Obama y Afganist¨¢n: "I have a plan"
El presidente de EE UU ha lanzado un plan para pacificar el pa¨ªs past¨²n. Son imprescindibles la colaboraci¨®n de la OTAN y de los pa¨ªses vecinos, la reestructuraci¨®n del poder afgano y pol¨ªticas sociales y econ¨®micas
Si el "I have a dream" pronunciado por Martin Luther King sobre la escalinata del Lincoln Memorial encandil¨® a la poblaci¨®n americana, el ya famoso plan Obama sobre Afganist¨¢n bien merecer¨ªa otro discurso que comenzara con un "I have a plan" que permitiera creer a todo el mundo que en Afganist¨¢n "Yes, we can". Desde luego se puede decir que el presidente Obama ha puesto Afganist¨¢n en el primer lugar de la secci¨®n "things to do" de su Black-Berry; incluso por delante de Irak, cuesti¨®n que ha calificado como el menor de sus problemas.
La nueva Administraci¨®n Obama, con bastante buen criterio, considera que la soluci¨®n del problema de Afganist¨¢n es la clave para acabar con la mayor parte de los entuertos que perturban la paz mundial.
Se pretende sustituir los cultivos de opio y romper el c¨ªrculo de drogas, inestabilidad y terrorismo
El 70% de la insurgencia se debe a motivos socioecon¨®micos, no a causas religiosas
"El que controle el Heartland controlar¨¢ el mundo", dec¨ªan los defensores de la geopol¨ªtica y ahora el presidente Obama, influido por Brezinsky y su gran tablero mundial, cree que ese Heartland est¨¢ en Afganist¨¢n y que es la fuente de toda la inestabilidad.
Para ello, desde el Despacho Oval y con el sue?o de Martin Luther King ya cumplido, el primer presidente afroamericano de Estados Unidos tiene un plan para Afganist¨¢n que esperemos traiga la paz a un pa¨ªs que lleva m¨¢s de 30 a?os en guerra.
El plan Obama aborda cinco aspectos que el Ejecutivo norteamericano considera fundamentales para pacificar el pa¨ªs past¨²n y, por ende, para estabilizar la regi¨®n.
1. Implicaci¨®n de los pa¨ªses vecinos. Al poco de la llegada de Obama a la Casa Blanca se desarroll¨® un concepto que a muchos sorprendi¨® y a otros convenci¨®: AfPak. La violencia reinante en Afganist¨¢n es imposible de atajar si no se pacifica simult¨¢neamente el vecino Pakist¨¢n. La colaboraci¨®n de Islamabad resulta clave para cuestiones tales como la eliminaci¨®n de los santuarios de Al-Qaeda en las zonas fronterizas, la eliminaci¨®n del S-Wing del ISI o la erradicaci¨®n del negocio de la droga establecido por la CIA a finales de los a?os setenta.
Sin embargo, la gran diferencia entre ¨¦sta y la anterior Administraci¨®n norteamericana reside no tanto en el uso de la fuerza contra los terroristas de Al-Qaeda, algo que se ha incrementado, sino en la tolerancia cero con la ambig¨¹edad y muchas veces falsas promesas de Pakist¨¢n sobre su colaboraci¨®n en la lucha contra los talibanes.
Adem¨¢s, el presidente Obama parece no jugarse todas sus bazas a una sola carta. Por ello, el general Petraeus -en su calidad de comandante del Mando Central (CENTCOM)- ha realizado una gira por Asia Central en la que ha logrado el compromiso de Uzbekist¨¢n y Turkmenist¨¢n para permitir que los convoyes de suministro atraviesen estos pa¨ªses. Se trata pues de una clara respuesta al problema que planteaban los continuos ataques que los convoyes recib¨ªan en suelo paquistan¨ª y que supon¨ªan un obst¨¢culo extra para la victoria en Afganist¨¢n.
2. Vinculaci¨®n de la seguridad y del desarrollo. El plan Obama conlleva una apuesta por el incremento tanto de las tropas desplegadas en Afganist¨¢n como del n¨²mero de expertos civiles, especialmente los relacionados con la agricultura. A nadie se le escapa que la presencia militar en Afganist¨¢n es muy limitada.
Mientras que en el pa¨ªs past¨²n encontramos un soldado cada 25 kil¨®metros, en otros casos, como en Kosovo, la ratio -uno cada 300 metros- es mucho menor. La ausencia de tropas provoca que la OTAN tenga que recurrir una y otra vez a los ataques a¨¦reos para reducir a los talibanes con la consiguiente imprecisi¨®n y bajas entre la poblaci¨®n civil que dispara su impopularidad entre los afganos.
