nicas que se han salvado, quiz¨¢ por eso no se dieron cuenta enseguida...", justificaba Pusillacchio. En Onna no hab¨ªa ni siquiera ¨¢nimos para hacer recriminaciones.
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