Por ello, se necesita una mayor contribuci¨®n por parte de todos los miembros y socios de la OTAN, adem¨¢s de aquellos Estados que, sin ser miembros de la Alianza, se encuentren comprometidos con la paz mundial.
En lo que al personal civil se refiere, el presidente Obama quiere enviar a mil expertos (doctores, ingenieros, etc¨¦tera) que ayuden a la construcci¨®n del Estado afgano.
El pilar fundamental parece ser la agricultura ya que, adem¨¢s de incrementar la seguridad el plan Obama pretende introducir cultivos alternativos al opio que rompan el c¨ªrculo vicioso de droga-inestabilidad-terrorismo. Se trata de un momento especialmente favorable ya que los productores han ordenado un par¨®n en la producci¨®n en respuesta a los bajos precios internacionales de la hero¨ªna.
Si en este periodo de barbecho logramos una sustituci¨®n de los cultivos habremos ganado buena parte de la guerra al terror.
3. Remodelaci¨®n de las estructuras de poder afganas. Si bien en un primer momento se apostaba por Karzai como primer mandatario en visitar la Casa Blanca este honor correspondi¨® finalmente al primer ministro japon¨¦s. Las relaciones entre Karzai y Obama no son del todo buenas y por ello, Washington anda buscando la forma de sustituirlo por alguien que vaya m¨¢s en la onda de la Casa Blanca.
Se pens¨® en su relevo por un afgano-americano, despu¨¦s en la creaci¨®n de un primer ministro fuerte que le hiciera frente y hoy la opci¨®n que parece cobrar m¨¢s fuerza es la de promocionar la figura de los gobernadores provinciales. Siendo cierto que se trata de una de las formas tradicionales de limitar el poder de los Gobiernos, en el caso de Afganist¨¢n incrementa el riesgo de fragmentaci¨®n lo que, en absoluto, favorece la estabilidad del pa¨ªs.
4. Captaci¨®n de los talibanes m¨¢s moderados. El ¨¦xito norteamericano en Afganist¨¢n se configura como uno de los ejes m¨¢s importantes para la reelecci¨®n de Obama en 2012.
Para ello resulta fundamental reducir los niveles de violencia en el pa¨ªs. Hasta hoy muchas de las estrategias han fracasado estrepitosamente por lo que ahora la Casa Blanca se plantea comprar a los talibanes m¨¢s moderados, algo que ya se ha llevado a cabo con cierto ¨¦xito en Irak. Seg¨²n algunos expertos, el 70% de la insurgencia se debe a motivos socioecon¨®micos y no religiosos. Por lo tanto, si se lograra la reintegraci¨®n de la mayor parte de los combatientes el tr¨¢fico de drogas y los santuarios de Al-Qaeda ser¨ªan imposibles en AfPak y la regi¨®n se estabilizar¨ªa.
5. Continuidad con la pol¨ªtica social de la Administraci¨®n Bush. En la entrevista que concedi¨® el presidente norteamericano a la CBS, Barack Obama reafirm¨® que Afganist¨¢n forma parte de la misma guerra que iniciamos tras el 11-S. Por lo tanto, algunas de las estrategias del anterior Ejecutivo son perfectamente aplicables. ?ste es el caso de las pol¨ªticas sociales. Son muchos los ¨¦xitos que se han logrado, principalmente en el terreno de la educaci¨®n, donde encontramos datos tan positivos como el incremento del 500% en la escolarizaci¨®n. Sin embargo, a¨²n queda mucho camino por recorrer para alcanzar metas como la igualdad real entre hombres y mujeres o la erradicaci¨®n de la pobreza. Con la ayuda de las Naciones Unidas se cree que 2020 pueda ser un horizonte realista para el cumplimiento de estos objetivos.
Tras casi nueve a?os de guerra en Afganist¨¢n la situaci¨®n sigue siendo muy complicada, por lo que un poco de luz siempre es bienvenido. As¨ª, el denominado plan Obama bien merecer¨ªa una presentaci¨®n a bombo y plantillo en el National Mall con el Gimme hope de Eddy Grant de fondo para que m¨¢s y m¨¢s gente piense que en Afganist¨¢n tambi¨¦n "Yes, we can".
) de la Universidad de Londres.
Alberto Priego es investigador invitado en la School of Oriental and African Studies (SOAS
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